Sostener un estilo de vida optimista no siempre es sencillo. Es un ejercicio que requiere claridad de ideas, audacia y dedicación. Pero es importante destacar que cuando hablamos de optimismo estamos lejos del autoengaño, de escapar de los problemas creyendo que todo saldrá bien o de repetir ingenuamente afirmaciones positivas, esperando que, por arte de magia, nuestra vida sea plena. El optimismo inteligente no tiene nada que ver con eso, sino que está ligado a la fortaleza, la energía, el esfuerzo y la voluntad con que encaremos cada objetivo de nuestra vida.
Centrarnos en las ventajas y no en los costados negativos, aprender de los desengaños y crecer a partir de ellos, y resaltar las oportunidades en lugar de los obstáculos son actitudes claves a la hora de comenzar a practicar el optimismo inteligente. Pero como todo proceso serio y profundo, requiere de tiempo y trabajo. Te ofrecemos siete estrategias infalibles para allanar tu camino hacia el pensamiento positivo.
La idea es construir nuestras vidas en torno de nuestros puntos fuertes y ya no alrededor de nuestras limitaciones
¡Pará tus antenas!
Detectar los pensamientos negativos que rodean tu vida, ya sea respecto de vos mismo como de los demás, es el primer paso para ser un optimista inteligente. Todo eso que rodea y obstruye tu vida es bueno, en principio, identificarlo. Resulta simple: en lugar de esforzarte en pensar positivamente, concentrate en eliminar los pensamientos de sabotaje. Se
ha comprobado que sólo detectamos un 30 por ciento de los estímulos dañinos que recibimos. El otro 70 por ciento queda en nuestra cabeza, afectando nuestras decisiones y nuestro ánimo. La detección precoz es la clave.
Hábitos positivos
La esperanza dirige nuestra imaginación hacia lo positivo, nos proporciona energía y nos moviliza, porque funciona como un catalizador para la acción. En cierto modo, es tratar de vivir esperanzados; pensar en posibilidades, respuestas y soluciones, y dejar a un lado las derrotas, las limitaciones y los miedos. Es importante ejercitar esta capacidad con frecuencia para alcanzar con éxito las oportunidades que nos presente la vida, recuperarnos de los reveses y para ser felices en el proceso.
Un gran actor
Comportarte en tu vida como si fueras un gran optimista, aunque todavía no sea uno de tus dones, es un buen punto de partida. Conviene empezar por las pequeñas cosas que podemos incorporar con más naturalidad, como las expresiones. ¡Actuá! Que tu cara tenga la expresión de lo que te gustaría sentir realmente. Diversos estudios médicos demuestran que al mover ciertos músculos de la cara para sonreír, se pueden lograr cambios emocionales significativos. Entonces: movete, respirá, caminá y hablá como lo harías si fueras un optimista inteligente. Puede resultarte un poco forzado, pero esa sensación durará menos de lo que te imaginás.
La alegría de vivir
¿Qué te aportan los enojos, los resentimientos o la rabia? ¡Reconciliate con el mundo! No dejes que la agresividad te domine, y aprendé a aceptar y a perdonar. Apreciá lo bueno que tenés, sin olvidarte de ser agradecido. Para que resulte más efectivo, verbalizá tus pensamientos positivos y hacé públicas tus intenciones de perdón. En poco tiempo, vas a sentir cómo estos nuevos sentimientos te renuevan de adentro hacia afuera.
Diversos estudios médicos demuestran que al mover ciertos músculos de la cara para sonreír, se pueden lograr cambios emocionales significativos
Ejercitá tus talentos
Todavía más importante que pulir tus defectos es desarrollar tus potenciales. No importa qué sea lo que te sale mejor: podar el jardín, hacer origami, vincularte con los demás o escribir poesías… ¡todo vale! Redescubrir tu inteligencia y dejarla salir a flote hará que te sientas mucho más alegre y motivado.
La idea es construir nuestras vidas en torno de nuestros puntos fuertes y ya no alrededor de nuestras limitaciones. ¡Todos tenemos talentos! Si todavía no conocés los tuyos, pensá en qué cosas aprendés con más facilidad. Lo más probable es que en alguna de esas áreas esté tu verdadero potencial.
Empezá a desarrollar esas actividades que te hacen sentir bien, al menos de forma recreativa y en tu tiempo libre. Vas a ver qué buenos resultados traen a tu rutina.
Dejate fluir
Cuando eras un nene, dejabas que un juego o el esfuerzo por aprender algo nuevo te absorbieran y te fascinaran. ¡Seguí haciéndolo! Esa atención especial que ponemos en el momento en que hacemos ciertas actividades placenteras se denomina "fluir" y es muy beneficiosa. Cuando hacés algo, no permitas que tus pensamientos te distraigan y te lleven hacia preocupaciones relacionadas con el pasado o el futuro. ¡Viví el presente! Disfrutá tus tareas seriamente y con ojos renovados. Afrontá las cosas que no te interesan con una mirada nueva, como si fuera la primera vez que lo hacés, y convertí el aburrimiento en un reto que te permita alcanzar un nuevo talento en tu lista.
¡Afuera los monólogos tóxicos!
Desde chiquitos, cuando empezamos a utilizar el lenguaje, la interpretación que damos a las cosas que nos ocurren forja ciertos hábitos. Obviamente, esos hábitos están influenciados por aquello que piensan los demás (padres, maestros). Con el paso de los años, es probable que alguno de esos viejos discursos ya no te sirva. No importa qué edad tengas o cuán aferrado estés a esas creencias sobre la vida, nunca es tarde para eliminarlos y reemplazarlos por otros más apropiados.
Para eso, primero que nada, tenés que detectar cuáles son esos monólogos tóxicos que limitan tu vida. Entonces, pensá una nueva interpretación, más positiva y creativa, que se ajuste mejor a quien querés ser. Tené siempre presente las alternativas que elegiste implementar, porque los viejos hábitos van a querer seguir imponiéndose. Si sos firme y ponés en práctica estas estrategias, lo más seguro es que lo consigas con gran éxito.
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