El consumo de drogas de diseño que se venden bajo el nombre de LSD y éxtasis aumentó en los últimos años entre los jóvenes. Y la muerte de cinco personas el año pasado en la fiesta electrónica de Time Warp instaló en los medios esta nueva y peligrosa tendencia en alza.
Pero dejando de lado su consumo ilegal, en otras partes del mundo al LSD y el éxtasis se los estudia por su potencial valor medicinal. Un reconocimiento que llegó hasta la revista Inverse Science que lo catalogó como "El experimento del año".
"La elegimos porque sus resultados son fundamentales para el futuro de la investigación del cerebro humano y porque responde preguntas que circularon durante décadas a pesar de las regulaciones anti-científicas de los gobiernos", afirmaron desde su editorial.
El valor medicinal del LSD está en la base misma de su génesis. Su creador, Albert Hofman -un químico suizo destacado que vivió hasta los 102 años- fue un ferviente opositor al uso recreativo de la sustancia: "Mientras siga siendo mal utilizada y la gente siga sin entender realmente a los psicodélicos, empleándolos como drogas placenteras, errando a la hora de apreciar las muy profundas experiencias psíquicas que pueden inducir, su uso médico seguirá parado. En las calles las drogas se entienden mal y ocurren accidentes. Esto hace muy difícil que las autoridades sanitarias cambien su política y permitan el uso médico".
Y así fue por más las cuatro décadas, hasta que Gran Bretaña permitió algunos estudios con psicodélicos.
El argentino, Enzo Tagliazucchi -físico, matemático, neurocientífico y especialista en drogas de diseño- participó en dos de ellos. En una entrevista exclusiva con Infobae, el investigador echa luz sobre los mitos y verdades de las drogas de diseño.
-¿Cómo llevaron a cabo estos estudios con LSD?
Hay una fase previa que consiste en conseguir los permisos que hacen falta para hacer investigaciones con sustancias que son ilegales en casi todas partes del mundo. Para ello se requiere justificar adecuadamente el experimento, debido al posible "error terapéutico". Los experimentos son muy sencillos: se convoca a unos 20 personas con experiencia previa en psicodélicos y se les suministra 75 microgramos de LSD – que es el equivalente a una dosis standard – y luego se los pone en un resonador nuclear, entre otras cosas. Gracias a eso podemos ver, casi en tiempo real, qué ocurre en el cerebro en un estado inducido por LSD.
-Durante años, los efectos de las drogas psicodélicas sólo podían "entenderse" a través de los relatos de quienes las consumían. Hoy, la tecnología disponible ¿permite medir y evaluar, de manera objetiva, qué ocurre en el cerebro cuando se consumen sustancias como el LSD?
Sí, en realidad son aparatos que están disponibles desde los años 90. El problema es que hay un desfasaje entre el lanzamiento de esa tecnología y el momento en que pudo darse un cambio de actitud respecto de las drogas psicodélicas, como para entender y considerar que son una herramienta útil para investigar el cerebro y para el tratamiento de ciertos trastornos psiquiátricos.
Los resultados de la investigaciones
El primer experimento de la Fundación Beckley fue financiado por su directora, Amanda Feilding, amiga personal de Hoffman y "una persona que tiene el interés y los medios para apoyar estas investigaciones que son especialmente costosas por tratarse de sustancia prohibidas y porque sintetizar la droga es caro", explica Tagliazucchi.
Para ella, "la conciencia es el centro de la vida de cada uno de nosotros. ¿Qué podría ser más importante que entender por qué somos de la manera que somos? Nuestro cerebro está lleno de misterios, tal vez aún más que el universo mismo."
En la segunda investigación se recurrió a una herramienta novedosa: el crowdfunding, que capta aportes individuales de la sociedad. "Obtuvimos un apoyo asombroso de la gente, se hicieron muchas donaciones y muy generosas. Como se trata de una sustancia ilegal, muchas fundaciones no quieran quedar involucradas o asociadas a este tipo de estudios", cuenta Tagliazucchi.
Respecto a los resultados, los científicos observaron una serie de cambios en el cerebro, muchos de los cuales tienen que ver con situaciones antes descritas por personas que habían consumido LSD.
Ocurrían cambios en la percepción visual -uno de los efectos más idiosincráticos del LSD-. No son alucinaciones, sino simples distorsiones y la observación de figuras geométricas y texturas, diferentes a lo que vería usualmente. Esos cambios se correlacionan con alteraciones en la zona del cerebro que se encarga de la visión al producirse un enriquecimiento de la conectividad en esa parte que explica los cambios en la percepción.
