Con el sol a punto de caer, Patricia della Giovampaola recibe a Infobae en su fabulosa Villa D'Arenberg. Cuando la mayoría de las figuras y empresarios de nuestro país eligen a José Ignacio como el alejado paraíso esteño, ella hace caso omiso y prefiere refugiarse en su mansión ubicada en la Playa Mansa, frente al Punta Shopping. Allí, pasa el verano entre el relax de su inmenso parque, el bullicio de las tiendas que visita para hacer sus compras diarias, las cenas con amigos, el placer de la lectura y, lo más importante, el amor de su pareja, el intelectual francés Jean- Paul Enthoven, con quien comparte su vida desde hace seis años.
– Arranquemos por el principio, ¿cómo fue tu infancia en Italia?
-Nací en Montepulciano, que es un pueblo que ahora está muy de moda porque se ha vuelto un centro turístico, pero cuando era chica no iba nadie. Ahora hay como 25 mil habitantes. Es un pueblo antiguo, a 100 kilómetros de Florencia y a 50 de Siena. Mi padre y su familia son de ahí. Él sigue viviendo allá. Me gusta ir en el verano a pasar unos días porque me encanta caminar y en Montepulciano hay muchas colinas, así que hago todo a pie. Voy y vengo a pie, incluso al hotel donde me hospedo, que queda a 5 kilómetros. Mi padre vive en la misma casa de mi infancia, con una gobernanta porque no camina bien y necesita gente que lo cuide pero con mi hermana -desde que murió nuestra madre- no volvimos a dormir más allí. Murió hace casi catorce años. En el verano vamos a una casa de campo que está al lado y en invierno nos arreglamos, dormimos en un hotel, Con mi mamá tenía una relación enorme, éramos muy cercanas, así que cuando murió fue muy duro.
"Tuve una infancia muy linda, de pueblo, con vacaciones en la playa. Mi madre nos enseñó muchas cosas. Era una fanática de la moda. Yo era la hija más chica (Patricia tiene una hermana mayor, Rossella) así que me llevaba a una modista y me hacía hacer todos los trajes a medida. Desde chica estoy acostumbrada a pararme y que me vayan arreglando los vestidos. Eso me ayudó porque hoy veo un vestido, me lo pruebo y enseguida veo todos los defectos que tiene. En París, tengo una mujer que me retoca los vestidos y me tiene miedo porque le marco todo. Es que toda la vida me pusieron ahí de muñeca y me hicieron los vestidos a medida, así que algo quedó".
– ¿Cómo llegaste a la Argentina?
-Por un tío materno y su historia de amor. El tenía 19 años y se enamoró de una mujer de 33, casada y con dos hijos. Imagináte el escándalo. Ella dejó al marido y se fue con mi tío. La mujer tenía un hermano que era escribano en Chile. Llegaron a la Argentina, donde hicieron fortuna, porque fueron al norte a importar maquinaria agrícola. Los tíos venían todos los años a vernos y recuerdo escuchar canciones correntinas que nos traían, porque vivían entre Posadas, Corrientes y Resistencia. Mi madre nos decía que aprendiéramos español, recuerdo que hasta nos compró un curso para aprenderlo. La Argentina siempre fue muy importante en nuestras vidas. Amo Buenos Aires, siempre me da mucha alegría volver.
– ¿Cuándo comenzó tu idilio con Punta del Este?
-Punta del Este forma parte de mi vida desde que era chica. Vine a los 18 años y después volví para hacer televisión para canal 12. Ahí lo conocí a Rodrigo (D'Arenberg, su ex esposo que falleció en 2007). Lo conocí sin que pasara nada y lo volví a ver en Europa. Él vivía en esta casa, que data desde que llegó su familia a Uruguay. Esta casa es de 1946. Para Rodrigo, Punta del Este era fundamental y yo soy residente en Uruguay, paso todo el invierno. Yo vivo acá, estoy de vacaciones en Buenos Aires, al revés de la gente. Paso mucho tiempo acá. Vengo en invierno, ahora me quedo tres meses, después vuelvo a partir de septiembre, a veces llego antes. Así que vengo todo el tiempo. Además, es una casa importante para mantener y tengo que estar trabajando constantemente para cuidarla y organizarla. Punta del Este es parte de mi vida.
– ¿Cómo es un día de tu vida en pleno verano esteño?
