Qué es y cómo practicar la "abrazoterapia"

Nuevos estudios científicos comprobaron los beneficios que genera el contacto físico con los demás. De qué se trata esta técnica y las claves para ponerla en práctica

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“A diferencia de muchos otros métodos con los cuales sentirnos bien es centrarnos en nosotros mismos, los abrazos hacen hincapié en la interacción entre el yo y los demás”
“A diferencia de muchos otros métodos con los cuales sentirnos bien es centrarnos en nosotros mismos, los abrazos hacen hincapié en la interacción entre el yo y los demás”

Se trata de un gesto simple, al alcance de todos y que no necesita ninguna formación especial. Grandes y chicos podemos practicarlo sin importar el lugar o el momento. Sucede que la cercanía que se genera al establecer contacto cercano con quienes nos rodean aporta múltiples beneficios. Esto se debe al mundo de sensaciones positivas que se movilizan. Al igual que una mirada, un fuerte apretón de manos o un abrazo logran transparentar lo que tenemos en el alma, humanizando hasta los más fríos vínculos cotidianos.

Las barreras del comportamiento social que vivimos día a día nos convierten sin darnos cuenta en personas cada vez más distantes. Cuántas veces saludamos de lejos, caminamos rápido y sin mirar a nadie, incluso cuando no estamos apurados. Decimos "hola" sin detenernos y el otro nos devuelve mecánicamente un "buenas", al tiempo que sigue su ritmo por la vereda, pensando en sus propias cuestiones.

Desde la cuna

Una caricia, un apretón o unas cosquillas, liberan una sustancia llamada oxitocina, la cual desarrolla el apego, es decir, el sentimiento que nos acerca a los otros (Getty Images)
Una caricia, un apretón o unas cosquillas, liberan una sustancia llamada oxitocina, la cual desarrolla el apego, es decir, el sentimiento que nos acerca a los otros (Getty Images)

Comida, abrigo y descanso son algunas de las necesidades humanas más conocidas, pero el afecto y, especialmente, el contacto físico y cercano, es otra de las más imprescindibles. Tanto, que los investigadores han estudiado durante años que un niño bien alimentado y cuidado, si carece de afecto, puede padecer serias enfermedades que, incluso, lo lleven a la muerte. Cuando acariciamos la piel del recién nacido generamos impulsos sensoriales que llegan al cerebro y despiertan las funciones vitales.

De la misma manera, la piel de todos nosotros, los adultos, posee receptores sensitivos que envían señales a la corteza cerebral. Por eso, una caricia, un apretón o unas cosquillas, liberan una sustancia llamada oxitocina, la cual desarrolla el apego, es decir, el sentimiento que nos acerca a los otros. Todo esto fue constatado gracias a los resultados que aportaron estudios como la resonancia magnética, que genera imágenes del cerebro en funcionamiento y permite visualizar los movimientos neuronales que se generan cuando una persona recibe un estímulo físico de este tipo.

Según una nota publicada por la revista Psychology Today, Paul Zak, científico de la Universidad de Claremont, en los Estados Unidos, ha investigado la relación entre los abrazos y la oxitocina, y llegó a prescribir ocho abrazos al día como receta para liberar una cantidad adecuada de esta hormona. Además, explica que "a diferencia de muchos otros métodos con los cuales sentirnos bien es centrarnos en nosotros mismos, los abrazos hacen hincapié en la interacción entre el yo y los demás. Se trata de un tipo de agente de unión. Se siente bien estar conectados a otros".

Al mismo tiempo, cuando disfrutamos del contacto interpersonal, o simplemente de la cercana compañía de alguien, nos relajamos, esto tiene que ver con la disminución de los niveles de cortisol y adrenalina, las hormonas del estrés.

Dar y recibir afecto

Las personas nos “nutrimos” de los demás, basamos nuestra existencia en la existencia del otro
Las personas nos “nutrimos” de los demás, basamos nuestra existencia en la existencia del otro

Más allá de estos planteos científicos, los expertos en coaching, por su parte, suman otra mirada para explicar los inmensos beneficios de un abrazo. Por ejemplo, el aporte de una fuerte dosis de autoestima, tanto para la persona que lo da como a quien lo recibe, porque el contacto físico representa el encuentro sincero de ser-a-ser. A través de un abrazo, recibimos cariño y nos sentimos mejor con nosotros mismos, porque logramos ser conscientes de que tenemos algo para dar y tomamos contacto con el reconocimiento externo.

Las personas nos "nutrimos" de los demás, basamos nuestra existencia en la existencia del otro. Fundamentalmente, porque somos seres sociales, pero, además, porque los vínculos definen el sentido de nuestra vida. Por eso, el contacto directo, un simple abrazo, afirma la existencia física, renueva la sensación de estar vivos y de que pertenecemos a un grupo de personas como nosotros.

Abrazar es, además, compartir nuestra energía, un intercambio en el que uno refuerza o entrega gentilmente una dosis de vitalidad. Como los polos de una batería, los seres humanos también necesitamos conectarnos, con carga positiva o negativa, algo que termina encendiendo nuestro interior y arroja un saldo beneficioso para ambas partes.