Uno de los aspectos más sorprendentes que notaron los investigadores tiene que ver con cambios en la conciencia misma
Otra situación que se observa es la disolución del ego. Uno de los aspectos más sorprendentes que notaron los investigadores tiene que ver con cambios en la conciencia misma: "Observamos que se diluían y mezclaban los circuitos del cerebro que se encargan de censar la conciencia que tenemos de nosotros mismos y de nuestro cuerpo, con otras zonas que captan los alrededores. Esos dos circuitos se fusionan y hacen una experiencia muy típica y difícil de describir que es la disolución del ego, es decir, sentir que se desdibujan y se pierden los límites entre uno mismo y el entorno."
Como un niño, el cerebro del adulto bajo los efectos del LSD procesa el exterior de un modo similar al que lo hace el cerebro de un niño. El hemisferio derecho es un almacén de creatividad y el izquierdo una máquina racional, la amígdala es nuestro cubo de emociones, la corteza prefrontal y el hipotálamo archivan la memoria y el cerebelo direcciona nuestros movimientos. Pero, cuando se consume LSD, los bordes del cerebro se rompen. El resultado es una visión más optimista y holística de nosotros mismo y del mundo. Estás conclusiones fueron publicadas por la Universidad de Cambridge en un reciente paper cientifico.
Los científicos documentaron ciertos rasgos claves que se asemejan mucho a los que ocurre en el cerebro de meditadores experimentados: apertura, optimismo, y una habilidad mental conocida como "conciencia plena"
El uso terapéutico de psicodélicos
Para el profesor David Nutt, del Programa de Investigación de la Fundación Beckley, el estudio de los psicodélicos tiene que ver con las siguientes preguntas: "¿Cómo funciona el cerebro? ¿Podemos utilizar la alteración de las funciones del cerebro para obtener beneficios médicos? ¿Podemos ayudar a gente con desórdenes como obsesiones compulsivas o depresión o adicciones a estar mejor? Las personas con depresión están atrapadas en un estado mental de pensamientos depresivos y no pueden salirse de esa trampa. En este caso, los psicodélicos lo que hacen es generar una disrupción en el cerebro que fuerza esos pensamientos y les permiten pensar las cosas de manera diferente."
El posible uso terapéutico de la depresión es uno de los que causa más inquietud en estos científicos. Esta patología es un flagelo mundial, una de las principales causas de discapacidad en el mundo, ya que 350 millones de personas la padecen, el equivalente a la población de 8 países como la Argentina.
La traducción en términos económicos también es alarmante: en Europa representa el desorden mental más costoso para el sistema; sólo en los EEUU, cuesta 200 mil millones de dólares al año y en varios países, como Gran Bretaña, es el principal motivo de ausentismo. La enfermedad acarrea un largo sufrimiento para quienes la padecen.
Sólo el 50% muestra una reacción favorable ante los antidepresivos y el 20% directamente no responde a nada. Es allí en donde los tratamientos con este tipo de drogas -guiados por profesionales, en un número determinado de sesión y en las que no siempre se utiliza la sustancia- han demostrado ser eficaces.
-¿La idea de hacer terapias con ciertas drogas ilegales sería la de poder aprovechar la experiencia de los "viajes", en esas sesiones controladas, para reinterpretar nuestras vivencias?
Esa es una gran pregunta. En primer lugar, depende de la sustancia. Hay drogas que no están emparentadas con el LSD o con psilocibina -que es otra de las sustancias que investigamos, que es la que se encuentra en los hongos- sino que son drogas más "poderosas" como la Ayahuasca o la Ibogaina, que se consumen tradicionalmente con fines rituales pero que hoy se están comenzando a utilizar para cambiar la manera en que ciertas personas se ven a sí mismas, tratar adicciones, depresión y otros tipos de alteraciones y estados patológicos.
En Brasil se usa la Ibogaína para tratar adicciones, por ejemplo. Pero recién estamos empezando a entender si la Psilocibina y el LSD se puede utilizar para fines análogos y entender si una persona que está clínicamente deprimida puede tomar estas sustancias y hacer ciertas sucesiones durante un viaje psicodélico – a las que no podría acceder de otro modo- y emerger al estado de conciencia con una experiencia que le sirva para re pensarse. Pero aún se está estudiando si esto es así.
