Cualquier tipo de celebraciones, y especialmente las fiestas de fin de año, son una ocasión especial llena de sentimientos y retrospectivas de lo vivido juntos, aunque sean un breve fotograma en la historia de los presentes. Por lo general, es un instante para echar la vista atrás, y poner la intención en lo que viene, con sus posibilidades y anhelos. También, para reconocer lo que no ha salido tal como se esperaba y la forma en que se ha asumido la realidad para convertirla en aprendizajes compartidos.
Claro que no es lo mismo hacer un brindis en casa, con la familia o con los amigos, que encargarnos de decir unas palabras en el ámbito empresarial, porque es un momento de exposición pública ante personas que conforman el marco del trabajo, las conozcas o no.
Una primera consideración es que el mensaje debe adaptarse a la ocasión, los invitados y el público concretos. En base a estos tres pilares es que se conformará la estructura. Asimismo, en empresas con protocolos establecidos, se guiarán por ellos, aunque la tendencia actual es ir dejando de lado algunas costumbres un poco rígidas, y flexibilizarlas.
En cuanto al público, puede ser que estén presencialmente o en forma virtual, o de ambas maneras. También pueden pedir al encargado de las palabras que las grabe y el video se proyecta luego en una gran pantalla, y quizás también lo envíen por los canales internos que tenga la empresa. Además, todos los celulares apuntarán hacia quien habla y esta persona aparecerá en las redes sociales de sus colegas.
Por lo dicho ese mensaje no es un inocente “¡Felicidades!” y tiene muchas implicancias más. Es así como quizás se convierta en un desafío para quien se encargue de decir unas palabras, porque, por más sencilla que parezca la situación, tiene trascendencia.
Superando el miedo
Los datos mundiales revelan que aproximadamente el 75% de la población mundial padece de glosofobia, que es la fobia al hablar en público, en distintos grados: desde un miedo totalmente paralizante, hasta días previos sin dormir, o un pequeño cosquilleo antes de salir a escena.
Si uno se encuentra dentro de este porcentaje, el mejor antídoto es la preparación. Sin importar si se hará ante un pequeño equipo o todo el personal de la compañía, es necesario preparar el brindis pensándolo como un breve discurso.
Los tres estilos de brindis más frecuentes
Partiendo de la base de que todo comunica, cualquier ocasión en la que alguien habla con más o menos formalidad en un marco empresarial o laboral, es un hecho que no pasa desapercibido, porque, por más que se lo haga con música alegre de fondo, está representando su rol.
El brindis dura un instante, pero la huella que deja en la imagen de la persona, su carrera y el mensaje que da, perdurarán para siempre. Para comprobarlo, piensa en algún brindis familiar o de amigos, por alguien que no quedó muy bien parado luego de hacerlo. Imagina lo que sucedería si hubiese sido en su trabajo.
En términos generales, hay tres estilos de hacer un brindis: informal, coloquial y formal. Revisemos cada uno:
1- Informal
En muchas compañías de culturas descontracturadas o celebraciones no oficiales —por ejemplo, un after office de colegas— se tiende a ser informal. Tener ese toque casual y espontáneo no es lo mismo que ser coloquial. Estilo informal tiene que ver con la improvisación en cualquier momento de la celebración. Generalmente, la persona usará su propio lenguaje, como si no estuviese en un marco empresarial. He presenciado decenas de fiestas donde uno de los socios habla como si solo estuviese con sus accionistas, dejando por fuera a todo el personal, que es el que hace funcionar la actividad.
También suele suceder que, avanzado el evento, se tiende a alentar a alguien a decir unas palabras, y quizás esa persona no esté preparada, o ya tiene un par de brindis previos encima, por lo que no sería lo más conveniente. El marco de informalidad se presta para otras situaciones, como perder el cuidado en temas de género, inclusión y equidad; hacer bromas pesadas, o utilizar palabras inapropiadas en temas difíciles para la gente. La buena noticia es que se pueden evitar esos costos con la preparación previa.
2- Coloquial
Ser coloquiales, en cambio, implica utilizar un lenguaje propio de lo cotidiano en la empresa. Al estructurar el mensaje se le agregarán gestos, emociones y cadencias cercanas y propias a la cultura corporativa, y puede tener toques personales de quien habla, quizás algunas referencias a hechos del año que sean identificables por el público, y la cuota de emoción apropiada.
3- Formal
El brindis de estilo formal es aquel que sigue una estructura pre armada y premeditada. Muchas veces se lee en un guión que, seguramente, ha pasado de mano en mano varias veces. Varios borradores después, alguien ha sido designado para decirlo en público.
Este es, acaso, el más frío de todos los estilos, si bien la persona puede ponerle su tono e impronta. Como sigue ciertas reglas protocolares, es la solución si se desea cumplir con el cometido, sin involucrarse demasiado. También se utiliza para dar mensajes corporativos directos o subliminales, dentro de la maraña de palabras estudiadas milimétricamente. Conozco empresas que hasta hacen chequear estos discursos por el área de legales, y decenas más que encargan a asistentes que bajen de Internet textos que no dicen nada, los adaptan un poco, y simplemente, los dicen.
Las 3 partes de cualquier brindis
Ya sea que quieras optar por el estilo informal, coloquial o formal, en las empresas actuales, donde el liderazgo está girando hacia la cercanía, empatía y ser más horizontales y colaborativos, sugiero un brindis de cercanía. Un mensaje en celebraciones necesita ser lo más sincero posible, sentido e inspirador. Sugiero no hacerlo edulcorado ni fantasioso, sino cercano y atado a la realidad, incluyendo los aspectos duros.
