Nos juramos amor eterno, prometimos estar unidos durante toda la vida, y nos dijimos que cada uno era la razón de existir del otro. Sin embargo, con el paso del tiempo, casi sin que nos diéramos cuenta, la pareja deja de ser esa antesala del paraíso que nos habíamos prometido alcanzar mutuamente, para transformarse en una sucursal del infierno.
Si tu relación de pareja hace un tiempo que no te satisface es posible que el vínculo haya entrado en un cono de sombra y se debata en un círculo vicioso del que no se puede salir. El amor que parecía eterno convirtió ahora en una sustancia tóxica que más que alimentar la felicidad, parece envenenarla, enfermarla, hacerla desfallecer.
¿Por qué el amor puede convertirse en un sentimiento tóxico? Porque muchas veces somos esclavos de modelos adquiridos de manera inconsciente. A estos patrones los hemos "aprendido" de la relación de nuestros padres, a partir de creencias erróneas respecto del amor que hemos incorporado sin darnos cuenta, o bien obedecen a una autoestima baja que nos impulsa a jugar el juego del "gato y el ratón" en el que uno de los integrantes de la pareja se torna en perseguido y el otro en perseguidor.
A veces este rol es ejercido de manera fija por uno de los dos. En otras oportunidades, en cambio, es "actuado" por uno y por otro alternativamente. En todos los casos, la toxicidad es la misma. Por eso, es preciso preguntarse y responder a conciencia: ¿qué rol juego en la pareja? ¿Estoy atrapado en un vínculo tóxico? ¿Cómo es que, queriendo vivir a pleno mi relación amorosa, cada encuentro termina en desencuentro?
Modelos que limitan
¿Cuál es el modelo de pareja al que aspiro y cuál es el que logro en la realidad? Aun de manera inconsciente, todos tenemos un estilo de pareja que hemos internalizado. Muchos desembocan casi sin excepción en vínculos tóxicos, y pueden ser:
1. Modelo de "fusión total"
Aspira a que ambos integrantes de la pareja tiren abajo el cerco de su propia identidad para fundirse en un solo ser. Por supuesto, está destinado a la frustración, porque una pareja está integrada por dos personas diferentes, únicas, unidas por el lazo del amor. Si pretendemos fundirnos con el otro, viviremos resentidos porque la fusión no se produce y sentiremos la individualidad como una suerte de agresión.
Se generan así parejas asfixiantes que pueden resolverse en una simbiosis total (renuncian a la vida propia y restringen el mundo a la pareja) o de acoso mutuo, en el que los integrantes reparten sus roles en acosador y acosado, porque no pueden soportar del otro la menor independencia.
2. Modelo de indiferencia
Para sentirse alguien "importante", uno de los dos precisa que su pareja gire alrededor de él, como si fuesen la Tierra y el Sol. La indiferencia suele ser un método muy utilizado, ya que a través de ella se suele lograr que el otro se desespere y se vuelva dependiente en el afán de obtener la atención que el otro no le brinda.
3. Modelo de agresión perpetua
En este caso, uno se transforma en una suerte de "verdugo" del otro, y puede haber una escala de violencia que va desde la descalificación verbal al maltrato físico. Estos tres modelos, aunque diferentes, son igualmente nocivos, ya que dañan el vínculo y vuelven a la pareja infeliz.
La memoria emocional
Como vimos, todos tenemos una memoria emocional que está relacionada con nuestra historia y se adquiere de manera inconsciente. Nuestra memoria emocional nos hace repetir el modelo sin darnos cuenta, incluso con diferentes parejas. ¿Por qué repetimos una conducta que es perjudicial? Porque aunque no sabemos de dónde proviene ni cómo la aprendimos, nos es familiar, y lo familiar tiene algo de tranquilizador aun cuando no nos haga bien.
¿Es posible escapar del modelo internalizado? Afortunadamente sí, siempre que sepamos parar la pelota a tiempo, tomar conciencia del problema y darnos cuenta de que estamos repitiendo una actitud aprendida que conspira en contra de nosotros mismos. Para lograrlo, te ofrecemos estos tips para renovar la pareja.
Tomá nota:
-Mantenerse alerta. Prestarle atención a los signos. Si las discusiones comienzan a hacerse frecuentes, será preciso la consulta profesional para cortar con la escalada de violencia.
-Pensar antes de actuar. No manejarse por impulsos.
-Practicar la introspección. Preguntate a cada instante si vas por el buen camino.
-Instalar el diálogo con la pareja como una práctica saludable.
-Hacer una autocrítica. No le cargar al otro la "culpa" de todo lo que sucede en la pareja.
-Tomar la repetición de situaciones como un síntoma y consultar antes de que la discusión y la agresión se "naturalice".
Una pareja es un ecosistema afectivo: cuando varía negativamente algún factor, cambia todo el sistema. Pero hay una muy buena noticia: cuando varía positivamente algún factor, también varía positivamente todo el sistema. Para abandonar la actitud aprendida debemos sentirnos merecedores de una pareja que nos haga bien, en la que no busquemos lo que ya conocemos ni tampoco exactamente lo contrario, sino elegir en función de lo que nos haga bien, con plena libertad, sin actuar por imitación o por reacción.
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