-¿Qué posibilidades ciertas existen de hacer una revisión de su prohibición?
Yo creo que va a ocurrir en algún momento, de la mano de trabajo como el nuestro o de otros que demuestren el potencial de las estas sustancias para su uso terapéutico, exclusivamente, ya que sería muy difícil que se despenalice el LSD (su tenencia, consumo y venta) tan solo por un argumento de libertades individuales.
Creo que, a medida de que se vea claro que el LSD es una herramienta poderosa para entender el cerebro, que la psilocibina se puede utilizar para tratar depresiones y ansiedad, etc., esas sustancias van a cambiar de categoría. Si bien no van a ser drogas de venta libre y legal -como cuando uno compra una botella de alcohol o cigarrillos- sí van a ser sustancias reguladas que se van a poder conseguir con receta o bajo supervisión de un psiquiatra.
-¿Cuál es la diferencia con el "éxtasis" (MDMA)?
El éxtasis es una droga que es bastante diferente en su accionar y químicamente diferente al LSD. El MDMA es un derivado de la metanfetamina, pero no tiene el efecto estimulante clásico que se asocia a ella. El éxtasis se describe como empatógeno, es decir, genera una fuerte sensación de bienestar, un acercamiento con otras personas. También es estimulante, pero en menor medida. No genera un viaje en el sentido de psicodelia, sino que es algo más emocional, de bienestar y de cercanía con otras personas.
-El MDMA nace en el marco de las terapias psicológicas y ya se están permitiendo algunos estudios para volver a evaluar su potencial terapéutico ¿Crees que eso va a prosperar?
Si, de hecho, de este grupo de drogas de las que estamos hablando – que son ilegales pero que están considerándose con uso terapéutico – creo que el éxtasis o MDMA es la que tiene más potencia para ser la primera en pasar a la terapia. La sensación de acercamiento que genera es invaluable para la terapia, porque genera un vínculo fuerte entre el paciente y el terapeuta.
Además, esa sensación de bienestar simultáneo, le permite al paciente hablar de cosas que, de otro modo le construían o no podría. Se ha demostrado que es eficaz, por ejemplo, en la atención de pacientes con estrés postraumático que no pueden realmente hablar por el shock que le genera el trauma.
-¿Qué papel juega en este caso, y también en el posible uso terapéutico del LSD la industria farmacéutica?
Sabemos que tiene un lobby muy poderoso y además son quienes fabrican medicamentos, como antidepresivos, que podrían llegar a ser sustituidos, si estas terapias se muestran más efectivas.
La industria farmacéutica no llegó a interesarse plenamente en los psicodélicos
Es una muy buena pregunta. Históricamente, se ha visto un reemplazo de drogas sintéticas por estimulantes, y el lobby de la industria farmacéutica tuvo un rol un importante en esto. En el caso los psicodélicos, yo siento que la industria farmacéutica los estaba explorando cuando aparece la prohibición pero todavía no se había cristalizado un uso comercial en la manera en que se había establecido con otras drogas.
La prohibición cortó un poco todo y la industria farmacéutica no llegó a interesarse plenamente en los psicodélicos, en el sentido de que no eran una fuente de ingresos tan importantes como los estimulantes y sedativos.
Pero sí sé que, hoy por hoy -y te lo puedo decir seguro y sin caer en teorías conspirativas ni nada por el estilo- es que no hay un interés en las farmacéuticas en impulsar estas sustancias como tratamientos, principalmente porque muchas de ellas ya no se pueden patentar, porque son controversiales, porque hay que luchar cuesta arriba para vencer el estigma que tienen y porque su uso contraviene también el paradigma usual de las farmacéuticas en el que se busca, por ejemplo, tratar la depresión con drogas que se dan en dosis diarias, como el Prozac.
En contrapartida, el tratamiento con psicodélicos no sería con administraciones diarias, sino con una o dos sesiones en las que se genere un efecto que dure en el tiempo. Entonces yo creo que, la inversión que hace falta para impulsar que estas drogas lleguen a las farmacias no va a venir de las farmacéuticas.
Y también sé -porque conozco a científicos que me lo han dicho y que lo han escrito incluso públicamente- es que cuando trabajaban en una farmacéutica y encuentran una sustancia que genera un efecto similar en el cerebro, similares al éxtasis o al LSD, inmediatamente se cancela el proyecto. Es decir que no hay un interés de las farmacéuticas en desarrollar análogos para fines terapéuticos, hoy por hoy.
