Cuáles son las cuatro claves exitosas para que convivir sea placentero

La comunicación, el respeto, la individualidad y los acuerdos de la pareja son cuatro de los grandes beneficios para llevar una convivencia lejos de los problemas. Qué hacer en cada caso

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La propuesta de la convivencia: para muchos una alegría y para otros un conflicto. Claves para convivir sin inconvenientes
La propuesta de la convivencia: para muchos una alegría y para otros un conflicto. Claves para convivir sin inconvenientes

Después de algunos años -o por qué no meses- las parejas pueden llegar a dar el gran paso de animarse a la convivencia. Tener los mismos gustos, sin discusiones y el llevarse muy bien puede ser motivo de enfrentarse a la gran pregunta: irse a vivir juntos, compartir un mismo hogar y tener ambos responsabilidades. Muchas veces la respuesta es un "sí" automático, pero esta puede ser traicionera y se puede no estar preparados para dar el paso.

Lo primero que advierten los especialistas es que la convivencia no siempre es fácil. No obstante, tiene mucho de verdad. Este nuevo camino está lleno de roces, obstáculos y pequeños traspiés que, si no se anticipan o se sobrellevan con sabiduría y diálogo, pueden derivar en el fracaso como pareja.

Una relación de a dos es una construcción que lleva tiempo y trabajo. Y, como punto de partida, se debe tener presente que la pareja ideal es una utopía, algo muy difícil de alcanzar
Una relación de a dos es una construcción que lleva tiempo y trabajo. Y, como punto de partida, se debe tener presente que la pareja ideal es una utopía, algo muy difícil de alcanzar

"Es imprescindible aprender, adquirir las herramientas necesarias para que cuando lleguen los conflictos -que en algún momento van a llegar-  poder enfrentarlos exitosamente", afirma la licenciada Adriana Guraieb.

El inicio de la vida bajo el mismo techo -durante las primeras semanas y meses- suele marchar sin complicaciones; sin embargo, con el correr de los días lo que parecía ideal puede transformarse en una pesadilla. Cuestiones relacionadas con el orden, las comidas y la economía familiar son las que comienzan a aparecer, y si estas no son charladas con antelación, pueden ser el puntapié inicial de una relación conflictiva.

En términos generales, las primeras peleas tienen su origen en las diferencias constitutivas de hombres y mujeres y en los mandatos familiares heredados. En su mayoría, remiten a temas de poca importancia como por ejemplo que a uno le gusten más los fideos con aceite y al otro con salsa, puede ser el inicio de una catarata de reproches y gritos que culmine en el tema más inesperado y profundo.

(IStock)
(IStock)

Lo central es no discutir por un despropósito. Una manera es tomarse con calma las pequeñas desavenencias que pueden surgir; la otra, hablar mucho antes de decidir la convivencia, no solo sobre cuestiones más importantes y abarcativas –por ejemplo, como si ambos quisieran tener hijos en el futuro, quién se ocupa de la cocina, la limpieza del baño y de la casa o si tienen mascotas sacar a pasear al perro.

Hay 4 claves exitosas para convivir en pareja bajo el mismo techo

Sobre bases sólidas

La comunicación durante la convivencia es primordial. Saber expresarse y decir al otro cualquier inconveniente antes de que se genere una pelea (Getty)
La comunicación durante la convivencia es primordial. Saber expresarse y decir al otro cualquier inconveniente antes de que se genere una pelea (Getty)

Existe una serie de aspectos y cuestiones a tener en cuenta en el momento de lanzarse a la vida en compañía. Uno de ellos es la comunicación: es importante tener un verdadero interés, recíproco, de lo que le pasa al otro; escucharlo, preguntar, interiorizarse en sus logros y también en sus preocupaciones. Y, para ello, es necesario hablar con claridad y no esperar jamás que el otro adivine. Frases tales como "él (o ella) debería saber lo que me gusta" probablemente desencadenen una discusión, una desilusión o un malentendido.

El respeto mutuo

Tengamos presente que cuando vamos a convivir se produce el encuentro entre dos mundos, dos historias, diferentes culturas y costumbres. Y esto puede ocasionar muchos conflictos, porque nos cuesta aceptar que tenemos hábitos, horarios y expectativas diferentes. Por eso, el consenso tiene que ser de ambas partes, para así aceptar que lo que prefiere uno es diferente de lo que le gusta al otro. Por ejemplo, si él quiere ver fútbol los domingos, ella, en lugar de "hacer sacrificios", asumiendo una posición de reproche o victimización, puede reunirse con sus amigas o salir a pasear.

El respeto a la individualidad

Hacer actividades diferentes ayuda a salir de la rutina de a dos
Hacer actividades diferentes ayuda a salir de la rutina de a dos

El hecho de que tengamos gustos diferentes no significa que no haya amor. Por el contrario, aporta oxígeno a la relación y ello siempre es bueno. Es central el respeto a la individualidad: no somos siameses, somos dos personas diferenciadas que compartimos algunas cosas sin perseguir ni controlar al otro.

La negociación

Se trata de alcanzar acuerdos que sean beneficiosos para ambas partes, aunque los dos tengamos que ceder o conceder algo. Hay que tener en cuenta que siempre será en pos de una mejor relación. Una de las cuestiones que Guraieb aconseja hablar antes del primer conflicto es el manejo de la economía. ¿Quién se encargará? ¿Uno, ambos? "Mi recomendación es que, en el caso de que los dos trabajen, una garantía para llevarse bien es tener '3 economías': gastos fijos compartidos en proporción de la ganancia de cada uno y, los restantes de ambos, utilizarlos a su gusto personal. Pero es central no controlar ni cuestionar lo que el otro hace con lo que le queda de su sueldo", afirmó la licenciada.

Todas las parejas discuten y esta debe caerse es en una ‘militancia de la pelea’. Y siempre hay que estar atentos: nada justifica una agresión física o verbal
Todas las parejas discuten y esta debe caerse es en una ‘militancia de la pelea’. Y siempre hay que estar atentos: nada justifica una agresión física o verbal

Recomendaciones:

No asustarse: una pelea no es el fin del mundo, así que no hay que angustiarse y pensar que es parte de la convivencia.

No tomar ninguna decisión en medio del enojo: en general, suelen ser desacertadas y nos arrepentimos una vez pasado el mal momento.

Pensar qué le pasa a uno con el otro y qué tenemos que ver nosotros con ese conflicto que se suscitó. Esto significa implicarse en el problema.

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