"Me imaginaba una explosión gigante en la plataforma de lanzamiento, con una rueda volando por el aire y el logo de Tesla incrustado en el suelo".
Con una sonrisa y visiblemente emocionado por el logro más importante de cualquier emprendimiento suyo que había realizado, el multimillonario y excéntrico innovador Elon Musk pensó que el despegue de su última creación iba a fracasar. Pero no. Fue todo un éxito.
Con dos accidentes previos de sus cohetes Falcon 9, la mesura flotaba en el aire. "Será un éxito emocionante o un fracaso emocionante", comentó Musk en una teleconferencia el día lunes.
Pero también estaba todo calculado, con miles horas invertidas y cientos de hombres que trabajaron día y noche para que el lanzamiento sea un completo éxito. Y así ocurrió.
Rodeado de cámaras por fuera y también por dentro, con millones de espectadores en el mundo frente a un televisor o computadora (logró 2,3 millones de reproducciones en vivo en YouTube), el cohete Falcon Heavy de SpaceX, el vehículo de lanzamiento más poderoso en operación, despegó ayer desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida.
Musk había dicho antes del despegue que uno de los puntos más críticos del vuelo se produciría cuando los dos impulsores laterales se separaran del cohete central en los primeros minutos tras el despegue, algo que ocurrió sin ningún problema. Y el mayor miedo era que el cohete explotara en la histórica plataforma de lanzamiento LC-39A de la NASA, desde donde partieron las cinco misiones Apolo con destino a la Luna.
La transmisión fue un gran show con final feliz para el multimillonario, la industria espacial y todo el personal de Space X, la empresa de Musk en California. El Falcon Heavy, que tiene la altura 70 metros, como un edificio de 23 pisos, llevaba una carga simbólica: un automóvil Tesla Roadster rojo, que sirvió como un homenaje a sí mismo de Musk, ya que es el CEO de esa compañía de vehículos eléctricos.
También, al volante colocó un maniquí con el traje de astronauta que su empresa espacial diseñó para los futuros hombres que pisarán la Luna y Marte. Este maniquí bautizado como Starman, tiene uno de sus brazos apoyado en la puerta del convertible, y mira a una pantalla que dice 'No entres en pánico', mientras por los altavoces del vehículo todavía suena la canción 'Space Oddity', de David Bowie.
Pero si todos creíamos que el clímax del show dispuesto por Musk había sido el exitoso lanzamiento, estábamos equivocados. Faltaban dos puntos altos más de la jornada.
El primero fue calificado por el propio Musk como "lo mejor y más bello que vio en su vida": el aterrizaje de los dos cohetes adheridos al tanque principal.
La imagen de los dos cohetes lanzando llamaras de fuego y apoyándose con una sincronía increíble sobre dos plataformas, como una precisa coreografía de ballet ruso, es algo que cortó la respiración de millones de personas que no podían creer en algo que el millonario siempre tuvo en mente y fue una de sus premisas de base: la recuperación y reutilización de cohetes.
Esta es una de las ideas revolucionarias de SpaceX y que significó un cambio de paradigma en la industria aeroespacial: los cohetes se reciclan y así los viajes espaciales se abaratan y son más accesibles. SpaceX asegura que el lanzamiento del Falcon Heavy cuesta solo 90 millones, una suma muy lejana a los 1000 millones de dólares que estima la NASA emplear para su nuevo cohete en construcción Space Launch System (SLS) que llevará la cápsula Orión a Marte a partir de 2030.
Gracias al impulso de 27 propulsores Merlin, el Falcon Heavy tiene unas tres veces la fuerza del cohete Falcon 9, que hasta ahora era el más potente de la flota de SpaceX. Pero comparándolo con el otro más potente que existe hoy, el Delta IV Heavy de United Launch Alliance, también le saca mucha ventaja.
El Delta IV Heavy puede levantar 29 toneladas en órbita terrestre baja a un costo de entre $ 300 millones y $ 500 millones, comparado con las 64 toneladas del Falcon Heavy a un costo de $ 90 millones por lanzamiento.
El Falcon Heavy también representa un ahorro significativo en comparación con el Falcon 9 existente de SpaceX, que puede transportar 23 toneladas en la órbita baja de la Tierra a una tasa de $ 62 millones, casi el doble del costo de lanzar una carga útil en el Heavy.
Este tipo de eficiencia y ahorro es ciertamente impresionante, y sin duda es clave, especialmente para los gobiernos y las empresas interesadas en llevar sus satélites y cargas útiles a la órbita terrestre, así también como para acrecentar aún más la fortuna personal de Musk, calculada por la revista Fortune en 2017 en 20.000 millones de dólares.
"Se acabará el juego para todos los demás cohetes de carga pesada", dijo Musk a los periodistas en la conferencia de prensa posterior al exitoso lanzamiento.
"Será como tratar de vender un avión en un mercado en el que una compañía aérea tiene un avión reutilizable y todas las demás tienen aviones de un solo uso, que una vez que llegan a su destino, se estrellan al azar en alguna parte", señaló optimista al saber que esto cambiará las reglas del juego de la industria espacial.
Pero todo no podía salir perfecto. El cohete central con el auto personal de Musk a bordo voló un rato más que sus hermanos para colocar en órbita la carga. Una vez que se desprendió de la misma inició su descenso a un barco no tripulado en el oceáno Atlántico, a varios cientos de kilómetros de Florida.
Pero no tuvo combustible suficiente para desacelerar durante el descenso y se destruyó al chocar contra el agua a unos 500 kilómetros por hora.
Mientras tanto, la cápsula superior del Falcon Heavy, con el Tesla dentro, comenzó su trayectoria hacia la órbita de Marte. Para que se encaminara a su destino, el motor de la etapa superior tuvo que entrar en ignición tres veces.
Musk advirtió minutos antes del vuelo que esta era una de las fases que más le preocupaba, por la posibilidad de que no funcionara correctamente. La etapa superior del Falcon debía atravesar una región concentrada de radiación sobre la Tierra, conocida como "cinturones de Van Allen", y esto podía interferir con los sistemas electrónicos.
El auto espacial
El otro momento colosal fue la imagen del auto color cereza conducido por Starman con el planeta Tierra de fondo y un tweet de Musk que decía: "En este momento, volando sobre Australia". Se supone que el Tesla Roadster quedará en una órbita solar indefinida, en un viaje que lo podría llevar más allá de Marte y a una impresionante velocidad de 11 km por segundo.
El exitoso lanzamiento de ayer fue un gran espaldarazo para SpaceX, que pretende seguir creando cohetes más potentes que permitan llegar a Marte (su visión es establecer colonias humanas estables en el planeta rojo).
Para ello, Musk ya ha dado pistas sobre un cohete mucho mayor que podría estar listo a mediados de la década que viene, llamado Big Falcon Rocket (BFR) y apodado por el propio Musk como "Big Fucking Rocket", por el enorme tamaño comparado a la serie Saturno V de la NASA.
Los números dicen que el Falcon Heavy, tiene una capacidad de carga de 64 toneladas, que le permitirá hacer envíos suborbitales más ambiciosos, como satélites para diversos usos (los de espionaje son los más pesados), o participar en grandes contratos de la NASA, como el envío de misiones humanas a la Luna, que no ocurren desde la misión Apolo 17, en diciembre de 1972.
Pero lo más importante es la visión de Musk hacia Marte, nuestro planeta vecino. La tecnología para elevar al poderoso cohete Falcon Heavy de ayer, es la misma que utilizara el BFR con destino al planeta rojo en 2024.
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