Adicción a las series: qué impacto tienen en la salud

Se convirtió en uno de los pasatiempos más populares de los últimos tiempos. Pero, aunque sea considerado un sano entretenimiento, como todo lo que se consume en exceso también puede perjudicar nuestra salud.

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Adicta a la series, un
Adicta a la series, un fenómeno que crece (SHUTTERSTOCK)

¿Juraste que sólo mirarías un capítulo y te terminaste toda una temporada en un fin de semana? ¿Pasaste noches sin dormir porque la historia te atrapó y perdiste la noción del tiempo? Vivimos en la época de la inmediatez; ni siquiera soportamos la espera cuando se trata de concedernos el deseo de acceder a algún contenido digital. Basta
con que tengamos un minuto de demora y, si el servicio es malo, ¡colapsamos!

A este fenómeno se lo llama casi de manera divertida con diversos términos: "Binger", "maratones de series״, o "seriefilia", entre otros. Tener todo a disposición, con accesos inmediatos e ilimitados nos detiene y nos retiene en un mundo preparado para eso, para seguir consumiendo sin parar, sin pensar en el tiempo y espacio.

Estas características obsesivas nos hacen pensar en una adicción, tal como se denomina al exceso de consumo. De hecho, este término proviene de la (no) dicción (habla), ya que las adicciones aparecen cuando no hay comunicación, cuando se sustituye la palabra por algo que la tapa, en este caso las series, muy bien hechas y muy buenas, una grandiosa cueva para escaparse de uno mismo e incluso de los encuentros con la pareja.

De acuerdo con el psicólogo Mauricio Strugo, especialista en clínica médica, "esta adicción sin dudas está asociada con la ansiedad, lo que sucede es que la manera en la que vivimos es ansiógena, estamos todo el día haciendo más de una cosa a la vez y no toleramos no controlar lo que sucederá en los próximos minutos; para ello buscamos dispositivos digitales, pantallas, que nos contengan, que nos den un marco, pero el precio a pagar por esa búsqueda es quedar atrapados allí, mirando un capítulo tras
otro sin poder parar".

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Según un informe de Netflix, plataforma de entretenimiento online, 8.4 millones de miembros han elegido maratonear alguna serie y lo único más veloz que su forma de ver televisión es el crecimiento del comportamiento en la plataforma.

Entre 2013 y2016 la cantidad de personas que termina una temporada el día de su lanzamiento creció más de 20 veces. "Cuando el espectador deja de ver series, puede experimentar trastornos de ansiedad y abstinencia como en todas las adicciones, teniendo la necesidad de encontrar un nuevo
programa. Esto puede provocarle malestar físico y mental", explica Strugo.

Hay personas que tienen una mayor sensibilidad para quedarse enganchados a determinadas conductas. Algunos rasgos de la personalidad o estados emocionales pueden hacer que uno sea más vulnerable a cualquiera de ellos. La tendencia impulsiva, una baja tolerancia a la frustración, tener dificultad para enfrentarse a los problemas y encontrar solución, dependencia emocional o sufrir una baja autoestima son algunos rasgos que aumentan la probabilidad de ser una persona que consuma de manera excesiva series de televisión.

El impacto social (y sexual)

Según un estudio realizado por investigadores del Reed College y el Lerner College of Business and Economics de la Universidad de Delaware en Estados Unidos, que analizó el comportamiento de nada menos que 4 millones de personas en 80 países, ver la televisión está asociado con "una reducción del 6 por ciento en la probabilidad de haber tenido relaciones sexuales durante la semana anterior".

Los investigadores sugieren en el estudio que todo el tiempo que pasamos poniéndonos al día con nuestras series favoritas, haciendo maratones para ver una en tres días, atenta contra el deseo sexual e impacta negativamente en las parejas.

