Canadá, Israel y EEUU son los referentes mundiales en el uso del cannabis como estrategia para manejar dolores crónicos que no se alivia con métodos médicos tradicionales.
En la Argentina y el resto de la región, sin embargo, el uso medicinal del cannabis genera controversias y posturas polarizadas en la sociedad. Pero cuando se trata debatir dentro de la comunidad científica, los profesionales de la salud necesitan darle un escenario académico a esta discusión.
Es en este contexto, y frente a la ausencia de este tema en la currícula de la formación médica, – debido a que aún faltan más ensayos clínicos que apoyen su uso – la Fundación FEMEBA apostó a generar un espacio de formación para dar respuesta a una demanda.
Los objetivos del curso apuntan a academizar el debate instalado e identificar al cannabis como una herramienta terapéutica complementaria a las tradicionales en patologías con síntomas refractarios, definir las indicaciones actuales con mayor evidencia científica y conocer los productos disponibles, las formas de administración, las dosis, interacciones, valoración de efectos positivos y control de efectos adversos a corto y largo plazo.
Infobae conversó con el doctor Marcelo Morante, coordinador de la Capacitación Médica del Ministerio de Salud de la Nación, quien está al frente de dicho curso.
— ¿En qué estadio estamos en la aplicación de cannabis a la medicina? Tanto en conocimiento, acceso a medicamentos, como en lo que hace a la apertura de la comunidad médica a esta alternativa.
— Argentina está dando los primeros pasos. En lo que compete a mí, formo parte de la coordinación de la capacitación de los médicos del país. Hemos generado actividades por medio de la Facultad de Medicina y la Fundación FEMEBA. Por sobre todo, creemos que el gran regulador va a ser el médico. Por eso es fundamental que el profesional pueda acceder a toda la información necesaria para poder manejar esta molécula controversial. También está claro que el Estado está trabajando en lo que hace la legislación y en el desarrollo de proyectos de investigación con INTA Castelar.
Luego está la realidad del consultorio, donde uno escucha con tristeza cómo las madres siguen reclamando ante la dificultad de acceder a tratamientos que puedan ayudar a sus hijos. Esa es la situación urgente a resolver. Pero el marco regulatorio nos da un escenario diferente a lo prohibido y seguramente la sociedad científica, y la sociedad en general, tendrán que caminar juntas para poder resolver este dilema.
— ¿Los médicos de hoy egresan de la Facultad de Medicina sin formación en este área?
— Así es. Porque se trata de algo llamativo, pero novedoso. En la década del 90, la ciencia descifra un sistema endógeno que se llama sistema endocanábico. A partir de ahí se empieza a generar una evidenciadonde enfermedades frecuentes, como las neurodegenerativas, se podrían beneficiar de manipular este tipo de receptores. Los médicos nos fuimos formados en la temática. La evidencia de los marcos regulatorios viene posterior al año 2000, se trata de algo bastante nuevo.
— Todavía vemos en la sociedad una actitud muy heterogénea y hasta reacciones fuertes contra esta sustancia. ¿Qué pasa dentro de la comunidad médica?
— Creo que los médicos debemos hacer un ejercicio reflexivo cuando un paciente nos pregunta en el consultorio qué opinamos sobre el uso medicinal del cannabis. Tenemos que ser capaces de entender que formamos parte de una sociedad que tiene una mirada muy negativa con respecto a esta sustancia y poder resolverlo desde lo que hay de evidencia.
Nosotros no podemos dar respuestas a los pacientes que estén basadas preconceptos, sino preguntarnos si realmente el cannabis, interactuando con este sistema endógeno, tiene alguna posibilidad de ayudar a un paciente con su dolor, humor, sueño y apetito. Debemos estar informarnos sobre esta molécula que mejora la calidad de vida. Y en esa respuesta seguro que nos vamos a poder chocar con el preconcepto o lo prohibido, o con "lo que a mí no me gusta que me plantee un paciente".
Por eso, creo que el paciente debe empoderarse, porque él es el que la está pasando mal. Si un paciente me plantea ese uso potencial; yo como médico debo acompañar el proceso con la evidencia que tengo disponible y, por supuesto, tratando de que se vincule con una sustancia con estándares de calidad. Esa es clave y por eso es que para mí es tan trascendente la ley o el marco regulatorio que acabamos de tener.
— En los cursos que ofrecen ¿En qué áreas se los entrena a los médicos?
— En la Facultad de Medicina damos cursos que van desde las propiedades botánicas de una planta – esto es novedoso – hasta la opinión de los expertos en neurología, psiquiatría, toxicología, e interpretación de la ley. El cannabis medicinal nos significa también un ejercicio académico, porque los profesores no estábamos preparados para tener muchas miradas con respecto a una sola temática. Para sumar complejidad, muchas de estas miradas además pueden ser opuestas.
Pero creo que es un doble ejercicio. Por un lado, desde lo social, como demostraron las madres en sus marchas. Pero también desde lo académico, porque los profesores nos enfrentamos a analizar críticamente una evidencia que muchas veces es contrapuesta, o que se presta a muchas interpretaciones.