Hacé tu parte

El abrazo de costado es ideal para dar y recibir cariño mientras dos personas caminan juntas, se puede completar tomándose por la cintura o por los hombros
El abrazo de costado es ideal para dar y recibir cariño mientras dos personas caminan juntas, se puede completar tomándose por la cintura o por los hombros

¿Qué necesitamos saber o aprender para poder practicar la abrazoterapia? ¡Nada! Simplemente, comprender la importancia que este gesto encierra y brindarlo con amor y entrega. Al intercambiar abrazos, somos susceptibles a despertar al niño que llevamos dentro, el cual necesita cariño, seguridad, apoyo, cuidado y diversión.

Entonces, si ya estás decidido a convertirte en experto en compartir estos gestos con los demás, te contamos que existen diferentes tipos de abrazos: de amor dentro de la pareja, de cariño con un familiar o un amigo, de felicidad cuando nos dan una buena noticia, y tantos otros como situaciones se presenten. ¿Cómo podemos definirlos y con qué podemos perfeccionarlos?

Abrazo de oso: es uno de los más tradicionales y contenedores. En ellos, un abrazador es generalmente más alto y corpulento que el otro, y es el encargado de sostener con firmeza a la otra persona con los brazos envolviendo cualquier parte del cuerpo, entre la cintura y el pecho. Puede llegar a durar entre 5 y 10 segundos. La seguridad que se tiene al dar el abrazo es de suma importancia.

Abrazo de mejilla: encierra un gesto muy tierno que tiene, con frecuencia, un fuerte contenido espiritual. Se lo puede experimentar cómodamente sentado, de pie o hasta con un abrazante sentado y el otro de pie, pues no requiere contacto físico total. Si ambos están sentados, solo debemos acercar la cara para que se una a la de la otra persona. Una mano puede estar en la espalda de la pareja; la otra, sirviendo de apoyo a la nuca para contrarrestar la presión de la mejilla. Debemos respirar lenta y profundamente. El abrazo de mejilla despierta profundos sentimientos de bondad, sobre todo, cuando los participantes son amigos íntimos.

En el abrazo de espalda: también conocido como sujeta-cintura, el abrazante se aproxima al otro desde atrás (Archivo)
En el abrazo de espalda: también conocido como sujeta-cintura, el abrazante se aproxima al otro desde atrás (Archivo)

Abrazo de sándwich: es el clásico abrazo en el que participan tres personas. Dos están frente a frente; el tercero, en el medio, cara a cara con uno de los otros. Cada miembro exterior rodea la cintura del otro. El del centro rodea con los brazos la cintura del abrazante que tiene enfrente. Como alternativa, los dos exteriores pueden abrazarse por los hombros y los tres reunir las cabezas. Los cuerpos se tocan cómodamente. Este tipo de abrazo proporciona al miembro del medio una especial sensación de seguridad, muy beneficiosa si está viviendo un período difícil y necesita apoyo adicional.

Abrazo de espalda: también conocido como sujeta-cintura, el abrazante se aproxima al otro desde atrás, le rodea la cintura con los brazos y lo estrecha con suavidad. Es perfecto para dedicar a quien está preparando la comida, lavando los platos o realizando cualquier tarea rutinaria que se realice de pie. Genera sorpresa en quien lo recibe, brinda felicidad y apoyo.

“El contacto físico con los demás nos despierta a la vida y nos devuelve la sensibilidad adormecida”.

Abrazo de corazón: muchos lo consideran como el más sincero y profundo. Se inicia con un contacto ocular directo, mientras los dos abrazantes permanecen de pie, cara a cara. Luego, los brazos rodean hombros o espalda. Las cabezas se juntan y se establece un contacto físico total. El abrazo es firme, pero suave. En tanto ambos respiran juntos con lentitud y facilidad, se concentran en la ternura que fluye de un corazón al otro.

Este tipo de abrazo no tiene límite de tiempo; puede durar varios segundos y anula todas las distracciones cercanas. Es pleno, afectuoso y tierno, abierto y genuino, fuerte y solidario. Expresa un amor puro e incondicional. Como ves, no necesitás más que ganas para convertirte en un experto abrazoterapeuta. Cuando comiences con tu práctica, notarás que vos también vas a recibir tu dosis de cariño y contención. Los abrazos, por suerte, son contagiosos.

¿Por qué practicarla?

Los abrazos causan cambios fisiológicos medibles en quienes los dan y quienes los reciben
Los abrazos causan cambios fisiológicos medibles en quienes los dan y quienes los reciben

Si te sentís bajoneado y con las defensas débiles, un abrazo puede sanar tus emociones. Varios estudios han demostrado que el contacto físico…

-Nos hace sentir mejor con nosotros mismos y con los demás.

-Tiene un efecto positivo en el desarrollo de los niños y su inteligencia.

-Causa cambios fisiológicos medibles en quienes los dan y quienes los reciben.

-Contribuye a una mayor salud física y psíquica.

-Nos aleja de la soledad y derrota sentimientos negativos, como el miedo.

Estimula las sensaciones.

-Alienta el altruismo, el interés y la generosidad hacia el otro.

Retrasa el envejecimiento.

-Ayuda a reducir el apetito (el afecto calma las ansiedades y nos "alimenta").

-Ayuda a disminuir la tensión.

-Y sobre todas las cosas ¡es democrático, todos somos elegibles para un abrazo!

Tan sencillo como alivianar la carga de un día difícil, o hacer que los días felices sean más felices. El contacto nos despierta a la vida y nos devuelve la sensibilidad adormecida.

 

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