Establecer límites y mirar hacia adentro: cómo sentirse satisfecho en el lugar de trabajo

Muchas veces no es la tarea en sí lo que hace sentir mal al empleado en la oficina, sino los obstáculos causados por las relaciones con los compañeros o jefes. Cómo cambiar radicalmente el ambiente del lugar de trabajo

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Nuestro empleo ocupa una gran
Nuestro empleo ocupa una gran parte de nuestra vida.

Hay personas que no se sienten satisfechas en su trabajo. El problema no radica en una cuestión laboral en sí, sino en las dificultades que nos ponen nuestros propios compañeros, clientes o jefes. Con frecuencia, no colaboran y nos provocan más estrés que las tareas laborales. Nuestro empleo ocupa una gran parte de nuestra vida. La mayoría de las personas pasamos más tiempo en la oficina que en casa y, en la mayoría de los casos, nuestra mente sigue en el trabajo aun cuando estamos fuera de él.

Con base en esto, el hecho de no estar cómodos en la oficina se convierte en un problema enorme que debemos resolver urgentemente. ¿Por dónde empezamos? Por uno mismo, como siempre.

Dominate

Si tu jefe parece ignorarte o tenés un cliente que siempre llama para quejarse, hagas lo que hagas, seguramente entendés de qué estamos hablando. Cualquiera sea la persona que cause tu agotamiento mental y te saque el entusiasmo por ir a trabajar, tenés que saber que es más fácil que cambies vos que esperar a que todo el resto cambie.

Evaluá un día en tu oficina. Mañana, cuando vayas a trabajar, ponete en evaluación constante. Analizá qué momentos y quiénes te provocan esa sensación de tristeza, bronca o de agotamiento.

Mirá hacia adentro. Cuando alguien hace algo que nos molesta, como tratarnos mal sin razón, enseguida surgen reacciones automáticas. Son aquellas que no controlamos, que salen sin pensar. Por lo general, estas reacciones son las que provocan que nos enganchemos con la actitud del otro y terminemos yéndonos enojados y mal a nuestras casas. Identificá tu manera de reaccionar cuando alguien te ataca.

Estas reacciones son las que
Estas reacciones son las que provocan que nos enganchemos con la actitud del otro y terminemos yéndonos enojados y mal a nuestras casas

Establecé tus límites. Determiná hasta dónde llega tu paciencia. Establecé tus propios límites de acuerdo con tu personalidad, tus valores y tu capacidad de tolerancia. Una vez que hayas hecho esto, es importante que no dejes que nadie los traspase y que mantengas en pie tu nueva postura de protegerte de los maltratos.

Aceptación. Comenzá a aceptar determinadas situaciones que serán siempre parte de tu día a día. Ya sabés que tu rutina laboral está formada por sus momentos buenos y por aquellos obstáculos que no vas a poder evitar, como la reunión con un superior tuyo que es mal educado, o ese cliente que llama siempre para quejarse.

Respirá hondo, no dejes que la agresión del otro traspase tus
límites y controlá tus reacciones automáticas.

Identificá cada momento

Una vez que empieces a cambiar tu actitud con respecto a las relaciones negativas, tenés que aprender a puntualizar los síntomas que te indican que no lo estás haciendo del todo bien. ¡Atento!

Síntomas físicos: Dientes apretados, cuello rígido, acaloramiento, dolor de espalda e insomnio. Identificá por qué aparecen estas sensaciones y dolores.

Síntomas mentales: Los pensamientos obsesivos, las distracciones recurrentes, ideas de venganza o violentas. Por lo general, estos síntomas aparecen cuando alguien te hace sentir inferior o te trata mal frente a otros.

Esa emoción nos bloquea, y
Esa emoción nos bloquea, y las emociones negativas que nos invaden terminan condicionando nuestro día a día

Síntomas emocionales: Bronca, pánico, ansiedad, vergüenza o desesperación son algunas de las emociones que podés sentir en los momentos en que te agreden.

Una vez analizadas estas molestias, podrás comenzar a identificar el foco de tu angustia. Luego, vendrá la etapa del trabajo, ese intenso camino que deberás recorrer para superarlo y lograr armonía, también en el trabajo.

4 pasos para liberarse  

Cuando alguien que trabaja con nosotros tiene una mala actitud, tendemos a enojarnos o a ponernos mal. Esa emoción nos bloquea, y las emociones negativas que nos invaden terminan condicionando nuestro día a día. La clave está en no engancharnos con las actitudes del otro. ¡Logralo en cuatro pasos!

1. Liberate físicamente: Respirá hondo para liberar tu bronca y volvé tu atención a lo que sea que estés haciendo en ese momento. Concentrate en tu respiración y sentí cómo tu cuerpo deja ir lentamente los sentimientos negativos que te invadieron de repente. No busques las salidas fáciles que alivian la tensión, pero no hacen bien a tu salud, como comer compulsivamente, fumar o tomar alcohol.

2. Liberate mentalmente: Analizá lo más rápido que puedas la situación presente. Preguntate lo siguiente: ¿Qué está pasando? ¿Quién está causando mi malestar? ¿Qué puedo hacer para no sentirme mal? ¿Qué reacciones automáticas debo evitar? ¿Cuáles son mis opciones?

Los problemas sólo afectarán eternamente
Los problemas sólo afectarán eternamente a quien así lo decida (Getty)

3. Liberate verbalmente: Se trata de buscar la forma correcta de hablar para resolver el problema y salir de ese momento incómodo. Tenés que buscar las palabras que te permitan poner un límite firme, sin perjudicar tu trabajo. Debés ser claro y directo, sin ser irrespetuoso y agresivo.

4. Liberate con una herramienta de trabajo. Hoy en día, existen miles de formas de comunicarte con tus compañeros o jefes gracias al avance de la tecnología. Una de las más utilizadas es el e-mail. Si te quedó algo por decir después de una reunión o querés comunicarte con esa persona que te agredió, pero no te sentís seguro como para hacerlo en persona, podés intentarlo vía mail. De todos modos, esto debe ser algo temporario; en algún momento, vas a tener que enfrentarlo cara a cara.

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