A menudo nos quejemos por lo mucho que trabajamos, por la cantidad de horas que debemos dedicar a ello, por lo difícil que es tratar con ciertos compañeros o superiores... Pero lo cierto es que muchas veces somos los principales responsables de ese círculo vicioso en el que entramos cuando nuestra vida laboral parece ocuparlo y tocarlo absolutamente todo.
Ser workaholic es algo muy común en nuestra sociedad. Sobre todo porque vivimos en un sistema en el que parecería que para tener mayor valor como persona, es imprescindible ser exitoso y tener mucho trabajo, lo cual hace que midamos nuestro valor a partir del éxito profesional de maneras que incluso llegan a ser poco saludables.
Por lo mismo, hoy en día es muy frecuente que la gente trabaje todos los días sin descanso o que trabaje en jornadas mucho más largas de las recomendadas para la salud mental. Incluso, pueden dejar de lado su vida personal y las actividades que les gustan con tal de seguir dando más y más por el trabajo.
De hecho, el ser workaholic es tan frecuente que en la Argentina, una encuesta realizada por Universia en 2013 reveló que el 46% de los trabajadores se consideran adictos al trabajo. Además, el 35% afirmó que el exceso de trabajo le generó diversos problemas de salud, tales como estrés (18%), dolor de espalda, hombros y/o cuello (16%), dolor de cabeza (15%), insomnio (11%) y depresión (10%).
“Actualmente el mandato de ser productivo predomina por lo que las personas se ven conminadas a encausar ese imperativo a través del trabajo. En el trabajo las personas se sienten útiles, muchas incluso no se preguntan si les gusta lo que hacen, solo se sienten mejor si trabajan. Por otro lado, el trabajo te permite ganar un sueldo que hoy se asocia a comprar no solo lo que nos permite subsistir sino, la felicidad. El consumo está asociado a la felicidad y eso hace que muchos quieran trabajar más horas. La adicción al trabajo, como cualquier otra adicción, es un refugio, un problema para la persona en cuestión pero la sociedad rara vez tiende a catalogarla como sintomática porque las empresas se benefician de ello”, aseveró en diálogo con Infobae la psicoanalista Fiorella Litvinoff.
Sin embargo, no todas las personas que tienen jornadas laborales muy extensas necesariamente están en esa tipología tan frecuente en el mundo actual. Es más: todos vivimos picos de trabajo que exigen mucha cantidad de horas. El problema aparece cuando durante años se sostiene una rutina laboral de carga horaria excesiva, donde la persona se va enganchando cada vez más: allí aparece el efecto trampa y se produce la adicción.
La alta competencia laboral llevó a los profesionales modernos a desempeñar varias funciones a la vez y fijarse metas cada vez más altas. Pero hay personas que no pueden poner límites en su vida laboral, y la adicción al trabajo es un mal al alza. “Si te levantás y lo primero que hacés a la mañana es mirar el mail y el WhatsApp, si estás obsesionado con el trabajo, si no podés cortar con el laburo, si te vas a dormir y soñás con gente del trabajo, sos un workaholic”, asegura Andrés Hatum, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
Las causas de este problema psicológico se deben a unos condicionantes sociales, laborales, económicos e individuales que interactúan provocando que, en un ambiente laboral determinado (no tiene por qué estar enrarecido), un trabajador cualquiera se vea inmerso en este tipo de adicción.
La facilidad actual para adquirir tecnologías de la información y comunicación que facilitan (e imponen) que se pueda trabajar en todas partes y en cualquier momento tiene como consecuencia que el trabajador está siempre disponible. Incluso de noche en su casa o de vacaciones puede estar conectado y a disposición de la empresa.
“Es muy frecuente observar que los individuos se sumergen en el trabajo y ponen toda su valoración personal y la expectativa de reconocimiento en ello. Desde lo social, se alienta esta actitud que se considera la ‘entrega’ al trabajo como un valor en sí mismo. La persona misma se autoexigente a estar disponible, como si fuera un objeto de uso, para esa tarea. Y además, con la actividad laboral puede evitar la angustia que deriva de lo afectivo, el encuentro sexual, las preguntas acerca del sentido de su vida. No hay espacio ni tiempo para estos planteos que se adormecen con la actividad laboral sin casi interrupción”, explicó a este medio Diana Litvinoff, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora de El sujeto escondido en la realidad virtual.
Señales de que sos workaholic
Existen algunos patrones que indican cuándo una persona podría estar cayendo en una adicción al trabajo, como llevarse trabajo para la casa constantemente, no tener tiempo para descansar, evitar tomarse vacaciones, o incluso dejar de lado a la familia los fines de semana. Existen casos aún más extremos en que las personas viven constantemente pensando en sus tareas pendientes y si no están en la oficina, les acompaña una sensación permanente de culpa, tensión o temor.