El "revelador" de la muerte
Resulta interesante atender al significado etimológico de "Psicodélicos". En tanto,"psyche" significa mente, el alma y "delos/delis" "revelar". Los "psicodélicos" reciben su nombre por esta capacidad de "desvelar" el alma, la mente ¿el cerebro? ¿el inconsciente?
Como neurocientífico, Tagliazucchi, no parece sentirse cómodo con la terminología psicoanalítica y apunta a las funciones y actividades en el cerebro que pueden generarse con la sustancia.
Pero el doctor Robert Carthar-Harris, que también acompañó las investigaciones de la Beckley Foundation, sí habla de esta categoría y sostiene que los psicodélicos "tienen un gran potencial en terapias psicológicas y psiquiátricas, porque ayudan a las personas a entenderse a sí misma y a la situación en la que se encuentran."
También Stanislav Grof en su libro "Reinos del inconsciente humano. Observaciones de investigaciones con LSD", sostiene que "la capacidad de las drogas psicodélicas de exteriorizar fenómenos que de otra manera permanecen invisibles, le otorga a estas sustancias un potencial único como herramienta para investigar la mente humana. No es inapropiado ni exagerado decir que el potencial que estas tienen para la psiquiatría es comparable al microscopio en medicina o al telescopio en astronomía".
Para él, muchos fenómenos surgidos de las sesiones con LSD pueden ser interpretados en términos psicológicos y psicoanalíticos porque tienen una estructura similar a las de los sueños "Freud una vez dijo que los sueños son una alfombra roja hacia el pensamiento inconsciente, pero esto también es cierto para el LSD en un grado aún superior", escribe.
-Más allá de los usos terapéuticos ¿Qué cosas se pueden llegar a conocer del cerebro gracias a estudiar los efectos del LSD?
Básicamente hay un problema en la neurociencia de hoy que es que la mayoría de los estudios infieren que algo pasa en el cerebro, mirándolo pero sin tocarlo. Es decir, uno puede mostrar que cierta zona de actividad del cerebro cambian cuando uno tiene determinada experiencia pero no está mostrando que, cuando esa zona del cerebro se prende, la experiencia se genera. Pero, si uno pudiese dar un golpe eléctrico a la zona del cerebro y ver que la experiencia ocurre, ahí si estaría demostrando que, cuando se activa la zona del cerebro, la experiencia sucede.
Los psicodélicos lo que hacen es ser ese "golpe farmacológico". Lo que nosotros vemos es que, cuando le damos LSD a una persona, este se une a cierto tipo de receptores muy particulares del cerebro y básicamente lo que hace es activar las neuronas que tienen esos receptores. Es una manera de excitar al cerebro.
Entonces uno llega a una situación en la que, inyectándole LSD a una persona, puede replicar otros experimentos que otra gente hizo dándoles electricidad al cerebro de manera directa y que son muy difíciles porque generalmente son estudios en donde la persona tiene que tener el craneo abierto y en los que hay que dar electricidad directamente sobre el tejido cerebral.
Nosotros vimos estos mismos resultados, en cuanto a la disolución del ego, simplemente con una inyección. Entonces estamos avanzando en el sentido de que podemos hacer experimentos basados en manipulaciones causales, de manera mucho más sencilla usando LSD, en lugar de una corriente eléctrica directamente al tejido cerebral.
Eso es un ejemplo, pero hay muchas otras cosas que podemos aprender: lo que tiene que ver con la percepción. Una de las maneras clásicas de estudiar la percepción visual es manipular lo que la persona ve y, si existe una disociación entre la actividad generada por lo que realmente está ahí o lo que la persona está imaginando, viendo o conjurando en su cerebro sin que esté el sustrato físico adelante.
Obviamente los psicodélicos son esenciales para eso porque genera cambios en la percepción, pero no es la realidad. Entonces uno puede estudiar realmente los correlatos de la percepción independientemente lo que la persona está viendo realmente.
-¿Genera alucinaciones?
Cuando uno habla de alucinaciones suele imaginar cosas complejas del tipo de ver una persona que no está o ver un animal o un objeto no vería en la vigilia. Las dosis de LSD que se utilizan en este experimento, y recreativamente, lo que generan es una "distorsión" de lo que uno ve.
