Cuarenta y cuatro años no son nada y lo son todo. Katherine Ann Moss -conocida por su diminutivo Kate Moss- nació el 16 de enero de 1974. Con 44 años y unos días en este mundo, ella no pierde vigencia. Y hoy es una de las grandes referentes del universo fashionista. Tenía tan sólo 14 años cuando fue descubierta en el aeropuerto de la ciudad de Nueva York por Sarah Daukas, una famosa booker de los años '80 y '90. Fue Daukas misma quien la llevó a la cima y la convertiría en un ícono indiscutible, una diva british, una top model con estilo, rodeada de polémicas y excesos.
"La anti modelo british", así la llamaron desde muchas de las portadas de revistas más relevantes de moda y lifestyle. Para comprender por qué sólo hay que mirarla. Kate Moss no tenía ni las medidas, ni la altura (82-63-87 y 1,70 metros) que ostentaban sus otras colegas contemporáneas de pasarela, como Naomi Campbell (86-61-86 y 1,75 metros) o Claudia Schiffer (95-62-92 y 1,80 metros). Pero Moss tenía ese "algo", ese espíritu difícil de catalogar o describir, que claramente traspasaba la lente y los flashes. Esa "sustancia propia" que logró captar la atención de la escena mundial de la moda y la convirtió en una musa de marcas y artistas.
El estilo de un ícono de la moda y de la belleza británica
"Fue un ícono porque cambió el paradigma de la modelo escultural y perfecta. Hizo posible que la modelo con otra estatura tenga la posibilidad de triunfar, y eso solamente se logra con personalidad", aseguró en diálogo con Infobae la asesora de imagen Matilda Blanco.
Su trayectoria comenzó de la mano de Calvin Klein, con quién aún tiene una buena relación y para cuya marca sigue participando en campañas de ropa interior. Fue la imagen en una simple gráfica, y ésta la llevaría más adelante a desfilar por las mejores pasarelas del mundo para maisons como Gucci, Dolce & Gabbana, Versace y Chanel.
"Es una mujer bella y canchera pero nunca siguió una línea formal. Al tener una belleza diferente y sofisticada, hizo que su forma de vestir sea relajada, rebelde y desestructurada para la época", opinó la diseñadora Maureene Dinar.
Le escapaba al maquillaje cargado y se vestía de una manera simple pero con estilo. Una belleza effortless. Sus ojos siempre fueron protagonistas, con un fino delineado y abundante máscara de pestañas. Precursora incluso del smokey eyes. Una mirada matadora.
"Dueña de un look rockero, también lo transmite en el maquillaje. Las bases súper livianas y fluídas son fundamentales para que la piel luzca natural y fresca. El infalible es el Smokey Eyes, que lo implementa para su agitada vida nocturna, y logra realzar la mirada y volverla más seductora", explicó la make up artist Luciana Romero de Romero Estudio.
En los '90 llegó a lo más alto. Vestidos lenceros y las minifaldas abundaban en su guardarropa, prendas que ayudaban a presumir sus piernas increíbles. Con un estilo rebelde y desaliñado, en contra de las tendencias de la moda, y dejando afuera el lujo y el glamour que lucía en las pasarelas, se diferenciaba de sus colegas. Era una modelo con carácter, personalidad y opiniones. Y eso se notaba en su ropa y su estilo.
"La defino no sólo como una mujer camaleónica, sino también como un Ave Fénix. Estuvo muy arriba, después se incineró y renació de las cenizas. Muy odiada por algunas y querida por otras, es una gran referente que siempre está vigente", opinó el diseñador César Juricich sobre la top model.
Entre el rock, los estampados animal print y la sensualidad del cuero, la silueta de la top model recorrió incontables variaciones. El punk y el grunge formaban parte de su esencia. La contracultura era su estilo.
A diferencia de sus colegas Crawford, Campbell y Schiffer, para ella cuanto más pasara desapercibida mejor. Huía a los paparazzi y de los periodistas, y solamente brindaba entrevistas a los que 'le caían bien'.
"En el 2010 tuve la suerte de conocerla personalmente en Colette en París, donde ella presentó su libro fotográfico. Estaba lleno de fans y no fui corajuda para sacarme una foto. Pude darle un beso y la mano. A fines del 2011 volví a encontrarme con ella y su hija –Lila Grace Moss– en Londres, pero allí nadie se acercaba, es muy respetada en su ciudad y saben cómo es", recordó Blanco.
Bajo el lente de los mejores fotógrafos de moda
Todo comenzó con su primera gran publicidad para Calvin Klein Jeans en 1993, retratada por el fotógrafo -y su amigo personal- Mario Sorrenti. La imagen la mostraba en blanco y negro, con el torso desnudo, una melena castaña y un maquillaje escueto y simple.
El fotógrafo Mario Testino -envuelto recientemente por acusaciones de acoso sexual– es otro de sus recurrentes fotógrafos favoritos, y ella se convirtió pronto en su musa. Con él realizó infinitas portadas para Vogue. Se conocieron cuando la bella modelo tenía 16 años y desfilaba para John Galliano -otro devenido en desgracia por sus dichos antisemitas-, oportunidad en la que Testino había sido contratado para capturar todos los momentos del show. Desde allí nunca más se separaron y ambos afirman que forman un excelente equipo de trabajo.
