Por María Alvarado
En diálogo con Infobae la artista plástica, emprendedora especializada en diseño sustentable, Alejandra Gougy, abrió el debate: "La sostenibilidad no es una tendencia, es una forma de vida y de mirar las cosas, donde se ponen en juego muchas cosas. Implica ser responsable y consciente del daño que la moda puede hacer en el presente y en las generaciones futuras".
Para Gougy, la moda sostenible se basa en tres ejes con triple impacto en lo ambiental, social y económico. "Es importante que la moda sea sustentable porque generamos mucha contaminación. Es una realidad del planeta, y creer que esto es un trabajo de otros es un error. Todos debemos asumir la responsabilidad de lo que hacemos. Lo que uno hace afecta a todos", aseguró.
Bajo este paradigma, la emprendedora creó Cosecha Vintage, donde diseña sacos tapados, vestidos, bufandas, tocados y pantuflas. Todos sus productos son confeccionados con scrap de tela de medias de nylon y de diferentes descartes industriales. A partir de sus creaciones busca transmitir valores como la sostenibilidad, la solidaridad, y la espiritualidad. "Es una marca 100% sostenible porque todo está realizado con scrap y fibras naturales. Hasta el packaging está hecho de media. En esta nueva etapa lancé 'Remolonas, pantuflas con alma' realizadas por cooperativas y 100% sostenibles", explicó.
Gougy, quien además preside la Asociación Moda Sostenible Argentina, que trabaja sobre este nuevo paradigma de la sostenibilidad, busca cambiar la mirada: "La basura no existe. Es el comienzo de una nueva vida. Se trata de vestirse con prendas con alma, con historia porque los scrap, los descartes, tienen su propia historia".
Mona es otro proyecto que crea productos durables y funcionales que empoderan a la mujer e inspiran un estilo de vida más sustentable. La marca confecciona ropa deportiva y trajes de baño con materiales reciclados como redes de pesca y botellas plásticas. Andrea Picasso, su creadora, explicó su modo de trabajo: "Desde las materias primas que seleccionamos hasta la entrega de nuestros productos, todas las decisiones se llevan a cabo teniendo en cuenta la gente y el planeta entero. Utilizamos materia prima obtenida de materiales reciclados. Buscamos reducir la contaminación de nuestra tierra y mares, el uso desmedido de agua en producción y grandes emisiones de gases dañinos a nuestra atmósfera".
Para la emprendedora argentina que vive en Santa Teresa, Costa Rica, la moda sustentable implica una responsabilidad social y ambiental en cada instancia de la cadena de producción. "Esto -continuó Picasso- incluye ser conscientes de todos los materiales que utilizamos para fabricar prendas, de dónde vienen, cómo afectan al medioambiente y a las personas, y cómo podemos devolver a la naturaleza lo que estas materias primas nos brindan".
Picasso coincide con que esta ética de trabajo no se trata de una tendencia, sino del único camino para inspirar a otros y a toda la industria textil para ir hacia un futuro más sostenible: "Implica ser responsables con todas las personas que forman parte de la producción, incentivar el trabajo local para reducir el impacto ambiental, remunerar conscientemente el trabajo, y relacionarnos y colaborar con distribuidores que compartan estos mismos valores y se comprometan con la causa del proyecto. Cuanto más consciencia hay en el mundo, mayor cantidad de gente se interesa en estos productos, en apoyar la misión detrás de estas compañías y en ser parte de su comunidad".
Desde Tucumán, Rocío Luz Arredondo se suma al debate: "Este cambio de paradigma busca, además, concientizar sobre el consumo innecesario de las tendencias cambiantes, cuestionarnos sobre la trazabilidad de nuestras prendas e informarnos más sobre el origen de nuestros textiles, saber de dónde vienen y a dónde van una vez que ya no las queremos más".
La sustentabilidad en el diseño de indumentaria busca erradicar los ciclos lineales de consumo y generar un sistema circular, dónde nada se pierde y todo se transforma. La joven emprendedora es la creadora de The 2Hand Project que nace a partir de la conciencia de las problemáticas suscitadas alrededor del consumo masivo y sin mesura, de los residuos sólidos textiles y los desechos de la industria de la moda.
"Mi trabajo consiste en la curaduría y rediseño de prendas vintage y retro. La selección de las prendas se hace a través de una búsqueda exhaustiva en diferentes lugares, muy lejos unos de otros. Las prendas son revalorizadas y nuevamente cuidadas, para reinsertarlas en el mercado", indicó. Su objetivo se basa en promover la consciencia del consumidor sobre el cuidado del medioambiente. Arredondo explicó que, de esta manera, se promueve la circularidad en los ciclos de las prendas sin la necesidad de consumir nuevas materias primas y recursos naturales, y se alarga la vida de las mismas.
Su público son mujeres de 18 años en adelante y el proyecto apunta a la diversidad de hombres y mujeres, de diferentes cuerpos y edades. "Además, se centra en un estilo atemporal y definido. La estética vuela muy lejos de lo que está de moda, se intenta vincular al usuario con la historia y el porqué de las prendas". La joven, quien busca crear conciencia sobre el impacto de la industria de la moda rápida en nuestro planeta, finalizó: "El consumo desmedido nos puede llevar a la pérdida de importantes recursos naturales y ecosistemas. Es importante poder traer al consciente nuestros actos y sus consecuencias. Depende de nosotros, los usuarios, ayudar o cambiar nuestro destino".
