Hace algunos años, tuve una experiencia que me marcó. Me encuentro con un ejecutivo de primera línea de una empresa multinacional y me comenta que un talento de su equipo, que muy poco tiempo antes había sido identificado como Alto Potencial de desarrollo, había regresado de sus vacaciones y le transmitió que quería irse a la brevedad de la empresa para hacer un giro de 180º en su trayectoria.
Ante su pregunta de cómo fue que tomó esa decisión, recibió como respuesta que era el único momento del año que tuvo la posibilidad de tomarse el tiempo y la distancia para darse cuenta qué quería de su vida y de su trabajo. Más allá de su sorpresa -y decepción- inicial, el directivo acompañó a su colaborador en el proceso de salida, valorando el coraje y la valentía que había tenido para avanzar en esa dirección.
Desde ese momento comprendí que, muchas veces, el período vacacional es el ideal para redefinir cómo queremos direccionar nuestro itinerario laboral y proyectar los siguientes pasos.
Veamos algunas de las razones:
1. En general durante el año no tenemos ocasión para hacerlo, ya que estamos la mayor parte del tiempo ocupados. Durante esta época la mayoría de las obligaciones cotidianas están en pausa y tenemos la posibilidad de destinar parte de nuestra energía a reflexionar
2. Tomamos distancia física de los lugares que solemos frecuentar y visitamos sitios distintos, que nos pueden brindar el contexto ideal para mirar desde otra perspectiva aquellas cosas que están naturalizadas
3. Tenemos la posibilidad de interactuar con personas diferentes, escuchar otro tipo de conversaciones, historias poco habituales que pueden inspirarnos y mostrarnos otros modelos de vida y de trabajo
4. Nuestros afectos y demás personas con las que interactuamos habitualmente también están “a otra velocidad” y en modo “vacaciones”, permitiéndonos hablar de lo que no hablamos habitualmente y conectarnos más profundamente
5. Solemos dedicarnos, también, a la lectura de libros, mirar series y películas, ir al teatro, pasear o realizar actividades sociales, culturales y deportivas para las que durante el año nunca hay oportunidad. Y si son las mismas, las hacemos con mucha más atención, foco y distensión
6. Estamos “más livianos” en todo sentido, lo que nos da la opción de despojarnos de cargas innecesarias y poder pensar y proyectar más ágilmente
7. Coincide con el cierre de un ciclo y el inicio del otro, lo que nos invita a evaluar lo realizado y empezar a visualizar el nuevo período
Todos estos aspectos se convierten en habilitadores de un proceso de reflexión y proyección que es uno de los más importantes que podemos hacer, el identificar y concebir los próximos pasos de nuestra trayectoria laboral y profesional. Hablamos de trayectoria y no de carrera, ya que no corremos contra nadie, sino que vamos edificando día a día nuestro itinerario, con experiencias significativas que lo van nutriendo en una determinada dirección.
¿Por dónde empezar?
Rishad Tobaccowala, autor del libro Restoring the Soul of Business: Staying Human in the Age of Data (Restaurando el alma de su negocio: permaneciendo humanos en la era de los datos), reconocido asesor de importantes líderes, sugiere probar con un ejercicio de nueve palabras: tres palabras que describen nuestro nicho, tres nuestra voz y tres nuestra historia.
· Nicho: ¿Cuáles son las tres palabras que describen en qué somos realmente muy buenos, diferentes o mejores que los demás? ¿En qué área del conocimiento, tipo de actividad u oficio tenemos una ventaja sobre los otros?
Siempre se busca al que tiene un diferencial, algo en lo que es único
· Voz: ¿Qué tres palabras nos describen tal como somos?
Si bien el nicho se trata de lo que somos, la voz se trata de quién somos como personas y nuestro estilo personal. Hasta hace poco se buscaba por “títulos”, hoy se busca a ese ser humano especial. ¿Entonces, quién somos en realidad?
· Historia: ¿Por qué la gente debería creernos? ¿Qué tres palabras describen nuestro recorrido y experiencias que dan una buena razón para confiar en nosotros? Mientras que el nicho dice en qué somos buenos y la voz describe quiénes somos, la historia nos permite explicar qué es lo que nos forjó, nos permitió llegar adónde llegamos y adónde queremos ir.
Tres conceptos, nueve palabras. Simple pero no fácil.
Cuando converso con diferentes perfiles que vienen a consultarme por esta problemática, siempre se genera una cara de sorpresa cuando les pregunto ¿Cuál es tu propósito? ¿Qué es lo que querés? ¿Qué te apasiona? ¿Cómo quisieras verte dentro de 3 o 5 años? ¿Cómo quisieras que te recuerden? ¿Cuál es tu legado?
La respuesta que recibo, muchas veces coincide en ¿y vos, qué pensás?, ¿qué me recomendarías?, como si poner la responsabilidad en el otro pudiera ser la respuesta a nuestra decisión. En muchos casos solemos delegar en otros las decisiones más importantes de nuestras vidas.
Trabajamos las horas clave del día, los días clave de la semana, las semanas clave del año y los años clave de nuestras vidas. ¿Acaso sería correcto que sea una persona distinta a nosotros quien defina qué haremos, cómo, cuándo, con quiénes y dónde lo llevaremos a cabo?
Daniel Pink afirma que son tres los factores de la motivación personal: propósito, maestría y autonomía. Propósito es el para qué estamos, cuál es la razón de ser, esa pregunta que nos impulsa hacia adelante. El gran paraguas que nos marca la dirección. La maestría es la capacidad de dominar la disciplina por la que tenemos vocación, ser cada vez mejores en aquello en lo que nos destacamos y auténticamente nos importa. Y la autonomía es el deseo de dirigirse a uno mismo, de hacer una contribución decisiva desde la convicción personal, dirigir nuestro propio comportamiento sin que nadie nos de órdenes.
Cada uno de nosotros es el actor protagónico de su propia trayectoria, el arquitecto que edifica cada uno de los pasos. Siempre hay muy buenos argumentos para procrastinar y postergar esa reflexión y proyección. En vacaciones tenemos las condiciones ideales para realizarlo, la distancia óptima. Aprovechemos esta oportunidad que nos impulsará a brindar nuestra mejor versión y sentirnos muy orgullosos de nosotros mismos. Todos nos merecemos trabajar de aquello que se conecta con nuestro propósito, donde desplegamos nuestra pasión y, desde ya, recibimos la retribución que nos merecemos. El momento es ahora y depende, en gran medida, de cada uno de nosotros!
*Alejandro Melamed es Doctor en Ciencias Económicas (UBA), speaker internacional y consultor disruptivo. Autor de varios libros, entre ellos Tiempos para valientes (2020), Diseña tu cambio (2019) y El futuro del trabajo y el trabajo del futuro (2017).
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