Nada es para siempre: cómo atravesar y superar una crisis

Pasar por momentos que desestabilizan es inevitable. Pero aun en medio de las situaciones más desafiantes, se pueden descubrir y aprender nuevos recursos y capacidades para enfrentarlos con éxito

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A los seres humanos nos gusta pensar que la estabilidad es la regla y los momentos de crisis, la excepción. Tan inoportunas, rara vez bienvenidas, las crisis nos recuerdan que la vida está llena de recodos y sorpresas que no siempre responden a nuestra minuciosa planificación.

Una ruptura sentimental, la pérdida de un ser querido, una mudanza a un lugar distante, un despido, un embarazo no planeado… Las crisis son tan diversas como queramos pensarlas. Algunas nos golpean duro, como las enfermedades; otras nos dejan atónitos, sintiendo que el orden que hasta ayer teníamos en nuestras vidas hoy ya no existe y, como en los juegos de
naipes, se impone barajar y dar de nuevo.

Lo que las crisis tienen en común es que vuelven inestable el suelo firme en
el que estábamos parados. Todas nos invitan a repensar nuestra vida y a tomarlas como una oportunidad de crecimiento y transformación. Y cuando nos ponemos cara a cara con lo que la crisis nos revela, podemos descubrir que el terremoto existencial nos ayudó a crecer, a veces, en direcciones sorprendentes y maravillosas.

Nada es para siempre

"Una crisis es un cambio brusco e inesperado, que produce una alteración en la experiencia normal de la vida. Se trata siempre de un cambio para el que no estamos preparados; si lo estuviéramos, no sería una crisis", dice el doctor José Luis González de Rivera, psiquiatra y presidente de la Asociación Española de Psicoterapia.

Para describir la incertidumbre que generan las crisis en cuanto aparecen, el doctor González de Rivera explica: "De repente, nos damos cuenta de que algo ha cambiado y entramos en un mundo totalmente diferente en el que todo parece funcionar según reglas distintas. Descubrimos con pavor que hemos perdido el control de la situación y que no tenemos ni idea de cómo recuperarlo". Pero, ¿qué genera una crisis en quien la padece?

-Rompe la sensación de continuidad psíquica.

-Exige una intervención, decisión o transformación.

-Activa las reacciones emocionales más dispares.

-Obliga a replantearse el sentido de la propia vida.

En síntesis, toda crisis produce cambios. Sus consecuencias pueden ser beneficiosas o perjudiciales, de acuerdo a cómo sean estas inevitables transformaciones que afectan nuestra psiquis y nuestros sentimientos.

Aunque siempre transitorias –ninguna crisis dura para siempre–, desatan todo tipo de emociones. "Las personas en crisis tienden a experimentar alteraciones de su estado psicológico habitual, por dificultades que no consiguen compensar. Tienen la sensación de que son incapaces de resolver el problema que sufren", dice González de Rivera.

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Las emociones más frecuentes que surgen en un momento de crisis, apunta, son angustia, desorientación, frialdad, escepticismo y desesperación. "En estas condiciones -prosigue González de Rivera- es fácil perder el equilibrio psicológico y desarrollar todo tipo de alteraciones emocionales y de conductas destructivas ante ese problema que se considera irresoluble".

Cambia tu vida

Bill Ohanlon, autor del libro Crecer a partir de las crisis, señala algunos aspectos positivos de las crisis:

-Pueden funcionar como avisos. "Sin embargo, siempre cabe la opción de
obviarlas, dejar que el contestador automático grabe el mensaje y optar por
resolver el problema más adelante. Pero, ante esta opción, nos arriesgamos a que surjan más crisis, y todavía mayores, en el futuro", advierte.

-Nos ayuda a tomar conciencia de viejos hábitos que no funcionan y a entender que el estilo de vida que hasta el momento hemos llevado ya no sirve.

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-"Nos empujan a actuar, borrar el disco duro y vaciar el armario del salón con el fin de dejar espacio para las novedades que vayan a tener lugar", asegura.

-Nos pueden forzar a introducir cambios significativos en nuestras vidas.
"Todos tendemos a alejarnos un poco de nosotros mismos y de lo que en realidad somos", dice Ohanlon. "En este sentido, las crisis pueden ser el momento e incentivo idóneo para llevar a cabo esos cambios tan difíciles"

Superación

La licenciada en psicología Ana Muñoz, directora de Cepvi.com, un portal sobre psicología, medicina y salud, señala que el concepto clave para enfrentar las crisis es nuestra capacidad de recuperación.

En este proceso, según explica, intervienen ciertos recursos psicológicos que nos permiten hacerle frente con éxito. Ellos son:

-Capacidad para tolerar y manejar emociones intensas. Muñoz sugiere utilizar metáforas para describir los propios sentimientos. Por ejemplo, algunas personas se sienten como si estuvieran en un pozo profundo del que no pueden salir; otras, como si estuvieran sosteniendo una pared que va a desmoronarse sobre ellos, etc. Después, hay que tratar de transformar estas
imágenes: imaginar, por ejemplo, que uno se separa del muro poco a poco y lo deja caer despacio. Esto servirá para neutralizar ciertas emociones.

(Getty)
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-Capacidad para estar solo sin sentirse solo. Servirá para que una persona pueda valorarse, conocerse y apreciar ciertos rasgos de su personalidad. Escribir un diario íntimo puede ser de ayuda.

-Capacidad para calmarse a uno mismo. Es bueno contar con una red de apoyo en los momentos críticos, pero también hay que desarrollar la capacidad para consolarse a uno mismo.

-Capacidad para moderar las autocríticas o la culpa. En medio de las crisis, los autorreproches son frecuentes. Hay que centrarse, en cambio, en los aspectos positivos de la propia personalidad. Pensar en cómo se resolvió exitosamente otra situación crítica ayuda a reconocer lo mejor de cada uno.

Salir fortalecidos

¿Cuál es el aspecto positivo de una crisis? En la mayoría de los casos, aprendizajes que deja, en términos de autoconocimiento o de desarrollar mejores habilidades y recursos personales. Las crisis, dice el doctor José Luis González de Rivera, "obligan a enfrentarse a ellas de manera activa y total.

Por eso se dice que las crisis son oportunidades para el crecimiento personal, pues el éxito en ese esfuerzo favorece el desarrollo y la integración de la personalidad". "Todas las crisis siempre nos dejan algún aprendizaje -concluye la Lic. Lotero-. Es a través de ellas que nos replanteamos cosas que de otra manera nunca lo hubiéramos hecho y es una forma más de poder analizar nuestras propias capacidades de resolución de problemas y de lograr un mayor conocimiento de nosotros mismos. A través de ellas también identificamos nuestras propias emociones y lo importante es
poder aprender a sentirlas y expresarlas. Todos estos conocimientos nos
permiten poder crecer y tener una mejor calidad de vida".

Una crisis te propone un viaje de autoconocimiento que puede ser arriesgado y poco confortable. Pero cuando logres atravesarla y llegues al otro lado del puente, advertirás que resurgís cambiado, más consciente de tus capacidades y mejor armado para los próximos desafíos que te proponga la vida.

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