La paradoja de la “prontomanía”: por qué la rapidez extrema puede complicar la agilidad en el mundo profesional

La velocidad o querer las cosas en el mismo momento puede generar agitación y complicar el dinamismo necesario para el desempeño profesional. Cómo evitarlo

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Muchos no pueden evitar caer
Muchos no pueden evitar caer en la reacción automática de asumir que, de inmediato, van a tener la contestación a sus necesidades (Gettyimages)

La “sociedad de la gratificación instantánea” se ha impuesto y, a la mayoría, le resulta difícil ser paciente. Pero si te encontrás corriendo de una tarea a otra, atrapado en un torbellino de actividad constante, puede que necesites dar un paso atrás.

Es una realidad que el ritmo actual está destruyendo la salud y bienestar, tanto física como mental y emocional. Como contraposición, en el pasado estábamos habituados a esperar. Esperar a que llegara una carta de un amigo o familiar. Esperar a que salga una película en DVD. Esperar a que se emita tu programa favorito en la televisión. Y esperar a saber cómo acaba un libro.

Sin embargo, hoy es diferente. Estamos siempre conectados y parece que todo ocurre ahora. Tenemos acceso a información instantánea y a personas de todo el mundo a través de Internet, videollamadas, mensajes de texto, y muchos no pueden evitar caer en la reacción automática de asumir que, de inmediato, van a tener la contestación a sus necesidades. Esto tiene un nombre, y aquí lo vamos a explorar juntos.

Qué es la “prontomanía”

Este fenómeno se sintetiza en el neologismo “prontomanía”, la combinación de la prontitud con que se quieren resolver o activar las cosas, y manía, cuya definición psicológica dice que es un trastorno o enfermedad mental que se caracteriza por una euforia exagerada, la presencia obsesiva de una idea fija y un estado anormal de ansiedad, agitación y delirio.

Quizás esta afirmación desde el lado de la salud mental te parezca exagerada, aunque si la observás en detalle, tal vez encierre mucho de verdad, porque aparecen comportamientos como la ansiedad, inquietud, la preocupación exagerada ante la lentitud de alguna respuesta, incluso de una fila en un trámite que va a ritmo de tortuga. Sin hablar, por caso, de cuando se cae Internet o alguna red social o mensajería. ¡Estás a punto de estallar!

Unas ideas para reflexionar

El ritmo frenético no garantiza
El ritmo frenético no garantiza la calidad en tus acciones

¿Es saludable vivir corriendo, muchas veces sin saber adónde vamos? ¿Cómo puedes controlar el vértigo que supone vivir en esta época? Para empezar, correr todo el día no significa que vas más rápido o que avanzas, aunque te parezca que sí. El ritmo frenético no garantiza la calidad en tus acciones.

Además, derrochas mucha energía ya que en esa aceleración el organismo funciona en maneras antinaturales, empezando por el cerebro, que hace un esfuerzo extraordinario para intentar satisfacer tus deseos desde su mente subconsciente, donde se comandan las órdenes que tú le das.

La agitación nada tiene que ver con agilidad, que es lo esperable, por ejemplo, en el mundo profesional:

- Ser ágil es tener el dinamismo acorde al ritmo en que deben desenvolverse las cosas para producir los resultados, sin perder el ritmo y el foco.

- Agitarse por ir muy rápido te lleva por lo general a cometer muchos más errores, a desviar la atención y a tener tropiezos de los que te cuesta más levantarte, debido al desgaste energético que insumen.

La pregunta es: ¿cuánto tiempo ganas al ir tan rápido?

Esta desconexión es cotidiana: muchas
Esta desconexión es cotidiana: muchas personas no tienen registro del otro que está enfrente (Getty)

Para graficarlo, piensa en esto que tal vez te ha sucedido: Te encuentras con una amistad que hace mucho tiempo que no ves. Te alegras de verle; y él o ella, mientras desvía la mirada a su celular, levanta el brazo para detener un taxi, te saluda con una mueca que aparenta alegría, y, a la vez, le avisa al taxista que lo espere un momento, y a la persona con la que habla por celular que aguarde en línea. Te da un tímido abrazo o apretón de manos que dura unos dos o tres segundos. “¡Qué tal! ¿Sabes qué? Estoy llegando tarde a un compromiso. ¡Me dio mucha alegría este encuentro con vos!”. ¿Qué encuentro? ¿Qué alegría? ¿La mueca? ¿Los tres segundos del pseudo abrazo?

Esta desconexión es cotidiana: muchas personas no tienen registro del otro que está enfrente. Ni siquiera puede mirarle a los ojos, y, mucho menos, preguntarte en calma y honestamente “¿Cómo estás?”. Esta simple pregunta hoy tiene un valor incalculable, me dijo hace pocos días en un chat un renombrado colega del mundo del coaching profesional.

¿Es que nos hemos perdido como seres humanos?

-Tendencias limitantes de la prontomanía: Una tendencia limitante es un comportamiento que realizas en forma reiterada, y que limita tu expresión en alguna forma, por ejemplo:

- Tener la imperiosa necesidad de responder todo instantáneamente.

- Sentir que es una obligación que los demás respondan todo rápidamente, aunque no sea importante ni urgente.

- Mostrar la imposibilidad de gestionar el tiempo adecuadamente.

- Evitar delegar por temor a la demora en terminar una tarea, lo que se traduce como falta de confianza en los demás.

- Mantener relaciones superficiales porque no te das el tiempo de profundizarlas como antes.

- Tener las prioridades alteradas, donde el trabajo ocupa una proporción mucho mayor que tus tiempos personales.

- Manifestar lejanía y dejadez con los afectos cercanos.

