Feng shui en la familia: claves para ponerla en práctica

Así como reacomodar los muebles utilizando determinados colores armoniza la casa, las relaciones familiares pueden mejorarse aplicando simples principios de esta técnica oriental

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La filosofía del feng-shui, que quiere decir viento y agua. Indica de qué forma deben colocarse los elementos en el espacio para permitir que la energía fluya armónicamente. Aunque resulte extraño, sus principios también pueden aplicarse a los vínculos de familia y transformar así al hogar en un verdadera fuente de bienestar y energía para todos los que viven en él.

Como sucede con los cambios de decoración de muebles y de objetos dentro de casa, los vínculos pueden redirigirse armoniosamente: Una regla de oro del feng shui de las relaciones familiares es que la convivencia es una cosecha de aquello que se sembró. Si se siembra gritos y descontento recogeremos exactamente eso, mientras que si sembramos calidez y alegría, cosecharemos sentimientos y actitudes positivas.

Tan importante es esta premisa que también la han considerado la Biblia y el Talmud, los libros sagrados del cristianismo y del judaísmo. Ambos indican que cuando nos centramos en el otro y nos disponemos a amarlo, es decir, a brindarle lo mejor, cuando invertimos esfuerzo y empeño, éste responde con buena onda a nuestra buena onda y de esta forma contribuimos a la conformación de un círculo virtuoso.

Hay dos momentos clave en el día para lograr la armonía del hogar: uno es el despertar y el otro se produce al entrar la casa, luego de la jornada de trabajo o de cualquier otro tipo de salida. Durante la mañana uno se prepara para salir al mundo. Si se hace luego de una pelea familiar o de un desayuno silencioso pero hostil, se tendrá menor rendimiento en las actividades y se volverá al hogar con  energía en baja o negativa, con lo cual se alimentará  un círculo vicioso.

Así como el feng-shui tradicional trata de blindar la casa y a quienes viven en ella, en la versión familiar debería sintonizar el espíritu de cada mañana en la mejor frecuencia: besar a la pareja o a los hijos, compartiendo un desayuno cordial o simplemente con una actitud armónica. Lo mismo se debería hacer al regresar a casa, dejando afuera los posibles sinsabores del día.

Tener cuidado con la fuga de energía. El feng-shui tradicional recomienda reducir al máximo la posibilidad de que la energía positiva se vaya del hogar, cerrando, por ejemplo, la puerta del baño. Las peleas continuas son también una forma de energía. Por eso, es necesario tener  claro que ni los hijos ni la pareja deben ser los chivos expiatorios de los problemas. Un ejercicio de introspección ayudará a no depositar en ellos los problemas y las pequeñas frustraciones diarias.

Además de decorar, las plantas y flores renuevan las energías y alejan las malas “vibras” (Getty)
Además de decorar, las plantas y flores renuevan las energías y alejan las malas “vibras” (Getty)

El hogar debe ser un refugio. Cuando alguien abraza con cariño uno se siente protegido. Para convertir al hogar en un abrazo simbólico, se puede probar preparando una comida especial para la familia, haciendo algún regalito o simplemente preguntado cómo fue el día. Deponer la hostilidad no sólo hará crecer como personas, sino que también ayudará a que quienes rodean que también depongan la suya y, así, armonizar el hogar.

Para poner en práctica tácticas y lograr la armonización familiar 

– No culpabilizar al otro por los propios enojos, las pequeñas frustraciones diarias o el mal humor. De esta forma sólo estará alimentando la dinámica del círculo vicioso.

– Establecer acuerdos con la persona con quien se comparte la vida y no infringirlos, porque en la pareja, como en todas las relaciones, un pequeño roce puede encender una gran llama.

– No esperar resultados espectaculares. A todo hay que darle su tiempo, pero si se mantiene una actitud positiva, muy pronto se podrá evitar el círculo vicioso para entrar en el círculo virtuoso.

– Tratar de mantener un orden flexible. Una casa ordenada y limpia predispone mejor a sus ocupantes. Sin embargo, estar siempre atento, porque cuando se vive al servicio de ese orden, éste se transforma en una esclavitud. Por eso, no poner el grito en el cielo por una herramienta fuera de lugar. El desorden doméstico se recompone más fácilmente que el desorden afectivo que significa una pelea.

– De vez en cuando, regalar a la casa algún adorno que aporte buena energía: flores, velas aromáticas, un mantel colorido. Además, proponerse a comprometer al resto del grupo a regalar lo que ya no se use para hacer espacio a lo nuevo, a lo que se renueva.

– Tratar de escuchar al otro siempre, y de comprender sus problemas sin culpabilizarlo por ellos. El sentimiento de culpa no ayuda al buen vínculo familiar.

– No poner como ejemplo 'lo que debe ser'. Todas las personas son diferentes y aunque pertenezcan a una misma familia. La unión familiar no debe basarse en la homogeneidad absoluta, sino en la armonización de la diversidad.

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