Galo Soler Illia: "Los científicos deberíamos ser la base del crecimiento de Argentina, pero la generación que gobierna no lo entiende"

El destacado científico argentino Galo Soler Illia comparte un lúcido análisis sobre la política, la ciencia, la tecnología y el rol de los científicos en la generación de riqueza. Cómo prepararnos para la Argentina hacia 2030

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"La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso", dijo Louis Pasteur hace más de un siglo; y hoy, en plena era del conocimiento, se vuelve más cierta que nunca.

Pero, ¿cuál es el estado de la ciencia en Argentina? ¿Cómo analizan la situación actual desde el interior del mundo científico? ¿Nos estamos preparando para los cambios de un futuro próximo que llega cada vez más rápido? ¿Qué pueden hacer los científicos y la ciencia por el resto de los argentinos?

Galo Soler Illia es decano
Galo Soler Illia es decano del Instituto de Nanosistemas de la UNSAM e investigador principal del CONICET

Infobae recibió al doctor Galo Soler Illia, Decano del Instituto de Nanosistemas de la UNSAM e investigador principal del CONICET, para discutir estos temas cruciales para la Argentina que viene.

Soler Illia es uno de los científicos argentinos más citados por colegas de todo el mundo. Es doctor y licenciado en Química por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, especializado en nanotecnología.

Nieto del ex presidente Arturo Umberto Illia, Galo es un apasionado de la ciencia y su impacto social.

Por ello es que participa en espacios de debate de políticas científicas desde hace casi dos décadas. Uno de esos ámbitos es el del Consejo Presidencial Argentina 2030, que depende de la Jefatura de Gabinete de ministros de la Nación, y del que participaron (ad honorem) varios científicos y pensadores argentinos destacados. El objetivo es poder pensar al país por fuera de los problemas de la coyuntura y profundizar sobre cuáles son las políticas que habría que implementar para preparar a la Argentina de cara al año 2030.

Soler Illia es uno de
Soler Illia es uno de los científicos argentinos más citados por colegas de todo el mundo

-¿Cómo ves la situación de la ciencia y la tecnología en la Argentina hoy?

-Cuando asumió este gobierno había cosas muy esperanzadoras como la decisión de mantener en el cargo al ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao. Esto fue leído como una voluntad de darle continuidad a lo que se venía haciendo en su gestión. Para mí fue algo muy atinado. También sonó alentador el discurso de Macri candidato, cuando dijo que, lo antes posible, íbamos a llegar al 1% del PBI para investigación en ciencia y tecnología. Sin embargo, esto no ocurrió. Si uno lo analiza, el presupuesto real se incrementó por debajo de la inflación. Es cierto que es una realidad que entra dentro de los recortes generales que hubo en otros ministerios, pero aún estamos muy lejos del 1%. Eso no es una buena señal. Otro punto en contra para señalar, es que – desde que asumió Macri – no se ha cambiado mucho el panorama. En el medio, y como ya sabemos, hubo varias protestas del sector científico-tecnológico y bajas en los ingresos del CONICET. Pero lo que a mí más me preocupa es que todavía sigue sin entenderse para qué sirve el sistema científico-tecnológico en Argentina.

El experto afirma que sigue
El experto afirma que sigue sin entenderse para qué sirve el sistema científico-tecnológico en Argentina

– ¿Quiénes no lo entienden, el poder político o los ciudadanos argentinos?

-Creo que la sociedad no lo adopta. Las encuestas reflejan que los científicos tienen una imagen positiva enorme. Pero somos "la frutilla del postre". Y el problema es que en este momento deberíamos ser el plato principal. La ciencia y la tecnología en el siglo XXI no son un adorno para que una sociedad mire con orgullo simplemente y diga: "Ay, qué bien lo que hacen!". Sino que deberíamos ser la base de crecimiento de Argentina. Eso es algo muy importante y todavía la generación que nos gobierna no lo entiende y no sabe cómo manejarlo.

-¿Hay algún área o fase que se debería privilegiar?