- Sufrir de trastornos del sueño, de ansiedad.

- Perder el sentido de la vida.

- Dejar de lado el placer en las relaciones íntimas que, en el mejor de los casos, se cumplen por obligación.

- Vivir con estrés sostenido en el tiempo, que puede derivar en el síndrome de burnout, donde te sentís quemado por dentro, sin capacidad de reaccionar.

- Modelo mental inflexible, querer abarcar cada vez más asuntos; muchos más de los que eres capaz de gestionar con éxito.

- Incapacidad de frenar.

Trabajo en oficina. (foto: Adecco)
Trabajo en oficina. (foto: Adecco)

5 tips para recuperar el ritmo natural de la vida

Para volver a tomar las riendas de tu vida, aquí tienes algunos consejos que te ayudarán a bajar el ritmo y vivir con intención, sin dejar de hacer todo lo que te guste, quieras o elijas, con el mismo nivel de resultados:

1 - Para, desecha, redimensiona. Se trata de tomar consciencia del ritmo acelerado que llevas que no te permite conectarte genuinamente contigo ni con los demás.

¡Cuidado con perderte de vista!, porque podés terminar como yo un mes internado en terapia como consecuencia del estrés por desgaste sostenido en el tiempo. Para lograrlo, desecha todo lo que no es relevante, empezando por evitar la tendencia a querer resolver y abarcar todo, con un pretendido perfeccionismo que, en realidad, te aniquila.

2 - Aprende a priorizar. No sólo se trata de elegir entre lo urgente e importante, sino de escoger lo que agrega valor a tu vida actual, y lo que no. Porque en esa imposibilidad radica la pérdida de sentido que viven muchas personas.

A la larga, esto lleva a una despersonalización por la que apenas se sobrevive como si fueses “otra persona”, o un personaje que actúas para no mirarte de verdad, internamente. Te parece habitual correr, el vértigo, el “estar en beta continuo” (en cambio permanente) como dicen orgullosamente muchas empresas innovadoras, sin tomar en cuenta el desgaste.

Te aseguro que podés llegar a los mismos resultados en forma más calma y a un ritmo que apoye lo natural, sin necesidad de exprimirte hasta la última gota del jugo de tu energía vital durante las 24 horas.

3- Limita tus horarios y compromisos. Es fundamental que aprendas a gestionar el tiempo y a no sobrecargar tu agenda con cuestiones que o no son fundamentales y prioritarias, o no quieres participar.

Es cierto que muchas veces debes hacer algunas cosas como parte de tu función: en esos casos, acéptalas, incorpóralas en tu rutina; aunque no es aconsejable que tengas diez de estas cuestiones en una misma semana.

Esto se conecta con otro aspecto relevante: balancea la vida conectándote con las experiencias que te resulten divertidas, donde aprendas y a la vez, compartas con otras personas. De esta forma estarás con mejor disposición cuando toquen momentos de tareas rutinarias, las encararás con otra energía, no como una obligación sino como un trámite más, necesario para que vengan otros momentos de disfrute.

4- Aprende a poner límites y decir que no. Este es, acaso, uno de los mayores temores de quienes viven como si corrieran una carrera de Fórmula 1. Sobre todo, afecta a las personas perfeccionistas, y aquellas que tienen habilidad para hacer muchas tareas al mismo tiempo.

Atentos por favor, que las neurociencias ya han advertido hace años que esta función de multitasking es altamente nociva para las funciones cerebrales.

Y para quienes aún creen en su perfección, quizás puedan tomar dimensión de que no es algo que exista en este mundo físico. Sí podemos aspirar a la excelencia, que es igualmente obtener un resultado de alta calidad, sin terminar limados por dentro.

ILUSTRACIÓN - La sobrecarga de
ILUSTRACIÓN - La sobrecarga de teletrabajo puede transformarse en un problema serio. Foto: Bernd Weissbrod/dpa

5- Desconéctate. Antes de llegar al colapso de la “prontomanía”, apaga el celular, no respondas mensajerías fuera de cierto horario, vence la tentación de contestar el correo electrónico en cualquier momento. Incluso puedes usar otro celular para cuestiones personales, con quienes sí te darás el tiempo y el ritmo pausado para conectar de otra forma.

No todo es urgente en las empresas ni en el mundo de nuestros clientes. Me pasa a diario de recibir requerimientos “para ya mismo”, y luego pasan semanas hasta que te respondan. Eso significa que no existe nada que sea realmente tan inmediato, salvo muy pocas excepciones.

Recuerda que no vienes con un repuesto: sos vos, con tu ADN único, tus características y tus diferenciales. Por eso, hacete importante, frena y escoge lo mejor para ti en ritmo, forma, profundidad y sentido.

Podés tener una ultra productividad, sin caer en la prontomanía. Para esto, debes cuidar tu casa física (el cuerpo), tu casa activadora de la realidad (tu mentalidad) y tu casa de la actitud y motivación (la dimensión emocional).

Si no podés frenar de ninguna forma, tomá consciencia de que necesitas ayuda y acudí a un terapeuta profesional. También te va a apoyar el hacer actividades que te den serenidad, como el yoga, mindfulness, meditación, caminatas y cierto tipo de ejercicios como el stretching. Incluso los de media y alta intensidad ayudarán a enfocarte en otras cosas, no sólo en lo que “debés hacer” para tener resultados.

Se trata, en definitiva, de dar vuelta el orden: empezá por ser, luego por hacer, y finalmente, tendrás lo que anhelas. Y podés lograrlo exactamente igual sin necesidad de ir volando por la vida.

Daniel Colombo es Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 31 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Certificado por ICF; Coach certificado y Miembro de John Maxwell Team.

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