¿Cómo ser una empresa auténticamente exitosa? Esa es la pregunta de inicio que las organizaciones actuales se deberían hacer de manera permanente debido a los contextos tan cambiantes. La respuesta es simple pero suele estar camuflada en el día a día: los valores organizacionales.
Muchas empresas de todo el mundo se están transformando y simplificando sus estructuras para crear una forma de trabajo más ágil, donde todos los integrantes de la empresa interactúan de manera mucho más fácil y abierta. El objetivo es poder hacer frente a los cambios constantes y capturar a tiempo las oportunidades que esos cambios brindan respetando los valores de la empresa.
Uno de los grandes capitales de la empresa es el factor humano, que tiene que ver con cualidades intangibles como la imaginación, con la creatividad, con la sensibilidad, con la empatía, con la capacidad de proyectar, de conectar con las emociones, y es gracias a ello que se puede hacer la diferencia.
Actualmente hay innumerables rankings y cada uno con diferentes métricas que permiten compararse entre distintas organizaciones. Entre los más populares, se encuentran los rankings vinculados al resultado de las empresas, la rentabilidad, el crecimiento, por la capacidad de innovar, por la estrategia de diversidad, o incluso uno que valora la percepción de los colaboradores.
Pero dentro del abanico de opciones para poder comparar, hay un ranking que aún no ha sido explorado: el de los valores en los que las empresas basan sus decisiones. Si vemos los casos Enron, Odebrecht, los cuadernos de la corrupción, pasando por tantísimos otros de acoso sexual, abuso de poder, discriminación, negociaciones incompatibles, entre otros, podemos concluir que la mayoría de las empresas que si bien eran muy rentables tienen una materia que jamás la tuvieron en cuenta: qué valores iban a utilizar a la hora de definir cada curso de acción, qué iban a priorizar por sobre otras acciones.
El clima laboral y los valores organizacionales son factores intangibles indispensables para el buen funcionamiento de las organizaciones. Además de fidelizar el talento, crear un ambiente adecuado de trabajo e incrementar el compromiso y la productividad de los empleados, fomenta la cultura y la identidad corporativa.
Y es que al igual que el factor humano, los valores son importantes y se traducen en la esencia de la misma. Es poner en palabras las creencias más firmes; tratar de verbalizar el alma de la empresa, es decir, lo más profundo de la organización: entender cuál es el límite que no se quiere cruzar. Es el GPS moral, es la definición que determina para donde debe moverse y es fundamental especialmente en los momentos más turbulentos.
Lo cierto es que los valores son la base de la cultura corporativa y la manera de entender cómo se hacen los negocios. Deben ser compartidos con todos los integrantes y fundamentalmente vivirse en el día a día. Ojalá que las empresas puedan experimentar un contexto en donde al ranking de los valores organizacionales sea el más respetado, prestigioso, admirado y -por qué no- el mas aspirado. Y así sin duda empezaremos a transitar en una era mucho más humana y mucho más vivible.
*Alejandro Melamed es contador público y doctor en Ciencias Económicas (UBA) y especialista en Recursos Humanos. Autor de varios libros entre ellos Diseña tu cambio (2019) y El futuro del trabajo y el trabajo del futuro (2017).
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