El dramatismo de las piezas de Oculttoo, esa ironía camp que se refleja en aros que reproducen pequeñas columnas jónicas, falsos fragmentos de vidrio roto o latas de conserva, convierten a la marca en una fuente inagotable de complementos poderosos y dignos de las más grandes artistas del momento, desde Cazzu, la Jefa del trap, a la argentina for export Nathy Peluso, nuevo ícono del pop latino. “Cuando hago un accesorio siempre pienso en cómo va a funcionar en un estudio”, menciona al respecto Max Vargas, la diseñadora de la marca, “para el styling de los artistas me suelen pedir mucho porque hago piezas grandes, en toma si no es grande no se ve”.
Mientras hablamos sentadas en una de las mesas externas de Fauna, uno de los cafés trendy de Palermo Viejo, Max me actualiza con las historias de sus últimos trabajos. “El otro día me hablaron de Cucchi Pagani (el dúo de estilistas compuesto por Flor Cucchi y Lali Pagani) para decirme que Nicki Nicole estaba acá, que quería hacer un video con el Duki y que necesitaban accesorios para el día siguiente a las 9 a.m.”, relata expansiva y con niveles desmedidos de energía. También me cuenta que antes de encontrarse conmigo vio a una clienta usando sus aros y paró a saludarla. “Yo te juro, nena, que acá en Palermo pasa de todo, voy a comprar y salgo ‘montada’ porque siempre me encuentro con alguien”, explica. Vargas es, a simple vista, una full experience del mundo de la moda en todo su exceso y su glam.
Con Max nos conocimos hace muchos años en el entonces showroom de Oculttoo sobre la calle Jorge Luis Borges. Uno de sus diseños más populares en aquella época era un par de aros repletos de brillo que rezaban “SEX”. Me contó que venía de Quilmes, que inició su carrera estudiando producción de moda y que luego trabajó en la revista Catalogue, la enciclopédica publicación de moda dosmilera, con Adrián Fagetti. Años más tarde y con café en mano, compartió con Infobae su experiencia en la industria. “Cuando íbamos a buscar accesorios siempre sentía que la oferta era muy básica”, confiesa la diseñadora, “y en uno de los tributos que hacíamos, en esa oportunidad a Sex Pistols, decidí usar mis piezas, a la editora le encantaron y me puso a cargo de eso”.
Estudió utilería con Saulo Benavente, “aprendí a hacer la cartapesta, el papel maché”, y joyería con profesoras varias, “a cada producción iba sumando un collar de frutilla, uno de zanahoria, todos hechos con porcelana fría, utilísima total, amor”, recuerda Max. Uno de los trabajos que destaca en su trayectoria son los accesorios realizados para Susana Giménez. “Una vez compré la revista y gané un té con Susana pero cuando mandé el mail con mi nombre me dijeron que era solo para mujeres, de haber sido ahora lo hubiera peleado, pero eran otros tiempos”. Se detiene en la mitad del relato para saludar a un par de amigas que pasaban y retoma luego de coordinar un café para el día siguiente. “Fijate cómo es el universo que un conocido me ofreció que le haga un collar a Susana y cuando se lo llevó al teatro ella preguntó si era un Dolce & Gabbana... le gustó tanto que pidió que la empiece a accesorizar para la revista”.
Con un historial de aros con la imagen de Britney Spears, una referencia profundamente pop, a un prototipo de chokers para perros en un guiño a las mascotas de Paris Hilton (que incluso tienen su propia mansión) y con varios pedidos de venta mayorista que Max duda en aceptar, el futuro de la marca oscila entre seguir con una tirada de piezas limitadas o expandirse a otros mercados. “A mí me gusta que la gente se sienta única”, reflexiona al hablar de las oportunidades de crecimiento, “pero también lo que lo que más me gustaría es exportar, que Oculttoo llegue a más lugares en los que entiendan mi mood”, concluye.
El peligro, la desobediencia y la velocidad son elementos implícitos de la estética de la marca. Con un estilo glam punk que deriva en una extrañeza estilizada, una diversidad poderosa y una novedad inconfundible, tal vez la única manera de definir a Oculttoo sea por la negativa, delimitando aquello que no es para comprender, finalmente, qué la diferencia del resto. “Mis referencias principales son Internet y lo que está de moda, para no hacerlo”, explica Vargas, “es horrible salir a la calle, a una fiesta, y ver que todo el mundo usa lo mismo que vos”. Nos despedimos con un cielo oscurecido, “avísame cuando llegues” me dijo mientras coordinaba una cena con un par de amigos que encontró frente al café. Esa misma noche, con los New York Dolls de fondo, escribí su historia.
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