"Si no se hace un uso responsable, especialmente los jóvenes, ya que afecta seriamente su capacidad social y vincular, si todo sucede bajo una pantalla estaremos inmersos en un mundo irreal, en el que otros viven la vida por nosotros y entonces no corremos ningún riesgo; el enganche que produce cada capítulo y la serie que cada cual elige, sin duda, tiene que ver con una proyección de lo que añoramos para nosotros o con aquello con lo que nos identificamos pero si no tenemos la capacidad de entender que
todo tiene su límite de consumo, y si no se vuelve una adicción, entonces esadependencia nos afectará en todos nuestros planos vitales: en lo físico, en lo psicológico y también en lo social", concluye Strugo.

Otras consecuencias de este comportamiento son el sedentarismo, que conlleva problemas de salud física y mental como obesidad, cardíacos, menor productividad y bajos niveles de satisfacción; problemas interpersonales por falta de convivencia; mala alimentación; sueño; concentración; dificultades en toma de decisiones; y problemas
cognitivos para llevar la vida cotidiana.

A su vez, también libera dopamina (centro del placer que regula la motivación), que forjará la búsqueda y deseo constante de ver
series, alterando la corteza frontal cíngulo anterior, que está vinculado a conductas adictivas relacionadas con la motivación de placer y recompensa.

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Una de cal y otra de arena

Agustín Muñoz y Carla Insúa, de 35 y 30 años, tuvieron un hijo y en sus tiempos libres aprovechaban para ver alguna serie. "Primero me enganché yo con House of Cards, cuando mi hijo se dormía, y Agus se sumaba a verla cuando volvía de trabajar; veíamos 2 0 3 capítulos por día, hasta que la terminamos y buscamos otra porque nos había quedado un espacio vacío que nos generaba ansiedad", cuenta Carla, quien junto a su
marido decidieron consultar con un terapeuta porque les estaba costando
reencontrarse como pareja; estaban tan sumergidos en las series y en el cuidado de su hijo recién nacido que ya no dedicaban tiempo para su intimidad.

Pudieron trabajarlo en terapia, reencontrarse y generar espacios donde compartir, conversar y distenderse, sin dejar de lado su pasatiempos favorito, ya que las series les brindaban la desconexión del día laboral que precisaban; así que le encontraron la vuelta para que también fuera un espacio para la pareja: "Ya que nos costaba dejar al
bebé con sus abuelos porque todavía era muy chiquito para salir solos, nos armamos la sala en casa, con picadita y cerveza o helados y es el planazo que nos espera todos losfines de semana", concluye Agustín.
Para Natalia López, diseñadora gráfica de 37 años, en cambio, Netflix fue una verdadera salvación. "Hay un antes y un después del streaming de series en mi vida", cuenta jocosa. "Yo me separé dos veces, la primera fue en el 2009, cuando todavía no existían plataformas de este tipo. La estaba pasando muy mal y lo único que quería era estar en mi casa, así que empecé a buscar películas en cds, las compraba en la calle o las veía en YouTube por partes y era tedioso estar buscando, que se vieran bien o esperar a que se cargaran; también iba mucho al cine pero no era lo mismo, no tenía
ganas de salir o a veces precisaba distraerme una madrugada", recuerda.

"La segunda separación fue hace un año, yo ya usaba Netflix y a comparación de la primera fue mucho más llevadera, no es que sufrí menos, pero me sumergí en las historias que me contaban las series y pude distraerme mucho más. Así estuve durante muchos meses,
veía 6 o 7 capítulos seguidos hasta cualquier hora, llegaba un punto donde después de tantos capítulos transcurridos la plataforma me preguntaba si seguía mirando porque pasaban las horas y no le daba descanso. Ese era mi mejor plan, me sentía acompañada, no necesitaba salir ni tenía el tiempo de pensar que estaba sola; estaba de alguna manera contenida. Buscaba series que tuvieran muchas temporadas para tener horas de continuación y no tener que esperar a los estrenos. Me volví totalmente
adicta, pero esa adicción fue mi salvación", concluye hoy ya recuperada, tanto de su separación como de su seriefilia.

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