Esta es una estructura de tres partes para diseñar un brindis, incluyendo la duración ideal como referencia, sobre todo, para no aburrir:
Primera parte: Bienvenida, agradecimiento y saludos. Duración máxima: 1 minuto.
El sentido inicial es presentarse, si es a uno no lo conocen todas las personas o no lo ha hecho alguien previamente, agradecer por la presencia y destacar si hubiese invitados especiales. Aquí es el momento de hacer cualquier otra mención que corresponda.
Segunda parte: La estructura, el corazón de tu brindis. Duración ideal: 3 minutos, según los temas a comunicar.
En este tramo lo mejor es concentrarse en destacar el sentido de la celebración, algunos hechos remarcables, y, si se va a mencionar a personas y equipos, hay que ser ecuánimes y no olvidar a nadie. Cualquier omisión irá en contra de la llegada del mensaje.
También es imprescindible no soslayar ni dejar pasar los desafíos que pudiesen haber atravesado. En este caso, recomiendo rescatar los aprendizajes y las mejores prácticas que se llevaron adelante. Este balance se logra dejando de poner el énfasis en lo negativo, pero cuidado con eliminar lo “malo” y lo doloroso, porque quedará falsamente sesgado a una realidad inexistente.
Un aspecto crucial del nudo de la estructura, son los valores y aspectos de la cultura. La lealtad, el trabajo en conjunto, la resiliencia, los retos superados y los logros, son algunos de los aspectos que se pueden realzar. El tono del mensaje será amable y cercano.
Variar los matices de la voz según lo que se está transmitiendo. Habrá momentos con un tono medio, otros más altos, sin llegar a gritar, algunos de tipo intimista, y antes de finalizar, crear un “crescendo”, como en la música, para llegar al gran final del brindis.
Una sugerencia es evitar hablar en abstracto. Te diriges a personas, por lo que es necesario usar un lenguaje accesible a todo el mundo. Además, una opción para quien se anime es hablar en plural para referirse a la totalidad de la empresa, y de “tú” en algún momento cuando se quiere lograr una mayor cercanía.
¿Y qué pasa si hay malas noticias en la empresa? Un brindis no es un momento para darlas. Es preferible no brindar —tal vez, ni siquiera celebrar en grande— si se sabe que, por ejemplo, al día siguiente habrá una ola de despidos o reestructuraciones. Hay otros canales de comunicación interna para estos aspectos.
Tercera parte: Cierre y brindis. Duración: 30 segundos
El final, por efecto de la memoria de corto plazo, y porque es el momento que todos esperan, será el tramo que las personas recordarán especialmente. Aquí se debe apelar a una frase final corta, no más de 30 segundos, en los que se refuerzan uno o dos mensajes clave de la empresa para el tiempo que viene.
Luego, se propone un brindis, asegurándose de que todos tengan alguna bebida en la mano. Quien pronuncie las palabras también debe tener una copa lista para este momento. Si se expresan deseos, lo mejor serán tres cosas encadenadas (el número 3 es especialmente atractivo para el cerebro y en comunicación; ¿será por aquello de “Salud, dinero y amor”?). También se puede ir a algo más concreto como “brindo porque sigamos creciendo como lo hemos hecho hasta ahora”, por ejemplo, y luego, “¡Felicidades!” o “¡Salud!”.
Sería ideal que las luces acompañen el brindis, y que suene a buen volumen un tema musical escogido especialmente y que acompañe el espíritu de lo que se ha transmitido.
5 consejos para que el brindis sea un éxito
Para finalizar, comparto estos tips para brillar aún más en esa ocasión:
1- Lugar para el brindis: Buscar, preferentemente, estar de pie en un lugar donde ser visto, con la mejor luz posible, y con un micrófono que resulte apropiado: puede ser del tipo vincha, un solapero que se prende en la ropa, o un micrófono de mano, inalámbrico o con cable, y con un pie si es que ayuda a expresarse mejor con los gestos de las manos.
Llegar al menos media hora antes del evento para familiarizarse con el lugar, hacer un chequeo técnico completo, conocer el cronograma y realizar cualquier ajuste menor de último momento. Siempre llevar bolígrafo y papel adicional, el impreso en papel y en digital de lo que se va a decir, y tener agua sin gas a mano. Y, por favor, no tomar nada de alcohol hasta el final de la intervención.
2- Cuidado con los estrados de madera: Asimismo, recomiendo no usar estrados de madera, ya que impiden que la persona se vea de cuerpo entero: el público tendrá visible, apenas, la parte superior del torso, y esto no facilita la comunicación abierta. Que se vea de cuerpo entero es uno de los símbolos de transparencia. En todo caso, utilizar un atril de acrílico.
3- Ensayar lo suficiente: Lo mejor es evitar llegar a último minuto a decir el discurso. Una buena práctica es grabarse al menos cinco veces antes de decirlo, especialmente si uno no tiene entrenamiento; pedir feedback a alguna persona de confianza; anotar los puntos de mejora. Preparar la ropa de acuerdo al horario, el fondo del escenario y el tipo de público.
4- No memorizar el discurso: Otro error es querer hacerlo todo de memoria. Posiblemente va a pasar lo mismo que en el colegio: si se olvida, no se sabe cómo seguir. Es preferible tener unas notas en la mano o en un atril o mesa lateral, como guía, o una pantalla al frente donde se vean los puntos principales.
5- Evitar el “discurso blanco”: Son esos con palabras que no dicen nada, sin sustancia, ni profundidad. Hay empresas muy afectas a este estilo. Es una buena idea ponerle algo de salsa, atractivos, imágenes, alguna anécdota corta de algo real en la empresa, y conectarlo con una enseñanza.
Daniel Colombo
Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 32 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.
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