Normalmente no sucede de un día para otro, y muchas veces llegamos a este punto de la mano de una situación laboral estresante, de una gran presión empresarial por ser más productivos, del miedo a un posible despido... También es frecuente que nos volvamos adictos al trabajo si estamos desarrollando una idea de negocio propia, o si somos (o nos consideramos) una pieza clave en el entramado empresarial y nos sentimos (o nos gusta sentirnos) imprescindibles.
Sea cual sea el motivo, vivir centrados de forma absoluta en nuestro trabajo es siempre negativo, y está en nuestra mano situarnos por encima de todas estas circunstancias y marcar nuestras líneas infranqueables, evitando que nuestra vida laboral interfiera en todo lo demás y termine marcando el rumbo de nuestra vida.
Contestá la siguiente encuesta y si respondés que sí a cuatro o más de estas preguntas, entonces sos parte del 46% de los argentinos adictos al trabajo.
1. Cuando trabajás, ¿sentís que siempre vas tarde y tenés que apurarte mucho?
2. ¿Te sentís culpable cuando no estás trabajando y tenés algunos pendientes?
3. ¿Te resulta difícil relajarte cuando no estás trabajando?
4. ¿Pensás en tu trabajo la mayoría del tiempo?
5. ¿Trabajás tanto que tu salud se ha visto afectada negativamente?
6. ¿Sentís más interés por tu trabajo y le dedicás más tiempo que a cualquier otra cosa?
7. ¿Trabajás por las noches, en fin de semana o en vacaciones?
8. ¿Tus horarios de trabajo han dañado tus relaciones con la familia u otras personas?
9. ¿Es el trabajo la actividad que más te gusta y de la que más hablás?
10. ¿Trabajás más de cuarenta horas a la semana?
11. ¿Creés que si no trabajás en exceso perderás tu trabajo?
12. ¿Tenés miedo de imaginar tu vida sin tu trabajo?
13. ¿Es el futuro una preocupación permanente para vos?
14. ¿Te enojás cuando te piden que dejes de trabajar para hacer otras cosas?
15. ¿Tus dispositivos móviles como celular o computadora son una extensión de tu cuerpo?
16. ¿Hacés más de dos cosas a la vez? Por ejemplo, comer mientras trabajás.
17. ¿Sos muy exigente y tenés grandes expectativas sobre vos mismo?
18. ¿Sentís la necesidad compulsiva de aprobación y reconocimiento?
19. ¿Considerás que el éxito profesional es la única forma de validarte como persona?
Algunas claves para dejar de serlo
Si te reconocés en este pequeño listado de síntomas frecuentes, es probable que necesites reordenar tus prioridades y cambiar tu gestión del tiempo, así como reubicar la importancia que le das al trabajo para otorgarle un lugar y un espacio menos prevalente. Esto trucos pueden ayudarte en el área de gestión del tiempo, pero es importante que reconozcas primero que la importancia que das a tu trabajo es excesiva y no resulta saludable.
Para trabajar de manera moderada y saludable es fundamental no dejar de lado algunos de los intereses que están más allá del trabajo. Por ejemplo, pasar tiempo con la familia, viajar, hacer ejercicio, dormir al menos ocho horas diarias, ser creativo y encontrar equilibrio físico y mental.
También es importante desintoxicarse y pasar tiempo sin el celular o computadora, y para lograrlo es clave limitar los horarios de oficina. Es decir, no estar siempre conectado y pendiente del trabajo, sino tomarse horas libres todos los días en los que sea posible despejar la mente. Por último, los especialistas recomiendan hacer ejercicios de introspección para entender mejor de dónde viene la adicción al trabajo.
Para poder solucionar este problema se debe hacer una lista de prioridades y dejar para después lo que no lo es. Esta simple práctica contribuirá a mejorarla calidad de vida y te hará un profesional con menores tensiones y relajado. Además, conviene evitar el exceso de responsabilidades y el gran error de llevarse trabajo a casa.
Sin embargo, es necesario resaltar que cada vez hay más líderes conscientes que trabajan enfocados en el desarrollo humano además del profesional. Y van surgiendo con mucha fuerza los líderes exponenciales, aquellos que pueden articular los resultados que se necesitan manteniendo el foco en las personas, en la sustentabilidad, el equilibrio y una razonable porción de vida personal-profesional para sí y para los colaboradores. En este balance radica parte del éxito de muchas compañías enfocadas en la innovación.
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