-Se habla mucho de ciencia, tecnología e innovación – que son 3 procesos diferentes, pero que están encadenados-. El gobierno actual no entiende el valor de lo que es la ciencia básica. No es gente encerrada en una "torre de marfil"; son profesionales que hacen investigación de frontera. Es esa investigación que se realiza en la frontera del conocimiento la que genera, sin quererlo, muchísimas consecuencias aplicables. No hay descuidar investigación en fronteras de conocimiento. Los países sin ciencia básica terminan limitándose a copiar cosas.

-Fuiste parte del proyecto "Argentina 2030" junto a destacados pensadores de diversas áreas. ¿Cuáles fueron los puntos claves que identificaron para trabajar a poco más de 10 años?

-Algo muy importante: hay que pensar cuál va a ser nuestra economía, en qué se va a basar nuestra economía ¿vamos a seguir vendiendo commodities? ¿Vamos a desarrollar alguna industria? ¿Servicios? Qué va a ser lo óptimo. Cómo vamos a generar riquezas. En el fondo ¿Qué economía vamos a tener para mejorar la vida de la gente? La otra pregunta vital es: ¿De qué manera vamos a maximizar la educación de nuestra población y su adaptación a las futuras tecnologías, a los trabajos del futuro?

Soler Illia posa con jóvenes
Soler Illia posa con jóvenes científicos argentinos ganadores de un premio Innovar

– Las preguntas sobre cómo vamos a prepararnos para esta nueva era del conocimiento

– Exactamente. Estamos en la sociedad del conocimiento, hace 20 años que lo hemos identificado y todavía no arrancamos del todo.

-¿Qué opinás de los recortes en los ingresos a carreras del CONICET?

-Es discutible, uno puede estar más o menos de acuerdo con eso. Para ser sincero, a mí no me parece mal que se seleccione mejor a los ingresantes a carrera del CONICET.

-¿Por qué?

-Porque el CONICET es una institución que tendría que tener una selección de los investigadores más formados, más fuertes y que se dediquen exclusivamente a investigar y a hacer avances en la ciencia fundamental, de alto nivel mundial. Eso no significa que los que han quedado afuera sean malos o que tengan peor mérito. Sino solamente que no cumplen 100% esos requisitos o que alguien fue mejor que ellos. Ahora bien, quienes no ingresan pueden ser excelentes investigadores también, en universidades, en centros, en la Comisión de Energía Atómica, en el INTI, en el INTA, en muchas otras instituciones científicas del país e incluso en ministerios o municipios. Por ejemplo, si hacen falta sociólogos para estudiar lo que ocurre en los alrededores de una ciudad que tiene problemas con narcotraficantes.

-También podrían agregar valor al sector privado. ¿Cómo están funcionando las áreas de vinculación en Argentina?

-Bueno, ahí está el tema, eso que mencionás es muy importante. Nosotros producimos unos 2 mil doctores por año. ¿Es insuficiente? Sí, tampoco es una mala cifra. De ellos, aproximadamente unos 600 pueden entrar a CONICET, después de pasar un tiempo. Ahora bien ¿A dónde van los otros? Pues tienen que vincularse con el sector productivo y/o con el sector público. Para que allí donde se necesite una persona especializada en ciencias naturales, en ciencias exactas, en ciencias sociales, en ciencias de ingeniería, se pueda recurrir a esta gente inteligente e instruída que realmente puede hacer la diferencia.

Porque los profesionales que tienen un doctorado son personas se han formado en investigación, un método que permite analizar la cosa de manera muy profunda. Eso es muy útil en la industria, en el sector público, etcétera.

Ahí es donde tenemos que hacer énfasis: en la vinculación. Las universidades forma a estos doctores y la industria tendría que tomarlos. Pero ocurre que, muchas veces, los industriales no saben el valor agregado que tiene una persona con doctorado y todo lo que puede darle al sector privado.

La mayor parte de los doctorados son pagados por becas estatales, entonces el Estado debería mediar para favorecer esa vinculación entre industriales y académicos, que se traduciría en generación de más riqueza para el país.