-Mi día en pleno verano es exactamente igual que un día en pleno invierno. Soy muy ordenada, prolija y estructurada. Me levanto entre las 8 y las 8.30, aunque me haya acostado tarde, algo que es muy raro en mí porque no me gusta. Tomo el desayuno, leo todos los diarios nacionales e internacionales. Soy adicta a la información. A eso de las diez, me pongo un short y una remera, y bajo a hacer gimnasia. Después voy al supermercado, hago las compras para la casa y me voy a caminar: hago 6 kilómetros de caminata y almuerzo. Digamos que la mañana es para el cuerpo y la tarde es para la cabeza. A la tarde tomo un poco de sol y leo un libro o el diario. Lo que no pude leer por internet lo leo hasta las cinco o seis de la tarde. Y a la noche, si hay alguna cena de amigos, voy. También recibo a mucha gente en mi casa y otras veces vamos a cenar afuera o a alguna fiesta. Pero trato de acostarme antes de la una y media de la mañana.
– ¿Qué es lo que más te gusta de Punta del Este?
Hay momentos que me gustan, por ejemplo; me gusta mi casa. Yo no sé manejar porque me da miedo, entonces me tengo que arreglar a pie y por eso no puedo vivir en José Ignacio, porque ahí sin auto no me puedo mover a ningún lado, Por lo menos, acá tengo la tienda al lado (Punta Shopping queda frente a la Villa D'Arenberg) puedo ir a buscar un libro, a comprar lo que necesito, al banco o la farmacia. Para mí es muy práctico. Y al mismo tiempo tengo un jardín, que es como si estuviera sola en el mundo, pero salgo y tengo el bullicio de la ciudad. Me gusta cuando camino a la mañana, paso al lado de esos bosques de pinos y siento ese olor de verano, de pino caliente, que es maravilloso. También me gusta mucho el campo. Detrás de La Barra hacia San Carlos, toda esa zona de chacras me encanta. Pero por supuesto que allí no podría vivir por la misma razón: o tengo a alguien que me maneja todo el día o no me muevo. Pero, como me gusta ser independiente, no puedo vivir lejos de lugares donde no puedo moverme a pie. Me gusta la ciudad. Me gusta mucho Buenos Aires, París, Nueva York; me gusta la ciudad, el asfalto, la noche, la mañana pero en la ciudad. Punta del Este me gusta, porque es un compromiso entre el campo, la naturaleza y la ciudad. Ahora estoy más en París, porque está mi novio (el prestigioso intelectual francés, Jean-Paul Enthoven) y mucho menos en Buenos Aires.
– Me hablás de tu novio, ¿cómo es y cómo empezó tu relación?
-Es una muy buena persona, es muy buen mozo y es muy inteligente. No le gusta salir de noche, es sano, no fuma, no toma. Nunca me aburro con él: le pregunto sobre política, sobre economía, literatura. Tengo una fascinación. Le digo que estar con él es como estar haciendo la universidad de ciencias políticas en mi casa, porque me explica todo el tiempo y, si no entiendo, se lo vuelvo a preguntar. Entonces, estoy enterada de la política de acá y de allá. Estamos juntos hace 6 años. Lo conocía por haber escuchado hablar de él en París y por haber leído sus artículos. Una amiga me lo presentó en un evento, después lo volví a ver… fue todo muy natural.
– Sos una de las mujeres más elegantes de nuestro país, ¿cuáles son las claves de una mujer elegante?
-Siempre digo que uno se tiene que poner frente al espejo y fijarse qué es lo que lo favorece y lo que no. Todos tenemos puntos buenos y malos. La elegancia es saber poner en valor tus mejores partes, es tener un estilo. El estilo incluye todo: tu moral, tu cabeza, lo que viste en un museo: todo es un estilo que te crea y te hace un look. Yo me tengo que sentir cómoda con un vestido. A veces me gusta ponerme vestidos llamativos y, a veces, soy feliz con un short y una remera. En Punta ando de short y remera todo el día, pero cuando salgo me pongo un vestido. La gente no me imagina de short y zapatillas, me ven en la tienda y no lo pueden creer.
– ¿Cuáles son tus diseñadores favoritos?
-Voy cambiando porque la moda va cambiando. La moda es como el juego de la silla, sacan una y ponen otra. Eso es lo que pasa con los creadores. Por ejemplo, por muchos años nunca me gustó Pucci y de repente llegó un creador, Peter Dundas, que empezó a hacer ropa maravillosa. Me encantó su estilo, que coincidía con el mío. Pero luego Dundas dejó Gucci y otra vez nada me gusta. Entonces cambio y no compro más esa marca. Me pasó lo mismo con Lanvin, cuando estaba Alber Elbaz, hasta que se fue y ahora voy a comprar pero no me gusta nada. Todo va cambiando. También fui una gran admiradora de Oscar De la Renta pero murió. De toda la colección de Gucci siento que hay poco que me va, porque no me veo con voladitos, florcitas. Compré un vestido y lo tuve que adaptar a mi personalidad, a mi cuerpo y a mí. Balmain me gusta, no todo, porque tampoco me voy a poner esos vestidos llenos de transparencias. Así que, si antes me preguntabas cuáles son mis diseñadores favoritos, te hubiese dicho Oscar De la Renta o Lanvin pero ahora no te lo puedo decir porque todo cambió. Así que estoy viendo y me voy adaptando
– ¿Cómo armas tu vestidor?
