Pocos elegidos, como Valentino, Yves Saint Laurent o Giorgio Armani, tienen su lugar ganado en la historia de la moda. Karl Lagerfeld pertenece a ese grupo selecto -el maestro de la excelencia-, y posee razones de sobra para ser considerado una leyenda.
En un contexto donde los creadores se convierten en piezas intercambiables y la industria fashion se vuelve cada vez más dinámica. A sus 85 años y con más de 60 en la industria del prêt-à-porter y haute couture, sigue en lo más alto.
"No sé hacer nada. No sirvo para nada aparte de la moda y la fotografía", declaró el diseñador alemán en reiteradas oportunidades, con esa sinceridad elocuente que lo caracteriza. Lo interesante es ver como lo hace.
"Hago doce colecciones al año, no veo muy bien quién podría hacerlo en mi lugar, aunque a muchos les gustaría", declaró el alemán en una entrevista publicada en la revista Paris Match.
Nacido en Hamburgo, se instaló en París a principios de los años 50, fue aprendiz del maestro Pierre Balmain. En los 70 colaboró con la marca de lujo Chloé.
Su savoir faire detallista lo llevó asumir la dirección creativa de la boutique italiana Fendi (sigue actualmente) y en 1983 llegó el momento de comandar nada más ni nada menos que Chanel, la boutique femenina por excelencia fundada por la pionera Coco Chanel.
En el momento de la propuesta, la maison se encontraba en su peor momento. La empresa se sostenía solamente por su línea de perfumes, el futuro de la boutique parecía insalvable. Aunque para Karl, nada parece ser un imposible. Aceptó el desafío y la reversionó, volviéndola actual sin perder su ADN.
En paralelo, cumplió su sueño y fundó su propia marca que lleva su nombre -Karl Lagerfeld-, que combina el lujo sofisticado con el costado más rockero y provocador del káiser.
Con un legado invaluable marcado por el tweed, los equipos de dos piezas,y la línea de accesorios, introdujo novedades vanguardistas, desde minifaldas, pantalones invadidos por lentejuelas, géneros nuevos como el plástico, y una línea más urbana. Lejos de provocar del rechazo, recibió una sorprendente aprobación.
"Cuando entré en la maison nadie quería ponerse su ropa ni llevar sus accesorios. Nadie vestía de Chanel. Así que me lo tomé como un reto. Los dueños me dieron carta blanca para crear, para hacer algo que funcionase, pero sin presión. Si no lo consiguió, vendieron la marca: pero sí insistieron en que con mi llegada vendría el éxito, como así fue. A mí me atrajo la idea de resucitar algo que estaba muerto", explicó el hombre de trajes entallados, guantes de cuero, anteojos de sol oscuros, y cabello recogido en cola de caballo, una imagen inmutable que supo construir.
"Yo hago lo que dicta mi instinto", reafirma. Es que Karl jamás tuvo una formación académica ligada al diseño. Perteneciente a una familia de clase media alta, padre industrial y madre abocada a su educación, exigente y obsesiva con la imagen y modales.
A fines de los 80 también se volcó al mundo de la fotografía. Sus retratos para grandes revistas como Harper´s Bazaar, Visionaire y Vogue lo llevaron a realizar la edición 2011 del prestigioso calendario Pirelli.
Su costado polifacético -con foco en la cultura- se completa con su amor por la libros, ávido coleccionista que lo llevó a inaugurar una boutique con parte de sus biblioteca y su propias publicaciones.
El historiador de moda Olivier Saillard destaca que eso es lo que lo distingue de otros referentes. "Dispone de una cultura a la antigua que los demás no tienen, una sed de conocimiento que ha formado su espíritu. Puede leer un libro sobre el siglo XVIII e imaginar cuatro colecciones a partir de dos o tres páginas", explicó al medio El País.
En 2015 fue distinguido por el British Fashion Awards por su trayectoria: "Lagerfeld es extraordinario. Es el maestro de la excelencia, de lo excepcional, es la figura más icónica de la moda", resaltó Natalie Massenet, presidente de la British Fashion Council.
Su carrera estuvo marcada por fuertes polémicas en torno a sus declaraciones. Entre las más célebres, tildó a Yves Saint Laurent de "provinciano", calificó a Andy Warhol de "físicamente repulsivo", a Diana de Gales la llamó "guapa y dulce, pero tonta", criticó el estilo de la primera dama Michelle Obama, y arremetió contra la cantante Adele: "Está demasiado gorda".
El tema de la imagen corporal fue algo que siempre obsesionó al hombre enfundado en trajes extra slim. En 2005 perdió 42 kilos y contó cómo logró esa drástica transformación en su libro The Karl Lagerfeld Diet. Desde entonces, siempre cuida su figura bajo una estricta y polémica rutina de ayunos y coca light.
A pesar de sus inquietud por el peso propio, se destaca por ser uno de los diseñadores que se opone a la delgadez extrema sobre la pasarela. "No tengo nada en contra de las modelos delgadas, pero éstas estaban horribles. Parecía que hubiesen crecido en el tercer mundo sin nada que comer ni beber".
A pesar de su costado provocador, Lagerfeld entendió que su supervivencia pasaba por seducir a los llamados millennials. Esto se refleja en la nueva imagen que le dio a Chanel en los últimos cinco años, desde alianzas con firmas low cost como H&M, Vans, Puma o la elección de embajadoras de moda como Kendall Jenner, Kaia Gerber o la misma musa argentina Mica Argañaraz.
Además de diseñar, es un gran orquestador de escenarios cinematográficos para su numerosas presentaciones sobre el runway: un cohete de 37 metros de altura a punto de despegar en al presentación de la colección de otoño/invierno de 2017, la terminal de aeropuerto de la primavera/verano de 2016 o el majestuoso Titanic.
Todo lo que lo rodea lo vuelve un éxito, pero él manifiesta que no usa el marketing para hacerlo. Junto a él aparece su la gata birmania Choupette, que no sólo es la fuente de inspiración de sus diseños, sino también la encargada de de incrementar su popularidad.
Su gata ganó más de USD 3 millones por algunas de sus célebres colaboraciones con marcas. Cuenta con su línea de cosméticos Shu Uemura bajo el nombre Shupette.
Imparable, excéntrico, obsesivo, futurista. No está de más preguntarse quién ocupará su destacada posición en el sector porque dice ser "inmortal". Sólo el tiempo lo dirá.
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