Sus exposiciones, sus trabajos, su grupo y ellos mismos resultan difíciles de rotular. Sebastian Piatza y Christian Zöllner prefieren llamarse "The Constitute" y, ante la necesidad de una definición, explican que son "más que un laboratorio y menos que un instituto". Su objetivo es combinar la innovación rápida – basada en situaciones experimentales de laboratorio – con el trabajo práctico y académico de una institución.
Y les ha ido muy bien: expusieron en el MoMA, de Nueva York; en el Museo de Arte de Cleveland, Ohio y participaron de importantes festivales de arte y bienales en El Cairo, Johannesburgo, Virginia, Quanzhou, Shenzhen, San Pablo, México D.F. y varios países europeos.
Es parte de su búsqueda: salir a la calle a encontrarse con esa gente que no va a los museos, que tiene poca relación con el arte, y descubrir qué pasa cuando se la desafía a cuestionar, a expresarse.
Para ello, se valen de todo tipo de herramientas tecnológicas y creativas como digitalización de imágenes, programación de hardware, ingeniería CAD, rendimiento musical y desarrollo de aplicaciones. Porque, según afirman, "las necesidades especiales demandan equipos especiales". En ese sentido, cuentan con un amplio equipo de colaboradores a nivel internacional y están siempre abiertos al trabajo colaborativo y a las experimentaciones conjuntas.
Los campos de acción en los que trabaja The Constitute son el diseño industrial, la dirección de arte, la codificación creativa, el arte público e interactivo, la investigación práctica, la intervención urbana y los viajes en el tiempo.
Infobae entrevistó a uno de sus miembros, Christian Zöellner, quien explica cómo se conjuga el arte, la tecnología, la ciencia ficción y el aprendizaje para generar una mirada crítica del hábitat futuro, que comienza a formar parte de nuestro entorno a una velocidad exponencial.
-¿Cómo se podría explicar qué es The Constitute?
"The Constitute" es una combinación entre un estudio de diseño, un taller de arte y un laboratorio de investigación. Trabajamos en contextos futuristas y tratamos de hacerlos comprensibles para el público en general. Nos autodenominamos «center for applied futures», es decir, un «centro de futuros aplicados». Creo que esto refleja perfectamente la esencia de nuestro proyecto.
-¿Cómo influye la tecnología en el arte?
En nuestro caso, la tecnología ha tenido una influencia muy fuerte. Y esto fundamentalmente porque cuando empezamos a estudiar diseño a principios de los 2000, si bien en ese momento la tecnología era importante, no estaba presente en cada diseño. Todavía se podían hacer cosas completamente analógicas. Pero con el tiempo todos los proyectos se volvieron altamente tecnológicos y para nosotros eso era una novedad. Así, empezamos a acercarnos a todas estas tecnologías, empleándolas como un medio para el arte.
Esto sigue siendo así en diversas corrientes artísticas pero también se empieza a notar que para mucha gente. Inclusive para nosotros, la idea de que la tecnología nos va a salvar, de que es en sí misma algo genial, ya no funciona. El arte va a seguir teniendo como tema al medio ambiente y cuando el medio ambiente esté altamente tecnologizado, el arte tomará una postura, ya sea utilizar esta situación u oponerse completamente.
-¿Cómo reacciona la gente frente a sus ideas?
Confundidos, en la mayoría de los casos desconcertados, se preguntan: «¿qué es esto?, ¿es un invento? ¿es diseño? ¿es arte?». Nuestras obras tienen en general un carácter muy participativo, las personas las usan. No solamente las miran, realmente la utilizan. Y esto hace que el desconcierto sea aún mayor, porque la obra afecta a todos los sentidos, a todo el cuerpo, no es solo un cuadro que uno mira, observa.
-¿Y cómo reciben su trabajo sus colegas? ¿Y el resto del mundo del arte?
Creo que estamos siempre nadando entre dos aguas: para los diseñadores no somos lo suficientemente industriales, somos demasiado extravagantes, demasiado artísticos. Y a veces tengo la sensación de que para el mundo del arte no somos lo suficientemente estrictos en lo que hacemos, no construimos una imagen por ejemplo, de que trabajamos solo en new media art, solo en impresiones experimentales en 3D o solo en realidad virtual. Nosotros hacemos lo que queremos. Y esto en general les causa asombro pero también los desconcierta que no respetemos determinadas reglas sobre cómo hay que ser en diseño, en arte o en investigación.
-¿Cuál es tu tecnología favorita para usar como herramienta de trabajo?
El lápiz… Cuando se trata de trabajar en diseño, es lo mejor que existe. Te permite pintar, hacer bocetos rápidos mientras hablás con el otro… Todos pueden usarlo, todos pueden tener un lápiz en la mano al mismo tiempo, el papel no cuesta nada, se pueden desarrollar ideas de forma rápida. Después se utilizan todas las otras herramientas que en realidad ya no son para nada divertidas: trabajar con las computadoras, con la impresora 3D, con realidad virtual, hablar por teléfono, escribir emails. Todo forma parte del asunto, pero lo más lindo es trabajar con el lápiz.
-Viajaron por casi todo el mundo, les falta venir a la Argentina…
Sí, exacto, en Argentina nunca hemos estado.
-¿Qué es para vos arte? ¿Qué es tecnología? ¿Cómo se puede combinar a ambos?
Creo que la tecnología es una herramienta que se puede usar para determinados objetivos, por ejemplo, con un martillo le puedo pegar a alguien en la cabeza, clavar un clavo en la pared o sacar un clavo. Lo mismo pasa con todas las otros instrumentos. Una computadora se puede usar para hacer más cosas y esto permite expresarse de diversas maneras. Pero, en definitiva, las tecnologías son herramientas. Lo importante es la cabeza, el cerebro que está detrás y que las utiliza. Incluso cuando se usan nuevas tecnologías como el deep learning, machine learning o inteligencia artificial todavía se trata de las personas que están detrás y que determinan los parámetros.
El arte, a diferencia del diseño, tiene un punto de partida muy individual, muy personal. El artista desarrolla, crea algo, lo expone y eso es arte. Los argumentos relativos al por qué de la obra están siempre ligados al autor. Pero en el diseño, o en lo que nosotros hacemos, se trabaja para la gente, se desarrollan herramientas y tecnologías con las que ellos pueden hacer cosas. El criterio decisivo no somos Sebastián y yo como artistas, sino los usuarios y usuarias de nuestros objetos.
Como parte de su aporte al intercambio de conocimientos, los miembros de The Constitute ofrecen una serie de cursos y talleres que duran de 2 a 5 días y que se realizan en su estudio o en otros sitios, como escuelas, universidades, laboratorios o agencias. "Creemos firmemente en el poder del diseño de hacer un impacto, ya sea económica o socialmente, para mejorar la vida de todas las personas", y en ese sentido trabajan, crean y se divierten.
LEA MAS
Arte boutique y tecnología para crear, lo que se viene en el BADA 2017
La joven israelí que promete imprimir un vestido en casa