— Imagino, cuando el médico recibe a un paciente que sufre y que le pregunta sobre estos tratamientos con cannabis, se le abre un abanico que cuestiones sobre las que tiene de tomar postura…
— Así es. Por eso es que se requiere una mirada mucho más profunda, y más empática con el sufrimiento del otro. En ese sentido, lo que más se acerca a la medicina cannábica es la mirada de los cuidados paliativos. Poder desarrollar una herramienta contra el sufrimiento, que le permita a ese paciente transitar su enfermedad con mejor calidad de vida. No podemos hablar del mito, ni pensar que el cannabis cura todo porque estaríamos equivocándonos, pero sí podemos decir que hay múltiples síntomas que podrían verse beneficiados por cannabis.
— Una vez que el médico se abre a esta posibilidad ¿Qué desafíos aparecen?
— Claro, cuando terminamos de resolver la pregunta del paciente, viene una segunda: ¿Cuál cannabis? Ahí es donde nosotros necesitamos que el marco regulatorio nos provea una sustancia con estándares de calidad. Porque si no, el paciente va a acceder a formas alternativas, con los riesgos que eso significa. Ese es el camino o el salto que tenemos que dar en nuestro debate. Ya no podemos seguir discutiendo la evidencia, o si está prohibido o no, sino poder empezar a discutir con qué producto contamos para poder dar respuesta a los pacientes.
El médico debe contestar al paciente desde el conocimiento, debe ser el gran regulador, el que define la indicación, la relación riesgo-beneficio, las pautas de dosificación, las potenciales interacciones con otros medicamentos y el seguimiento de los efectos adversos.
Hay que entender que la expectativa social es muy alta y muchas veces en el consultorio hay que aprender a decir "no", si no tiene una indicación en determinada patología.
— Pero además, dentro de lo que son los tratamientos con cannabis, hay toda una franja de productos sin la sustancia psicoactiva
— Bueno, la historia en lo medicinal ha ido cambiando. Históricamente los productos de cannabis eran ricos en THC (que es el componente psicoactivo). Cuando se fue transitando hacia lo medicinal, este compuesto aparece en menor cantidad, a favor de una mayor concentración de CBD, la molécula no psicoactiva. Esto, en la medicina cannabica, significa conocer el "quimiovar," es decir, cuál de estos componentes predomina, porque eso va a impactar directamente en el efecto. A su vez, quienes tengan más concentración de THC tienen más chance de padecer los efectos negativos.
— ¿Qué pasa en los mercado no regulados?
— Precisamente, hoy en Argentina – al igual que en el resto de los mercados no regulados – al final predominan los productos ricos en THC porque su uso tiene que ver con la psicoactividad. Entonces ahí está el aumento de los riesgos. Un médico, más allá de tener una mirada contraria al uso del cannabis, tiene que saber que si él no acompaña al paciente seguramente éste tendrá más chances de caer en efectos adversos. Por eso, es necesario que el médico se capacite y haga el registro de historia clínica de éste tipo de usos.
— ¿Cuáles son los casos más probados?
— Básicamente la evidencia mayor es en lo que son vómitos y quimioterapia, dolor y cáncer, dolor neuropático y esclerosis múltiple, espasticidad y aparece ahora evidencia disponible con respecto a la epilepsia refractaria. Situaciones que realmente condicionan mucho la calidad de vida. O sea, hoy el cáncer es una epidemia, entonces en el contexto de los cuidados paliativos parece una herramienta prometedora en ese punto.
— ¿Cuáles son los riesgos de la automedicación? Pero aún ¿Qué pasa con los niños cuyos padres leen que sus hijos podrían beneficarse del cannabis pero no son escuchados por los médicos?
— Bien. Uno trata de remarcar eso: la necesidad de la capacitación médica es porque no solamente hay riesgo respecto de la sustancia – contaminantes químicos o biológicos, como hongos y bacterias -, sino que muchas veces el médico es quien decide la vulnerabilidad de un paciente en particular. Los niños y los adultos mayores son las poblaciones más vulnerable. No podemos olvidar que el niño tiene un cerebro en desarrollo y que esta molécula podría impactar positivamente pero también muy negativamente en su desarrollo. A su vez, el adulto mayor también tiene un cerebro enfermo o un corazón enfermo, y esta molécula podría tener mayores chances de generar daño.
Entonces está claro que vamos en busca de una sustancia controlada, estandarizada, para prevenir los riesgos de la sustancia pero no podemos dejar de ver. Lo más trascendente quizás eselegir muy bien qué paciente es el mejor candidato. No es una sustancia libre de riesgos.
— ¿Qué país es hoy un modelo a imitar en cómo aborda esta temática?
— Canadá. Yo fui a capacitarme allá en el 2014. Creo que Canadá – desde el marco regulatorio, desde su forma distributiva de recursos en medicina – le da un escenario de seriedad muy interesante. Si hablamos de medicina basada en evidencia y en la cantidad de pacientes tratados, Canadá miles de pacientes tratados y muchos años de regulación médica del cannabis. Me parece que es un modelo a seguir.
Tuvieron una regulación que debieron modificar porque las exigencias del paciente fueron por más. Esas regulaciones se fueron adaptando a las necesidades médicas. Me parece que ese es el punto. No se puede definir desde una ley o desde una regulación qué diagnóstico es pausible de tratamiento, sino que debe poder hacerse desde un principio médico ¿Ese caso, ese paciente que tengo enfrente, podría ser candidato o no, qué me parece a mí que soy el médico? Cuando uno lo deja en manos de una regulación, muchas veces ocurre que hay paciente que lo necesitan y no podrán beneficiarse, o al revés, que sin tener la indicación terminan usando cannabis medicinal.
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