Cuando surge la ignorancia, o el miedo de cualquier origen, aparecen los mitos–en este caso sexuales- como una forma defensiva de luchar contra ellos, para explicar lo inexplicable. Los mitos son creados popularmente y forman parte de las etapas pre-científicas de la humanidad. Pero, sin embargo, persisten e insisten. Sirven como corazas "ansiolíticas" explicando situaciones, formas fisiológicas y encuentros sexuales, que no resisten la observación o la experimentación, o la experiencia cotidiana de nivel científico.
Contrariamente a lo que se supone, los mitos no son patrimonio de la gente inculta o primitiva. También sobrevuelan en la mente de personas instruidas y, aunque cause asombro, pueden transportarse en consejos o indicaciones de los profesionales médicos o psicólogos, obviamente no formados ni educados sexualmente. La información y la calidad de la misma ha tenido una expansión notable desde mediados del siglo XX hasta el presente.
Las personas están mucho más críticas y minuciosas, y la presencia de la mitología sexual se ha reducido significativamente. Sin embargo, conviene no engañarse: diluidos muchos mitos, son sustituidos por otros. Antiguamente, se suponía que los problemas sexuales de toda índole eran no abordables y casi siempre incurables. Hoy, nos hemos pasado hacia el lado opuesto: la gente suele pensar que el abordaje y la cura de un problema sexual es fácil, con comprimidos o inyecciones que lo aliviarán en forma instantánea. Y no es extraño que, en muchos casos, se piense en la terapéutica como una "vacuna". Es obvio que la educación sexual es la respuesta racional a todas estas ideas ilógicas.
¿Qué mitos rigen nuestra vida?
Se trata de una idea, o un conjunto de ideas, muy cargadas de emocionalidad, transmitidas fundamentalmente por vía oral, sostenidas a través de generaciones, y que tienen pretensión de ser verdades. Siguiendo algunos autores, dividiremos los mitos sexuales por género para poder explicarlos mejor.
Mitos sexuales femeninos
• La sexualidad de una mujer termina con la llegada de la menopausia. No es cierto. El sexo en la menopausia es muy gratificante y aún después de ésta se puede seguir viviendo la sexualidad a pleno.
• Cuanto más grande sea el pene, mayor placer sentirá la mujer. El tamaño no importa. De hecho, un pene muy grande puede ser molesto y no estimula el primer tercio de la vagina que es el más sensitivo y donde se encuentra el Punto G.
• No es correcto que ella sea quien tome la iniciativa sexual. Hoy en día se sabe que tanto ella como él pueden tomar la iniciativa.
• El orgasmo debe llegar con la penetración del pene. No siempre ocurre. Algunas tienen orgasmos cuando son penetradas, otras necesitan de estimulación directa en el clítoris.
• Tener relaciones sexuales durante la menstruación no es saludable, es sucio y peligroso. Mentira: no hay estudios que den por cierto este mito. El sexo durante la menstruación puede ser igual de placentero que cuando la mujer no está teniendo su período.
• Las mujeres no experimentan orgasmos nocturnos. Este mito es correlativo a que las mujeres no se masturban, o lo hacen muchísimo menos que los hombres. Podemos afirmar que las mujeres sí tienen sueños eróticos y un porcentaje altamente significativo tiene orgasmos nocturnos. Muchos ponen en duda estas afirmaciones, porque -a diferencia de los hombres- no existe señal externa alguna que denuncie orgasmos en una mujer.
“Contrariamente a lo que se supone, los mitos no son patrimonio de la gente inculta o primitiva. También sobrevuelan en la mente de personas instruidas, pero obviamente no formadas ni educadas sexualmente”.
• Las mujeres eyaculan al igual que lo hacen los hombres. Se acepta, en general, que las mujeres no eyaculan. Sin embargo, se constata esporádicamente que hay algunas que, llegado el clímax, emiten un líquido al que, exageradamente, se llama "eyaculación femenina".
Mitos sexuales masculinos
• Las poluciones nocturnas indican un trastorno sexual. ¡Falso! También denominados "sueños húmedos", son característicos de la vida adolescente o juvenil. El desarrollo de la actividad sexual alcanza su punto máximo alrededor de los 16 a 22 años de edad. La sabia naturaleza privilegia la reproducción y, para ello, llena a pleno los conductos eyaculatorios de líquido seminal y los hace llegar "al borde". Esos líquidos, prontos para desbordar, lo suelen hacer en horas nocturnas, cuando la corteza cerebral "duerme" y se liberan los centros inferiores.
• Los problemas de erección masculina son una enfermedad irreversible. Es erróneo. Aún en hombres mayores esta condición es tratable. Y, en pleno siglo XXI, es fácilmente reversible.
• La erección significa masculinidad. Es erróneo. El término de masculinidad o virilidad se refiere a otro campo, en donde la erección no suele tomarse en cuenta.
• El hombre no debe decir nunca que no al sexo. El hombre puede negarse al sexo cuando así lo quiera, sin que esto implique una falta en su hombría.
• El hombre no tiene Punto G. Esto es completamente falso. El Punto G masculino sí existe y es motivo de gran placer para ellos. Está alojado en la próstata.
• La vasectomía reduce el apetito sexual. Otra mentira. En esta cirugía no se dañan tejidos importantes que tengan relación con el deseo sexual.
Es lastimoso que en esta época muchas personas limiten su sexualidad por los prejuicios que los mitos falsos provocan. Los hombres y mujeres de hoy deben tener una mentalidad abierta y juiciosa acerca de la sexualidad. Deben atreverse a informarse, estudiar y refutar los mitos que en muchas ocasiones ponen límite al placer del sexo responsable. Deben animarse a ser ellos mismos quienes se enteren de la verdad acerca de las grandes falsedades que se han construido con el pasar de los años acerca de la sexualidad humana. Ya es hora de que acaben los mitos sexuales que encubren lo maravilloso de una vida sexual plena y saludable.
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