Puede ir acompañado de alucinaciones geométricas o de la visualización de cierto tipo de imágenes más o menos sencillas, cuando se está con los ojos cerrados. No es una alucinación compleja en el sentido de que uno pueda confundirla con algo real. Con LSD uno nunca pierde la noción de que consumió una sustancia y sabe que, si uno ve alguna distorsión o formas y colores con los ojos cerrados, eso no es real sino que es producto de la sustancia.
-¿El "paciente" es consciente de la situación en la que está?
Si, completamente. Hay otras sustancia que no hacen eso, por ejemplo, la Burundanga, de la que se habla muchas veces en los medios, como una droga que se utiliza para manipular a las personas. Esta está relacionada con ciertos alcaloides como la escopolamina, la atropina que también se puede conseguir con las famosas flores de floripondio que crecen espontáneamente, inclusive en muchos baldíos.
Ese tipo de sustancias se llaman "delirantes" y tienen el potencial de inducir una experiencia que es fuertemente alucinógena en la cual uno ya no tiene la noción de que está realmente bajo la influencia de una droga. Esto no pasa con los psicodélicos, como el LSD.
-Una pregunta casi filosófica vinculada con esto del cambio de la percepción: ¿La realidad es como las percibimos? ¿Esto abre la posibilidad de ver cosas a las que no podemos acceder en la vigilia?
La pregunta es muy buena, porque las cosas, incluso ahora mismo, no son como las percibimos. Si fuera así, el mundo se vería muy raro. El cerebro construye una escena que nos pueda orientar y servir para las cosas que tenemos que hacer, con información visual que no es del todo real. Por ejemplo, el ojo está atravesado de venas, pero uno no las ve constante, sino que el cerebro filtra esa información que es constante.
Cuando tomamos LSD lo que se hace es cambiar una ilusión por otra.
Otro ejemplo clásico tiene que ver con que nuestros ojos tiene un punto ciego en el que nosotros no vemos nada. Pero el cerebro se encarga de "rellenar" esa información, y nunca vamos a ver ese punto. Las cosas no son como las vemos ni en la conciencia ordinaria, ni bajo el efecto de estas sustancias.
Cuando tomamos LSD lo que se hace es cambiar una ilusión por otra. Esa nueva ilusión en mi opinión tiene que ver con, ya no tanto con la percepción del mundo externo, sino con la percepción de las cosas que ocurren espontáneamente en nuestro cerebro, que está constantemente haciendo cosas, no es una máquina que se prende cuando tenemos que hacer algo y después queda stand by o se apaga.
El cerebro está constantemente generando actividad, parte de ella se suprime porque sino seria un caos para nosotros. En la corteza visual -además de las imágenes que llegan a nosotros- hay un montón de actividad que se llama "espontánea" y que no tiene que ver con la vocación de algo visual, sino que ocurre "porque si" en el cerebro y hay mecanismos para "callar" eso.
La experiencia que nosotros obtuvimos en el experimento es que, en realidad lo que ocurre cuando uno se toma un psicodélico es que pierde esa capacidad de inhibir el murmullo espontáneo y constante que hay en el cerebro. De alguna forma lo que estamos viendo cuando consumimos un psicodélico es la actividad de nuestro propio cerebro que no se ha podido inhibir.
-¿Puede ayudar a acceder al inconsciente?
El inconsciente tiene que ver con una categoría psicoanalítica profunda. Yo estaba pensando en actividades mucho más superficiales y concretas como actividad cerebral al nivel de la visual cuyo bloqueo puede desinhibirse con el uso del LSD, no iba a aspecto que tienen que ver con las emociones y la memoria. Pero si puede ser también que lleve a acceder a pensamiento que uno normalmente no podría tener y eso es lo que quizás se pueda identificar con el "inconsciente" que es una palabra que yo no uso habitualmente porque tiene una identificación con el psicoanálisis que no es la más indicada para este tipo de casos.
-¿Podemos tener un mal viaje con LSD?
Sí, no es lo común, pero sucede con cierta frecuencia. Los motivos pueden ser varios: tomar la droga en un momento que no es propicio – por ejemplo, si estamos pensando que al otro día tenemos una obligación -, o porque lo hace con personas que uno no tiene confianza o simplemente porque uno está solo y quiere manejar la experiencia pero no sabe cómo guiarla.
Mucha gente cree que los "malos viajes" hacen también a la experiencia psicodélica y son parte importante del potencial terapéutico de estas drogas. En general no tienen consecuencias negativas ni peligrosas y tampoco dejan efectos negativos a largo plazo pero pueden resultar traumáticos. Sus consecuencias equivalen a la de cualquier otra experiencia intensa y emocional.
