“Estos chicos no tienen cultura de trabajo, ¿por qué lo contrataríamos?". “Es muy difícil, seguramente creció con poca estimulación de su familia”. Los prejuicios que giran en torno a posibles candidatos que carecen de experiencia laboral o que muchas veces no encajan en el perfil “ideal” abundan. Pero, ¿y si la respuesta al porqué nunca trabajaron se encuentra en la falta de oportunidades?
De acuerdo a un informe realizado por la Fundación SES y el Centro de Estudios Atenea, utilizando como base las estadísticas del INDEC del segundo trimestre de 2019, seis de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años están desempleados o con empleos informales. Respecto del trabajo, casi el 60% de los y las jóvenes de 18 a 24 no cuentan con un trabajo registrado, mientras que en el rango que va de 25 a 29 años la informalidad desciende al 40%.
Mientras el mundo laboral atrae constantemente a candidatos ansiosos por desarrollar su potencial, son pocos los que salen a buscarlos en donde nadie está mirando. Mientras que todavía se separa la teoría de la práctica y la capacitación, hay personas que pueden transformar el trabajo en un entorno de aprendizaje en sí mismo que devela potencial y desarrolla talento. Y en ese amplio mundo de los que miran donde nadie ve se encuentra Arbusta, una empresa tecnológica que acompaña a grandes organizaciones en sus procesos de transformación digital.
“Una manera de salirse de esa creencia es animarse a conocer. Y cuando nos animamos a mirar distinto, lo que vemos es la posibilidad plena, talento, nativos digitales, actitud, evolución. Vemos el potencial que se despliega si la oportunidad real existe”, explican Carlos March, director de Inteligencia Colaborativa de la Fundación Avina y Andrea Vulcano, licenciada en Ciencias de la Comunicación, en su libro La potencia del talento no mirado (Temas).
Y en esa búsqueda de oportunidades surgen otras realidades, como sucedió con Ana Flores, miembro de la organización: “Antes trabajé seis años vendiendo flores en la villa. Me daba miedo trabajar en otro lado, pero igual quería progresar. Siempre supe lo que quería, pero las circunstancias de la vida no me favorecían y mi timidez tampoco ayudaba mucho. Hay gente que trabaja doce horas porque tiene que mantener a su familia y esa gente no va a poder descubrir sus talentos. Acá en Arbusta podés ir probando caminos”.
En el mercado de trabajo en Argentina, de acuerdo a los expertos, se observa que la posibilidad de los trabajadores de poseer un empleo pleno de derechos se encuentra fuertemente asociada a cuestiones estructurales. El nivel socioeconómico del hogar de pertenencia posee un peso marcadamente superior que los factores de carácter personales como el sexo, la edad o el nivel de educación. A pesar de no ser factores con fuerte determinación, se identifica a las mujeres, los jóvenes y los trabajadores de nivel bajo educativo como los que poseen más inconvenientes en la obtención de un empleo.
“Arbusta nació hace 7 años, cuando Paula Cardenau, Federico Seineldin y Emiliano Fazio desde Njambre, tuvieron la visión de crear una empresa que combinara dos mundos: el de los jóvenes con alto potencial, pero que por el lugar donde viven no son mirados por el mercado, y el de la industria de la tecnología. Empezó en Rosario, con un equipo pequeño. A partir de los primeros proyectos, fue madurando la idea de que jóvenes sin formación previa, que provienen de contextos vulnerables en América Latina, que viven en barrios populares, puedan aprender a trabajar, trabajando, y así dar solución al problema de la escasez de recursos en la industria IT”, comentó a Infobae Clemencia Nicholson, directora financiera de Arbusta.
Conformado por 300 personas distribuida en las oficinas de Buenos Aires, Medellín, Montevideo y Rosario, el equipo está compuesto en un 95% por jóvenes millennials y centennials que provienen de contextos socioeconómicos frágiles.
En este sentido, Nicholson explicó que los jóvenes son el principal activo de la organización: “Son presente y futuro, son nativos digitales con competencias de inteligencia emocional y tienen muchas ganas de aprender. Hoy sabemos que en América Latina se estima que hay 22 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, pero están buscando una oportunidad”.
Pero, ¿qué los hace diferentes? “A diferencia de otras iniciativas, damos empleo genuino, en blanco, y no sólo cursos. Porque si das un curso, pero luego las empresas no contratan a esas personas por el lugar donde viven, por prejuicios, o porque no tienen un título universitario, entonces no ofreces una solución real. Decidimos tener esa mirada diferente, y hacernos cargo. La clave fue la confianza en que el talento es universal, donde lo centennials y millennials aportan su actitud, sus ganas de aprender, de comerse la cancha, de tomar los desafíos y superarse”, enfatizó Nicholson.
Dentro de los valores, desde la organización enumeran:
-Develar el potencial
-Crear valor para los clientes
-Ser personas cada vez más plenas
-Aprender mientras hacen
-Cuidarse el uno a los otros
-Innovar y tomar riesgos
-Ejercer el liderazgo en red
No hay mayor desafío que ver presencia en la ausencia y eso, de acuerdo al libro, es lo que motiva a la organización cuando reivindica el talento ninguneado ya que rescata una capacidad ignorada y sometida a la indiferencia del mercado, interpelando los paradigmas de desarrollo y los estereotipos de perfiles demandados por las direcciones del desarrollo humano.
La llegada de la pandemia
Antes del coronavirus, un argentino pasaba en la oficina unas 40 ó 48 horas semanales trabajando, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Y en ese promedio de 8 horas diarias, el ambiente laboral tenía una gran influencia en la productividad de un individuo: en su capacidad de concentración, su creatividad y su eficiencia a la hora de cumplir con sus tareas, entre otras variables. Hoy, a casi ocho meses de la llegada de esta enfermedad, gran parte de los trabajadores se encuentra realizando sus tareas de forma remota.
“Si bien somos una empresa de tecnología, representa el primer empleo de nuestros colaboradores, y predominaba la idea de que no había madurez suficiente para establecer el trabajo remoto de manera masiva. Por suerte, ellos nos demostraron lo contrario ya que todo el servicio se mantuvo con los mismos estándares que cuando estábamos en las oficinas. Durante estos meses, hemos aprendido mucho sobre cómo seguir siendo una comunidad, a pesar del aislamiento, logramos no sólo mantener la calidad de nuestro delivery, sino también crecer, conseguir nuevos clientes y contratar más personas”, concluyó Nicholson.
SEGUÍ LEYENDO