A lo largo de sus años en Japón, Dominique Loreau, autora de El arte de simplificar la vida, descubrió que la simplicidad enriquece infinitamente la vida, a la vez que libera de prejuicios y restricciones. Consiste en poseer poco para encontrar la libertad de llegar a lo esencial, lo que se traduce en elegancia, bienestar, serenidad y belleza. El arte de simplificar la vida traslada las enseñanzas zen al mundo occidental. En esta nota seleccionamos algunas de sus claves.
Comé menos, pero mejor
Vivimos rodeados de sobreabundancia y los problemas de obesidad son cada vez más frecuentes. Una alimentación de mala calidad puede acarrearnos consecuencias graves, sobre todo porque nos priva de nuestras energías poco a poco. Aligerar las comidas es alargar la vida
Adoptá el lema "menos es más"
Necesitamos quitar del medio cosas que nos estorban para poder ver nuevas perspectivas. La sencillez consiste en poseer lo justo para abrirse camino a
la esencia de las cosas. No enredarnos con posesiones, relaciones o compromisos que nos generan estrés.
Andá ligero de equipaje
Muchos asociamos los bienes materiales a nuestra identidad, nuestra imagen y nuestros logros vitales. Por eso, cuantas más pertenencias tenemos, más seguros y "realizados" nos sentimos.
No te aferres a las cosas
Simplificar obliga a elegir, y eso nos complica. Así, vivimos rodeados de objetos que dejaron de tener valor y que ya no nos son útiles, pero que no tenemos el coraje de regalar, tirar o vender. Si nos aferramos al pasado, podemos olvidarnos de que vivir es cambiar.
Optá por el minimalismo práctico
La economía en el arte de vivir es una filosofía práctica porque mejora la calidad de vida. Pero se necesita disciplina y lucidez. Reflexioná sobre lo que podrías hacer para llevar una vida más fácil: ¿qué es lo que me complica?, ¿vale la pena?, ¿cuándo soy más feliz?, ¿tener es más importante que ser? Redactá una lista que te aclarará el panorama.
Apostá por una casa zen
Según los principios del zen, cuando una casa tiene sólo lo justo para las necesidades, entonces se convertirá en un remanso de paz. Tu casa debe ser un lugar de reposo, una fuente de inspiración, un área terapéutica. Elegí una decoración sencilla, funcional, ordenada, serena y alegre.
Cuidá de la salud de tu hogar
Una casa con "mala salud" tiene los armarios, los cajones y las estanterías repletos de cosas… y nunca se encuentra nada. Simplificá tu vida "curando" tu hogar.
Elegí sólo lo mejor
Los objetos son recipientes de nuestras emociones, por eso deben proporcionarnos tanto placer como utilidad. Rechazá lo que no te gusta o no encaja con el entorno. Tené pocas cosas pero con sentido.
Regalá lo que no uses
¿Qué tenés y qué necesitás? Sé sencillo y armónico. Desechá lo que no te queda bien o que no usaste durante el último año.
Decidite por un vestuario básico.
Pensá en tener "prendas de verdad". Esto sería ropa clásica o equipos básicos combinados con tres conjuntos perfectos para tres ocasiones diferentes (trabajo, tiempo libre y noche).
Aprendé a ser ordenado
El desorden neurotiza. Cuando ordenamos lo que nos rodea, organizamos nuestro interior. Pensá: un lugar para cada cosa y cada cosa en su justo lugar; el orden ahorra tiempo y deja que la memoria descanse.
Liberate de los papeles
Anotá inmediatamente en tu agenda números nuevos y compromisos; contestá tus e-mails apenas los recibas; tirá revistas, diarios y folletos que ya no sirvan; clasificá documentos en tu computadora.
Hacé de la limpieza doméstica un arte
Que sea algo placentero y para compartir con la familia. Distribuí tareas según el calendario, usá sólo dos o tres productos de limpieza, completá un área antes de pasar a la otra.
Moderá el consumo
En especial, de las cosas que no son estrictamente necesarias. Hacé las compras con una lista previa, no adquieras cosas inútiles, no pases tu tiempo libre en el shopping, instalá lámparas de bajo consumo, moderá la temperatura de tu casa sin excesos de frío ni de calor.
Mejorá tu relación con el dinero
Recordá que es más importante ser que tener; optá por las actividades gratis o baratas, como leer, escuchar música, jugar con tus hijos o salir con amigos; escapate del círculo "trabajar para ganar más".
Adaptá la pirámide de Maslow
El psicólogo norteamericano Abraham Maslow estableció una jerarquía de necesidades compuesta por cinco plataformas; desde la base: necesidades fisiológicas (comer, dormir…), seguridad (protección contra el daño), aceptación social (afecto, amor, pertenencia…), autoestima y autorrealización.
Gestioná bien tu tiempo
Cada vez que empieces una tarea, valorá por encima, nunca por debajo, el tiempo que te insumirá. No te eternices con tareas inútiles ni seas demasiado detallista, y aunque sea obvio, ¡no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!
Organizate en el trabajo
Hacé una lista de prioridades; realizá las tareas según el momento (las primeras horas son óptimas para lo que requiera memoria a corto plazo), tomate un respiro cada dos horas, no quieras controlar todo y olvidate del trabajo en casa.
Cada cosa a su tiempo
La impaciencia desgasta, cultivá el sosiego: hablá despacio, da un paseo cada media hora, dedicá treinta minutos por día a un proyecto personal, adoptá un ritmo de vida más lento y realizá una tarea por vez. Te ayudará a relajarte.
Simplificá tus relaciones
Intentá no contestar siempre tu celular, aprendé a decir que no de un modo cordial pero firme, no confrontes si no vas a llegar a ningún lado, escuchá prestando atención, evitá las relaciones por interés, no hables por hablar, y cuidate, eso no tiene precio. Compartí tu vida con aquellas personas que valoran como sos.
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