El prohibicionismo
En 1968, el entonces presidente de los EE.UU., Lyndon B. Johnson, encuadró a esta sustancia como una droga prohibida "peligrosa, adictiva y sin aplicaciones médicas". La determinación del gobierno no puede extraerse debe del contexto socio cultural de la época. Desde muchos sectores, la prohibición fue entendida como un golpe político a los movimientos pacifistas, a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y a las expresiones antisistema de la contracultura hippie.
-¿Qué hay de cierto en esta idea – que surgió de distintos lugares – que sostiene que el hecho de catalogar el LSD dentro de drogas peligrosas y prohibidas tiene por detrás una decisión política?
Hay una una lección casi universal en la historia del prohibicionismo que es que primero se prohíben las sustancias naturales que se suplantan por los análogos sintéticos. Recién después se prohíben esos análogos sintéticos. Por ejemplo, en el caso del opio: primero se prohibió el opio y luego sus derivados como la morfina, la heroína y entonces empiezan a aparecer sustitutos químicos sintéticos, como la metadona, por ejemplo, que se comercializan como alternativas seguras hasta que se prohíben.
Con la cocaína pasa algo similar: primero se prohíbe, incluso la hoja, luego aparecen las anfetaminas, que son estimulantes y finalmente se prohíben las anfetaminas. Lo que pasa en la historia de los psicodélicos es llamativo porque es el proceso exactamente inverso, la primera sustancia que se combate es sintética, el LSD.
Distintas culturas han consumido psicodélicos que no entraron en el foco hasta que aparece el LSD (que es la sustancia sintética) y a partir de allí van cayendo las naturales. La manera de justificarlo es que, en ese momento, no se sabía realmente si los riesgos del LSD eran ciertos o no, si uno podía desarrollar psicosis o esquizofrenia a partir del consumo. Esa fue la justificación formal en el momento.
Pero hay bastante de cierto en que el contexto cultural y social de los EE.UU. en ese momento era muy delicado y el LSD era un símbolo de la contracultura en ese momento, desde los hippies hasta los movimientos antiguerra que había en ese momento.
La identificación del LSD con ese movimiento contracultural es también un catalizador para que se prohíba. Pero lo que remarco es que, hoy por hoy, esa duda que podía existir sobre si el LSD tiene efectos adversos, como generar esquizofrenia, daños físicos o incluso dependencia, son preguntas ya respondidas por la negativa entonces estamos en una situación en la que el motivo de la prohibición ya no se sustenta.
Y en relación a lo que afirma Tagliazucchi, el LSD es hoy por hoy la nueva droga de moda en Silicon Valley. Su consumo se hace en microdosis de 10 microgramos, tres o cuatro veces a la semana, bajo la creencia de que aumenta la creatividad y la productividad. Las referencias que hizo Steve Jobs a sus experiencias con la sustancia, alimentan el nuevo culto a esta droga.
-Hay una gran preocupación a nivel mundial en torno a la aparición de ciertas drogas sintéticas extremadamente peligrosas -muchas de ellas fabricadas en China- que se las ingenia para ser vendidas al público, incluso en forma legal como las "sales de baño" ¿Cómo controlar este peligro?
Esta es una situación muy preocupante. La venta de drogas sintéticas muy peligrosas se ha extendido en el mercado negro de Argentina y de la Región. Obtener LSD puro es muy difícil. Es su lugar circulan muchas otras drogas que no son tan inocuas ni inertes como el LSD. Lo mismo ocurre en el caso del MDMA (éxtasis) que se consume en las calles y fiestas. Luego terminan ocurriendo tragedias como las que lamentablemente hemos visto varias veces, no solo aquí sino en muchos otros países del mundo debido a la aparición de sustitutos de estas drogas.
El gran peligro está en: los componen con los que las fabrican, las concentraciones que se manejan o porque también suelen tener un "efecto retardado" y eso hace que la gente consuma más, pero, cuando la droga hace efecto, las consecuencias se vuelven realmente terribles.
Acá en la Argentina ya está pasando esto y es quizás uno de los daños mayores que hace el prohibicionismo, porque al prohibir sustancias relativamente inocuas y que ya se conocen, como el LSD, lo que hacemos es abrir la puerta a otras que no están tan estudiadas. Ahí pasa a ser casi una cuestión de suerte que no ingresen sustancias que pueden ser realmente muy peligrosas.
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