María Vázquez luce espléndida. Con una sonrisa primaveral recibe a Infobae en el local de La Dolfina, la marca de ropa que vip que formó junto a su marido, Adolfo Cambiaso, el mejor polista del mundo. Se define como divertida y amiguera, pero a la vez reconocer que debe ser estricta para llevar adelante un estilo de vida inusual, que se divide según el calendario mundial de los torneo de polo y por el que llevan adelante una vida "nómade chic", saltando de un continente a otro cada tres meses.
Cuando está en Argentina, su hogar se encuentra en Cañuelas y solo viaja a la Ciudad de Buenos Aires tres veces a la semana, para atender los detalles del negocio. Asegura que, a pesar de las apariencias, su vida no es sencilla, ya que debe estar 100% dedicada a sus hijos y marido, pero a su vez no deja de realizar las actividades que le generan placer, como canto y baile.
Sus adolescencia la pasó en Estados Unidos, donde su padre -Jorge- se desempeñaba como diplomático. Allí creció y se educó, con un promedio de 94 sobre 100 en la prestigiosa Mary Mount School. Y allí también recibió su primera oferta para subirse a las pasarelas. La agencia de modelos neoyorquina Exclusive Influence le ofreció sumarse a su staff para realizar una prueba en Japón, pero -a pesar de sus deseos- sus padres no se lo permitieron por ser menor de edad.
"Papá era diplomático entonces nos fuimos a vivir, entre mis 14 y 18 años, a Nueva York. Ahí me ofrecieron trabajar como modelo, en mi casa mucho no les divertía…no había nadie del mundo artístico. Nadie cantaba, nadie bailaba, ni pintaba, ni se dedicaba a la moda. Era la única mujer de 4 hermanos y la más chica. Mi mandato era otro, pero me dejaban hacerlo, mientras yo cumpliera con el colegio. Siempre y cuando eso no implicara viajar ni involucrarme mucho con el tema", explicó a Infobae.
Su regreso al país se produjo cuando sumana 18 abriles. Comenzó a estudiar Ciencias Políticas, pero el universo fashionista supo conquistarla y ella enamoró a fotógrafos, diseñadores y al público con su impronta de femme fatale sobre las pasarelas. Su primera gran campaña publicitaria fue con Taverniti Jeans. Y a partir de las gigantografías, que inundaron revistas y carteles callejeros, se convirtió en una referente de la belleza argentina.
"Al tiempo volvimos a Argentina y empecé a hacer algunas cosas, en algún punto me divertía y empiezo a trabajar como modelo para darle bronca a un novio que tenía (ríe). Fue hace muchos años y ahí arranque. El era conocido también así que mi parte pública empieza a partir de ahí, después como conductora, danza. Soy multifacética, todo terreno. En mi vida personal también lo soy, en mi matrimonio también".
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Con 19 años le tocó conquistar un nuevo corazón, quizá el más importante hasta ese momento, el de Adolfo Cambiaso, el mejor polista del mundo. Conformaron una de las parejas más influyentes del país, todas las publicaciones buscaron ingresar a su intimidad, pero ellos siempre mantuvieron, dentro de todo lo posible, un perfil bajo, que los protegió de los flashes y permitió cultivar una relación de apoyo mútuo, que floreció con la llegada de sus tres hijos: Mía, Adolfo ("Poroto", como todos lo conocen) y Myla. Y esa mentalidad, de poner la vida privada por sobre todo, se mantiene, este año les ofrecieron ser parte un de reality show para mostrar cómo es la vida de su familia. Y claro, la rechazaron.
Al mismo tiempo que brillaba en la moda, María también incursionó en televisión. Fue conductora del emblemático programa El Rayo, entre 2001 y 2002, y luego en el show Si02, por la pantalla de Much Music, como también fue parte de Bailanda por un Sueño en dos oportunidades. Además, junto a su marido lideran la marca La Adolfina Polo Lifestyle.
-¿Cómo fue que se conocieron con Adolfito?
-Nos conocimos en la tapa de los personajes de Gente. Yo era modelo revelación en 1994 y el era polista revelación. En esa época no era muy conocido, el mucho menos. Nos pidieron sacarnos una foto y los dos nos sentíamos sapos de otro pozo, éramos muy nuevos en el medio. A la semana nos encontramos en la fiesta de esta revista. Ahí comenzó todo, fue automático, empezamos a salir y no nos separamos nunca más. Nos enamoramos, nos conocimos, él fue creciendo en su carrera y yo también, estaba al frente de El Rayo. Al poco tiempo nos casamos. Después vino el proyecto familiar y ahí sí, deje la moda después de 14 años de hacer desfiles. Lo último que hice fue un desfile de Giordano. Había sido una etapa que ya no me motivaba nada.
Estar casada con el polista más grande de todos los tiempo puede parecer sencillo, pero implica una cantidad de sacrificios que muchas personas no estarían dispuestas a realizar. El principal, el tener una vida nómade, cambiando de casa, dejando a los seres queridos atrás, forjando nuevas amistades.
-¿Cómo es ser la mujer de el mejor jugador de polo del mundo?
-Se fue dando naturalmente, hacemos una buena sociedad, me ocupo de un montón de cosas que a Adolfito no le interesan, no le gustan. Por ahí él tenía ganas de tener un marca de ropa que le parecía que estaba bueno pero el no se iba a dedicar a hacerlo entonces lo armamos nosotros, o por ahí tener reuniones con algunos sponsors yo lo hago, si hay algún problema quizás en el campo lo acompaño… yo hago todo.
No es fácil ser la mujer de un deportista en primer lugar y tampoco ser la mujer de él, se tienen que dar un montón de condiciones para que esto funcione. Una cosa es lo que se ve en las revistas, los viajes que uno piensa "que buena vida", pero correrse para acompañar no es sencillo, requiere de mucha inteligencia, de temperamento. Un marido que entienda las necesidades, con el tiempo nos fuimos complementando bien. Al principio no fue fácil sobre todo para mí, porque él no cambió nada de su vida. Fue trasladar toda una familia, aceptar eso y una elección de la cual no me arrepiento. Mi rol es sostener, acompañar. Las mujeres somos medias motores de todo. Familia, hijos, del marido, podemos hacer 150 cosas a la vez.
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– ¿Cómo es esto de viajar todo el tiempo durante todo el año?
-Mi hogar está siempre acá, donde está la familia, mis amigos. Todo lo que quiero está acá. Mi vida es acompañarlo, desde que nos casamos es lo que hago. Durante febrero, marzo y abril viajamos a Estados Unidos, entre mayo y julio a Inglaterra y en agosto generalmente a España. Después regresamos. Él siempre está jugando y yo soy la psicóloga y armadora psíquica de toda mi familia, marido e hijos, y esa es mi función, plenamente de madre y ama de casa. Me busco cosas que me gustan para hacer, ahora tenemos esta marca de ropa La Dolfina y ahora incorporamos una cápsula de mujer y la armo yo con los chicos que trabajan acá.
-¿Cómo llevan adelante la educación de los hijos estando constantemente en tantos países?
-Nosotros viajamos con una maestra que nos acompaña todos los viajes. Hoy, con la tecnología, es muy fácil porque por skype ellos pueden rendir, les mandan los exámenes por mail. Hacen colegio normal, nada más que en casa. Se llama Home Schooling. Tienen una rutina igual a la tradicional, se levantan a las 7 am, estudian, hacen la tarea y yo me encargo que todo sea así, soy bastante estricta.