Imagina esta situación: tomando en cuenta una primera impresión, ¿Qué es lo que diferencia a dos personas con las mismas habilidades y competencias, en la que una se destaca siempre, comparte, participa y es requerida permanentemente; y la otra no?
Una de las respuestas es el carisma, un aspecto del comportamiento social estudiado por la ciencia. Si bien hay algunos componentes innatos, el carisma se puede desarrollar, practicar y aprender.
Empecemos definiendo de qué se trata este atributo que puede hacerte ganar mejores oportunidades, abrir puertas, conseguir contactos profesionales y establecer relaciones de forma más efectiva con las demás personas.
El diccionario dice que carisma es “la cualidad o don natural que tiene una persona para atraer a los demás por su presencia, su palabra o su personalidad.”
En otras palabras, tienes las condiciones para despertar curiosidad e influir en tu entorno, a partir de tu forma de ser, actuar, decir y comportarte.
El carisma es una energía, un halo, un estilo y una forma de vincularte.
Si bien parecen muchos requisitos a cumplir, hay una sola condición que sintetiza todo esto: la autenticidad.
Cuando tienes autenticidad y te interesan las buenas relaciones con los demás, aparecen comportamientos por los que se te percibe como una persona sincera, espontánea, directa y empática, y esas son, justamente, algunas condiciones de carisma.
Aquí va otra idea sobre esto: cierta vez, en mi proceso de entrenamiento como facilitador y coach ejecutivo, escuché una distinción entre carisma y magnetismo. Según aquel postulado, el carisma es tal como lo he definido en este artículo; mientras que el magnetismo tiene un fin más relacionado con el ego: es la cualidad de captar la atención de quienes te rodean con un propósito más utilitarista, porque esa situación te hace sentir bien y de alguna manera la provocas una y otra vez para generar ese bienestar interno.
El carisma “fake”
La sociedad actual privilegia la extroversión, el mostrarse y el exhibirse. En este punto sería importante hacer una distinción entre “postureo” y “propósito”.
El postureo es asumir una postura falsa frente a las situaciones, ponerse a la vista de todos y mostrar sólo tus atributos positivos y un espíritu de motivación a prueba de balas donde parece que viven en un mundo perfecto. Sucede mucho en el ambiente profesional, donde hay personas que pueden dar la idea de ser expertos y carismáticos creando un aire de experiencia que no tienen; sin embargo, aunque sea efímeramente, eso puede impulsarlos. Esto no es carisma; en todo caso es un falso carisma hueco.
El propósito es lo que comunicas mediante tu autenticidad: quien eres en esencia, cómo eso ayuda a los que te rodean, qué te hace diferente, por qué es interesante conversar contigo. Esto se acerca más al carisma auténtico.
Para qué sirve tener carisma
Dentro de las habilidades sociales, que es uno de los campos de la inteligencia emocional, vivimos insertos en un mundo de relaciones. El carisma es la llave que puede facilitar tu expansión, acercamiento y obtención de logros y resultados, por esa disposición natural a caer bien a las personas y a establecer vínculos que resulten de nutrición mutua.
El carisma trabaja sobre el eje del Ser, y se manifiesta a través del Hacer en el comportamiento de cada persona.
Por eso existe gente que quiere fingir que lo tiene, y no les sale, y lo que suele suceder en estos casos es que lo que se deja traslucir no tiene nada que ver con lo que en realidad ES esa persona. Esta discordancia entre el sentir, pensar, decir y hacer, es lo que no termina resonando y la gente dice “algo no me cierra”.
Algunos beneficios del carisma personal son:
- Aporta mayor seguridad interna
- Sana autoestima (lejos de la soberbia)
- Abre vínculos
- Lideras con influencia positiva
- A las personas puede interesarles conocerte y conversar contigo
- En el tiempo fomentas un estilo personal que te distingue
- No pasas como alguien más en el montón
- Logras mayor plenitud y felicidad en la vida
- Tienes una inteligencia emocional más equilibrada
También, al integrar el carisma a la vida profesional:
- Tu carrera mejorará (y tus ingresos también)
- Conocerás más personas de tu círculo de interés
- Harás aportes positivos con mayor confianza en lo que compartes
- Tendrás habilidades de comunicación más desarrolladas
- Ejercerás la empatía
- Sabrás cómo tener más asertividad en tus interacciones
- Podrás sentirte mejor en distintos entornos y aprender a acompasar (ir al compás) de las demás personas desde tu forma de ser natural
- Conectarás inmediatamente con las personas
- Comunicas mejor lo que haces, con solvencia y soltura
La extroversión no es requisito para el carisma
Muchas veces se asocia al carisma con la extroversión, que es la habilidad de relacionarse sin inconvenientes con todo tipo de personas y de, literalmente, caer siempre bien.