Y la oportunidad de retratar a Kate Moss llegó -dos veces- para los fotógrafos argentinos Gabriel Machado y José Cicala, especializados en moda. Los contrató la empresa Falabella sin especificar quién iba a ser la modelo. La sorpresa que se llevaron al aterrizar en Londres y darse cuenta de que Moss iba a ser la protagonista de la campaña fue inmensa.
“Fue una producción inolvidable que marcó un antes y un después en la vida de ambos”, recordó el fotógrafo José Cicala a Infobae.
"Nos bajamos del avión y nos dirigimos hacia una casa antigua ubicada en las afueras de Londres y empezamos a preparar los equipos y el set para el shooting. Ella llegó en helicóptero, divina, buena onda, simple y sencilla, sin ningún requerimiento, y así empezó el día", recuerda Cicala en una charla con Infobae.
"Fue hace seis años. Ella es totalmente opuesta a lo que yo pensaba. Habla mucho, es simpática. En plena sesión de fotos le hicimos apoyar el codo sobre la pared, pero nosotros tuvimos desperfectos con la cámara y tuvimos que ir a arreglarla. A los 10 minutos volvimos y ella seguía en la misma posición", agregó Machado.
Y hubo una segunda vez. La modelo pidió estrictamente que quería que ellos volvieran a ser los encargados de realizar la campaña. Los llamaron y volvieron a Londres. Pero, en el mismo momento en el que estaban realizando las fotos, en el estudio de al lado se estaba filmando un comercial.
Machado contó sobre la humildad y profesionalismo que Moss demostró ese día: "Soy de gritar en las tomas para arengar a las modelos y celebrities para que todo salga mejor, pero ese día no podía hacerlo por tener el comercial con audio al lado nuestro, entonces Kate nos dice: '¿Por qué no me gritas hoy? ¿Estoy fea? ¿Estoy haciendo las cosas mal? ¿No les gusto hoy? Esas sesiones de fotos con Kate será un recuerdo que nunca vamos a poder borrar de nuestra experiencia como fotógrafos".
Ambos coinciden en que la modelo superó sus expectativas, por su bajo perfil, humildad, generosidad, compañerismo y la facilidad que tuvieron para poder trabajar con ella las dos veces que fueron convocados.
Entre los escándalos, adicciones y campañas
Pero no todo fue color de rosa para la modelo. Tuvo a lo largo de su vida tormentosas relaciones amorosas que la llevaron a caer en las adicciones. Excesos de alcohol luego de fiestas en discotecas y after parties que se salían de control. Incluso, el Daily Mirror publicó en el 2005 unas fotos que mostraban a la modelo consumiendo cocaína.
Tras la imagen en la portada del diario, la top model fue inmediatamente desvinculada de las marcas con las que tenía contratos millonarios en ese momento, como Burberry y H&M. La prensa británica y del mundo apodó a este escándalo 'Cokate', una fusión de palabras entre cocaína y Kate.
La escritora Maureen Callahan publicó en el 2014 la biografía no oficial 'Champagne Supernova', en el que sacaba a la luz el pasado oscuro de la modelo y los diseñadores Alexander McQueen y Marc Jacobs. No sólo mencionaba la adicción a las drogas de Moss, sino que también aseguraba que había participado en orgías con su colega Naomi Campbell, y en un trío con Jude Law, episodio que habría provocado su separación de Johnny Depp, su pareja desde 1994 hasta 1998. "Kate y Johnny eran la pareja más sexy y más enganchada a las drogas desde Keith Richards y Anita Pallenberg", aseguraba el libro.
Sin dudas uno de sus grandes amores fue el actor Johnny Depp. Según la escritora, "el apetito de ambos por el alcohol, las drogas, los cigarrillos y el sexo era voraz". Fue una de las relaciones más tormentosas en la vida de la top model.
Luego de su ruptura con el actor, tuvo fugaces romances con Evan Dando, Leonardo DiCaprio y Jessie Wood. Luego de tres años de relación con Jefferson Hack, fue madre por primera y única vez. Su hija Lila Grace Moss, heredera de su belleza y sus contactos en el mundo de la moda, que hoy es considerada una incipiente IT girl. Juntas han protagonizado la portada de Vogue Italia retratadas por Mario Sorrenti.
Y luego fue Pete Doherty quien la conquistó. Su relación con el músico, conocido por sus excesos, fue una de las más duras. Salían juntos de las fiestas hasta perder el equilibrio por su estado de ebriedad. Tormentosa y llena de excesos, era una de las parejas más buscadas y perseguidas por los paparazzi.
Pero Kate Moss logró recuperarse. En el 2007 conoció a Jamie Hince, el hombre con el que se casaría en el 2011 y se divorciaría en el 2016 en buenos términos y sin escándalos. Ambos rehicieron su vida y ahora ella está en pareja con Nikolai von Bismarck, un modelo alemán con quién el año pasado vacacionó en la Costa Amalfitana.
Sin embargo, y a pesar de todos los escándalos, Kate Moss logró hacer su "comeback" y volver a posar para las marcas, que la habían elegido como musa. Y subió triunfal durante el 2017 nuevamente a las pasarelas. Sus últimas apariciones fueron para la campaña de Yves Saint Laurent y en la reciente presentación de la colección de 'men's wear' de Louis Vuitton en la Semana de la Moda de París. Volvió Kate.
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