-¿No creés que, desde el lado de los científicos, sigue habiendo un cierto prejuicio a la hora de pensar en monetizar el conocimiento o en aceptar fondos privados para investigar?

-Sí, creo que hay un profundo prejuicio de ambas partes. Los industriales no entienden cómo un científico argentino le puede generar valor agregado y el científico argentino muchas veces piensa que trabajar en la industria con capitales privados es traicionar a la ciencia. Ambos son errores gravísimos, sobre todo porque otros países que lo están haciendo y que nos van sacando ventaja. Habría que bajar un poco esos prejuicios, que en realidad vienen del desconocimiento.

-¿Cuál es tu experiencia al respecto? Ya que sos investigador del CONICET, miembro de la Universidad de San Martín y trabajan con empresas

A ver, te lo pongo así: yo me formé en ciencias gracias a la universidad pública. Es decir, mi educación y mi trabajo de hoy fueron pagados con el esfuerzo de todos los argentinos. Tuve la suerte de que me pude formar, que tuve el tiempo para hacerlo y la dedicación, que me fue bien y que tuve la oportunidad de acceder a educación de privilegio. Bien, eso no significa que yo no tenga que trabajar para las empresas, justamente es al revés. Yo ahora estoy en la Universidad de San Martín y veo que, desde allí, podemos hacer de palanca para que las empresas generen mucha más riqueza. Y esa es la manera en que las empresas van a contratar más empleados, más calificados y van a generar derrame hacia la sociedad.

Sin embargo, algunos científicos creen que trabajar con compañías o con financiamiento privado es venderle el alma al diablo. Ese es un error conceptual muy grave. Porque si uno mantiene una actitud ética y reconoce el valor institucional de lo que hace, está perfecto. Pero sí hay que trabajar con las instituciones, eso es muy importante. Como investigador del CONICET y como miembro de la Universidad de San Martín, cuando estoy trabajando con una empresa debe mediar la institución, la cual desde estar reconocida. La empresa no puede firmar nada conmigo, tiene hacerlo con la Universidad y con el CONICET. Ahora lo están entendiendo cada vez más.

En el libro Cien políticos,
En el libro Cien políticos, los expertos identificaron a la ciencia, a la tecnología y a la educación como un motor importantísimo para la civilización del siglo XXI

– Viajás mucho y tenés mucho contacto con científicos e instituciones del mundo ¿Cuál es el modelo de país, de políticas de Estado, en relación con la ciencia y la tecnología que te han llamado la atención? ¿Dónde se invierte bien y se ve el retorno?

-La palabra clave es que acabas de decir: inversión en ciencia y tecnología. Inversión y no gasto. A nuestros políticos le tenemos que hacer en un pizarrón con el ejercicio de "Escriba 100 veces: inversión y no gasto, inversión y no gasto". ¿Y qué países funcionan? Muy sencillo: todos aquellos que tienen al menos, al menos, el 1% del PBI destinado al financiación estatal de ciencia y tecnología. Alemania, Francia y Japón andan en el orden del 1 o 2%. Ahora bien, lo que es diferencial y enorme es lo que pone el privado. En esos países modelo, el privado fácilmente iguala, duplica, incluso triplica el esfuerzo del Estado. Así es en Israel, Corea, Estados Unidos, etc. Así, resulta es que el presupuesto global dedicado a ciencia, tecnología e innovación en los países fuertes es de entre 2, 3, 4 %. Pero siempre más de la mitad es del privado. Acá en Argentina falta que los privados inviertan en ciencia y tecnología.

– ¿Tenés el número?

– ¿En Argentina?

-Sí. ¿Cuánto aporta el sector privado al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación de nuestro país?

-Poco, es muy pobre. Debe andar en 0,50 o 0,20%. Es muy bajo el aporte de los privados.

-¿Por qué?

-Justamente porque hace falta involucrar a los científicos y a los privados para que creen esa riqueza que es la que tenemos que generar en el siglo XXI si es que no queremos pasarla mal en este mundo que se viene.

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