A días de empezar la temporada de verano, las mascarillas faciales son furor en esta época para hidratar la piel que estuvo expuesta durante el día y como forma de relajación.
Las mascarillas faciales son fáciles de aplicar, divertidas de utilizar y proporcionan un factor de bienestar al hacer que la piel del rostro esté más luminosa y tonificada con solo una única aplicación.
En diálogo con Infobae, el médico dermatólogo Lucas Ponti (MN 130.388) explicó: "La principal característica de las mascarillas es que trabajan a dos niveles: en la capa superficial de la piel, en la que tiene un efecto instantáneo, notorio tanto a la vista como al tacto, y en las capas profundas donde van acumulándose los resultados mediante aplicaciones regulares".
Siempre se aplican sobre la piel limpia y duplican su eficacia si se permanece en reposo durante el tiempo de exposición. En cuanto a la duración, se debe tener en cuenta que si se acorta el tiempo recomendado, reduce sus efectos, pero su demora resulta completamente inútil.
Hoy en día existen diferentes tipos de mascarillas: las chinas, que se adquieren en cualquier comercio de belleza o de indumentaria femenina, las de arcillas, de algas y de oro.
"La función de la gran mayoría es la de purificar, revitalizar, hidratar, calmar, reafirmar y alisar, todo de forma simultánea. Pero ninguna de estas por sí solas es efectiva al nivel que apunta. Siempre las mascarillas deben estar combinadas con otros tratamientos y en mi opinión antes de gastar dinero consulten con su dermatóloga para recibir asesoramiento en la elección de la máscara correcta", recomendó Ponti.
Las mascarillas chinas
– Glicerina: atrae la humedad y es un poderoso hidratante.
– Agua de coco: ayuda a eliminar la grasa de la piel, rica en sales minerales y vitamina A regenerante.
– Betaína: desintoxicante.
– Onagra: antioxidante, mantiene la humedad de la piel, hidrata, mejora la circulación y limpia los poros.
– Camelia: antioxidante, mejora manchas y es emoliente.
– Ácido hialurónico: potente hidratante.
– Ginseng rojo: antioxidante, iluminadora y reparadora.
– Coenzima Q10: antiage.
– Té verde: antiage.
– Bambú: antiage, microexfoliante y aclarante.
– Jalea real: antiage, mejora la elasticidad de la piel, hidratante y regeneradora.
– Baba de caracol: hidrata.
– Colágeno: evita la flacidez, mejora el tono.
– Aloe: regenerador, calmante, hidratante y suavizante.
Arcilla
– Caolín, arcilla blanca: limpia, regenera, desinfecta y nutre.
– Arcilla bentonita o montmorillonita: absorbe toxinas e impurezas. Limpia y disminuye el exceso de sebo.
– Lava de Marruecos o Ghassoul: rica en oligoelementos para iluminar la piel. Purifica, protege, elimina células muertas, reafirma, mejora la textura, es matificante, reduce la resequedad e inflamación.
Alga
Existen más de 30.000 variedades de algas, que se clasifican por su coloración, fruto del grado de penetración de la luz solar en el mar. Dentro de las especies más conocidas están las pardas, rojas, verdes y azul verdoso. Las pardas son bien largas, se encuentran a 20 metros de profundidad; las verdes son las que se encuentran a menos profundidad; las verdes azuladas, son ricas en proteínas y las rojas tienen muchos polisacáridos, muy usadas en cosmética. "Si bien son naturales, antes de colocarlas hay que hidratarlas en agua y luego aplicarlas en la cara. Son económicas pero tienen olor desagradable y consistencia gelatinosa", puntualiza el especialista.
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