Adriana Marina es otra de las mujeres que trabajan en el camino de la moda sostenible. Este año recibió el premio ICBC Comercio Exterior por su marca de ropa Animaná y estuvo presente en el Foro de Moda Ética Latinoamericana de la ONU en Nueva York con otros líderes de la industria de la moda sustentable. "Para hablar de sustentabilidad en la moda debemos hablar de cambio sistémico, de cambiar 100% nuestra forma de consumo y producción hacia modelos que estén al servicio del hombre y fortalezcan el medioambiente y los ecosistemas", reflexionó.
Además de Animaná, fundó Hecho por Nosotros, una ONG sin fines de lucro con el estatus consultivo ECOSOC Naciones Unidas. La organización promueve la sustentabilidad en el mundo de la moda, a través del diseño como herramienta de crecimiento sostenible. Con el apoyo de entidades internacionales, tiene un fuerte enfoque en proyectos de investigación y educación, para comprender mejor los problemas de la industria de la moda y encontrar soluciones integrales.
"Nuestro desafío consiste en fomentar las redes colaborativas junto a herramientas tecnológicas que permitan la transparencia de las cadenas productivas con el consumidor. Sintetizando, el fin de nuestro trabajo es que América Latina sea una solución alternativa viva y real a los problemas de la industria textil y de la moda", explicó Marina. Y ejemplificó: "Se puede pensar como un pasaporte para cada producto que brinde a los consumidores toda la información necesaria para tomar decisiones y así elegir un mundo más amigable y armonioso con las personas, el medioambiente, la biodiversidad y la cultura".
Su empresa de triple impacto trabaja bajo principios holísticos, con fibras naturales y artesanos. La especialista explica que su público lo conforman personas que buscan productos únicos, de calidad y que no pasan de moda, "productos que cada año adquieren más valor, visten los hogares y dan confort para la vida diaria".
Lengas Wear es otro emprendimiento creado bajo los principios sustentables. La marca fabrica relojes pulsera de forma artesanal y con materia prima de descarte que proviene de la madera de árboles muertos. Juan Chaer, su cofundador, detalló: "Usamos la madera de los emblemáticos árboles de Lenga que decoran las laderas de las montañas con sus intensos tonos rojizos en el sur del país".
Además de la materia prima de descarte, refuerzan su condición de sustentables en una acción de pos-venta. "En conjunto con ReforestArg restauramos áreas degradadas de la Patagonia. Esta fundación, a la que le donamos un porcentaje de cada venta de reloj, es la responsable de plantar especies nativas de árboles". Acerca de la importancia de la moda sustentable reflexionó: "Surge la necesidad de operar y producir dentro de un paradigma nuevo. Se busca ir hacia un consumo más responsable de materia prima y medios de producción limpios".
El joven emprendedor consideró que la mayoría de los emprendimientos sostenibles nacen de los más jóvenes: "Hay muchos emprendimientos emergentes de las generaciónes de millennials y centennials. Algunos proyectos adoptan un sistema de compensación por el impacto que implican sus operaciones; otros encuentran la forma de operar, desde un principio, con niveles mínimos de emisión de carbono y uso de recursos disponibles. Quienes lideran este interés en las empresas de 'triple impacto' son los más jóvenes, sin dudas. Me gusta creer que cada nueva generación que surge en este contexto ya viene con el 'chip' que los inclina a pensar más en términos de sostenibilidad".
Lucila Fernández Díaz es otra emprendedora joven que decidió hacer su aporte y ayudar a tomar conciencia. "Se trata de elegir la ropa teniendo en cuenta su costo real: cuántos recursos naturales se usaron o dañaron y en qué condiciones sociales fue hecha, si la persona que cosió tu ropa recibió un pago justo y se cumplen sus derechos como trabajador. No creo que sea una tendencia, sino más bien una necesidad", advirtió.
Su proyecto, @reusableba, es simple: vende ropa con dueño previo también conocida como "usada" aunque haya estado colgada en un ropero desde que se hizo. "Todos sabemos qué es una feria americana, pero no sabemos cuántos son sus beneficios. Si te cuentan que para hacer un jean se gastaron más de 7 mil litros de agua va a ser lógico pensar que tiene que ser usado lo máximo posible. Livia Firth es una de las mayores impulsoras de la moda sustentable y tiene una frase que la sintetiza muy bien: 'Llámalo ecofashion, pero creo que es sentido común'".
"Acumulamos ropa que no usamos ni vamos a usar. Esa prenda puede ser algo que otro busca. Recirculándola se satisface la 'necesidad' de compra, se evitan aumentos en el consumo del fast fashion y se ahorran dinero y recursos. Hay pruebas suficientes de que si seguimos haciendo las cosas como las hacemos el medioambiente va a ser irrecuperable, es ciencia pura", concluyó.
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