-Primero miro los eventos que tengo. En mayo tengo un casamiento muy importante y tengo que tener tres cambios de ropa. Tal vez me vuelva a poner un vestido que ya tengo, tampoco me tengo que comprar uno nuevo. Pero seguro me compraré un traje para la iglesia porque los novios quieren que usemos sombrero. Soy mucho más parca de lo que parezco. No derrocho. Me gusta volver a usar la ropa. Ponerse las cosas una sola vez no funciona conmigo. Me gusta repetir los vestidos, a lo mejor uso uno ahora y lo vuelvo a usar en dos años. Por eso, no hay que comprar demasiado a la moda, así la ropa no envejece. Hay que comprar algo que sea lindo pero que siga en el tiempo.
– ¿Las mujeres argentinas se visten bien?
-Las argentinas se visten con lo que tienen, se arreglan como pueden porque siempre hay cosas que no se pueden importar o que se copian. Lo que destaco de las argentinas es el cuidado que tienen de su cuerpo. Hacen mucha gimnasia y corren. En París, la mujer no le da mucha importancia al deporte. A la francesa le gusta más ponerse un lápiz de labios colorado y un impermeable, y estar al natural. Para mí, el ejercicio físico es fundamental y ese amor lo aprendí en la Argentina. Allá todas van al gimnasio, se cuidan, hacen deporte. Eso lo destaco. La mujer argentina es muy linda. Lo único que les critico son los zapatos. Si puedo criticar algo son esas plataformas gigantescas que usan las chicas. Perdonen, pero lo tengo que decir. Y ahora veo que las usan también en plataformas y en botitas, que parecen zapatos ortopédicos. ¡Es tremendo!, ¿de dónde sale eso? En Europa no se ven. Lo veo en Argentina y Brasil pero allá no. Ahora Gucci hizo un par pero sólo por hacer un zapato raro, pero acá las usa todo el mundo. Esas plataformas me matan, no son tentadoras y no las encuentro elegantes
– ¿Te gusta el estilo de Juliana Awada?
Sí. Es una amiga, conozco a su familia y la encuentro muy linda. Se viste bien, tiene un estilo y lleva muy bien su rol de primera dama. La encuentro muy bien.
– ¿Cómo cuidas tu figura?
-Hago natación, gimnasia de agua y con pesas, máquinas, pilates, yoga. Me cuido pero tengo mucha suerte, Primero porque soy naturalmente flaca, como mi papá. Mi hermana también es flaquísima. Las dos somos naturalmente flacas así que eso ayuda. Pero además, no me gusta el chocolate, la carne, las gaseosas, las frituras, los dulces. Me encanta comer pasta, quinoa, pescado… No soy vegetariana pero mi tendencia es serlo. Como pescado porque necesito comer proteínas pero si por mí fuera solo comería verduras, cereales, granos, frutos secos, leche de almendras. Me gusta todo eso. También como sin gluten, eso lo aprendí hace unos años. No me cuesta porque mi naturaleza es así. Y soy muy ordenada en los horarios de comida, no me gusta comer fuera de horario. Cuando voy a eventos ceno antes, porque estoy acostumbrada a comer a las ocho y media, y a las diez y media me muero de hambre.
– ¿Cómo ves a la Argentina?
-Tratando de salir, ha sido un año muy bravo a nivel hiper inflación. A mí eso me asusta. En Uruguay la inflación es del 8 por ciento y en Europa hay deflación. Eso me da un poco de miedo pero me imagino que el gobierno de (Mauricio) Macri está haciendo lo posible para sacar al país adelante. Amo a la Argentina, entonces quiero que vuelva a brillar en el mundo. A principios de siglo, en París, usaban la frase "rico como un argentino" para referirse a las personas de mucho dinero, Ahora dicen "rico como un árabe" o "rico como un ruso". Ojalá que la Argentina vuelva a brillar, y vuelva a posicionarse en un lugar importante en el mundo porque se lo merece. Es un país maravilloso, riquísimo. Toda la gente que va a la Argentina vuelve enamorada.
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