Lo cierto es que, aun siendo alguien introvertido, se puede ser carismático: es una habilidad que se desarrolla.
Para ilustrar, piensa en estos ejemplos: Einstein, Madame Curie, Bill Gates, Steve Jobs, Lady Gaga, y hasta Obama confesaron ser introvertidos; sin embargo, todos desarrollaron un carisma a su medida. Sin ir más lejos, seguro que tú conoces colegas de clases que pasaban desapercibidos en el conjunto, y que, en algún momento, encuentran su punto de brillo.
Sí, brillo, porque de eso se trata también el carisma; no de fingir alguien que no eres.
7 claves para tener más carisma
Como una forma de ayudarte a desarrollar más tu carisma, aquí tienes estos siete puntos que pueden ayudarte:
1) Mirar a los ojos
El mantener contacto visual real con las personas, sin intimidarlos y a una distancia apropiada, ayuda a una mejor conexión. Por el contrario, desviar la vista, revolear los ojos o descentrarte de la mirada, es visto como un signo de evasión y hasta de poco interés por quien tienes enfrente.
2) Responder con aplomo
Las personas que responden más rápidamente y con solvencia son percibidas con mayor carisma. De hecho, la seguridad personal al plantarse ante las situaciones es uno de los efectos más atractivos que proyectan los humanos a los demás.
3) Mejorar la postura corporal al relacionarte
Son muchos los estudios de comunicación no verbal que confirman que los gestos representan un 90% o más del total de la comunicación humana. Si bien todo depende de los contextos interpretativos de las posturas, mejorarla, estar erguidos, con manejo de manos y brazos y hasta posición de los pies adecuada, puede ayudarte a transmitir tu carisma. Por ejemplo, el uso apropiado de las manos para enfatizar conceptos y colocar tu cuerpo de frente a la otra persona, dan sensación de seguridad y autoconfianza.
4) Sonreír
Una de las llaves más emblemáticas de las personas carismáticas es que atraen sin quererlo. Por ejemplo, entran a una sala llena de desconocidos y no pasan desapercibidos. Si lo haces en forma natural, no tendrás que esforzarte. Y el sonreír es una de las principales herramientas. Este gesto tan humano conecta, desdramatiza las situaciones y permite crear un entorno más cálido con los demás.
5) Recordar los nombres de cada persona
Para relacionarte desde el carisma, una característica es la de llamar a las personas por su nombre. Este efecto de personalización de los vínculos rinde sus frutos, porque a todos nos gusta ser reconocidos. ¿Cómo lograrlo si eres corto de memoria? Entrenándote, asociando su nombre con personas de tu vida cotidiana, o características de esa gente en particular que te rememorarán lo que necesitas expresar. Otro factor para recordar nombres es tener aspectos en común para compartir, ya que las experiencias de tipo emocional conectan mucho más que lo puramente racional y por eso se recuerdan más.
6) Usar palabras que conecten con emociones
Hay palabras que conectan y otras que desconectan. En este punto es importante que sepas que interesarte genuinamente por los demás, sobre todo preguntando prudentemente “¿Cómo estás?”, por ejemplo, hacen que te perciban como alguien con calidez, empatía y cercanía. Una técnica de las personas carismáticas es parafrasear lo que escuchan en sus diálogos con las demás personas: sin necesidad de repetir textualmente lo que te dicen, puedes tomar palabras claves de su mensaje e incluirlas en los tuyos en forma natural. De esa forma la otra persona sentirá que el diálogo contigo es más fluido y se siente a gusto. ¿Por qué? Porque al usar algunas de sus mismas palabras se siente más comprendida.
7) Interesarte genuinamente por los demás
El prestar atención y hacer foco en las personas revela una parte de tu carisma a través de la empatía. Quienes no la han desarrollado aún miran sin ver, oyen sin escuchar, están cerca físicamente sin conectar.
Por ejemplo, entre una persona que no participa de una rueda de conversación en una fiesta, y otra que sí lo hace, incluso comentando aspectos de su vulnerabilidad personal, la atención ya sabes hacia dónde se dirige.
En el plano profesional, entre un vendedor que solamente quiere cerrar el trato rápidamente y cobrar su comisión, y otro que tiene un producto similar y fomenta vínculos a largo plazo, puedes intuir con quién se quedará el cliente.
La experta en comportamiento y desarrollo humano Marianne Williamsom afirma: «El carisma es una chispa en las personas que el dinero no puede comprar. Es una energía invisible con efectos visibles». Entonces, ¿Qué tan visible quieres que ese efecto sea en ti? Esa es tu elección.
(*) Daniel Colombo, es Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 30 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach certificado Miembro de John Maxwell Team.
SEGUIR LEYENDO: