Naciones Unidas ordena al mundo a que detenga, lo antes posible, las emisiones de gases que provocan el calentamiento global. De lo contrario, dicen, viene el marasmo de la crisis climática. Y esos gases derivan, mayoritariamente, de la quema de petróleo, gas y carbón. De ahí la necesidad y el fomento de la energía eólica y solar.
Pero la Argentina, que siempre tuvo petróleo y gas, alcanzó una matriz en la que esos combustibles fósiles explican casi el 80 por ciento de la energía que se genera. No tuvimos el "estímulo" de otros países que no tienen petróleo y, por ello, tuvieron que agudizar el ingenio. Uruguay es un ejemplo: hoy exporta energía eólica.
Y cuando la crisis energética parecía abrir una ventana de oportunidad para discutir una nueva matriz de generación eléctrica, apareció Vaca Muerta: una opción y un riesgo. Hasta Naciones Unidas alertó a la Argentina de que si se exacerbaba la explotación de esa extensa formación geológica de shale el país incumpliría sus compromisos en materia de energías renovables.
Es tal el potencial del viento y el sol en la Argentina que funciona como la maldición de los recursos excesivos: como aquel que tiene talento y presume que no deberá esforzarse para resolver un problema porque, finalmente, tendrá la capacidad de encontrar la solución. Pero el problema puede volverse insoluble. O la solución llegar tarde.
Es verdad que en los últimos años se ha crecido, pero la Argentina tiene mucho menos energía renovable que lo que indica su potencial. Y la ley que establecía un 20 por ciento de la matriz con energías limpias no se cumplirá a tiempo.
No parece ser un problema de recursos ni de negocios, sino de políticas y de concepto. Muchos argentinos siguen creyendo que energía y petróleo son sinónimos y que el progreso viene en forma de exploración del subsuelo.
El país necesita una revolución de energías limpias, porque lo demanda el mundo y por el compromiso ético con la época. Todo lo que se haga para enfrentar la crisis climática siempre será poco.
Esa revolución de energías limpias debe contar con subsidios que hoy mayoritariamente van a los combustibles fósiles. Con precios competitivos. Y básicamente con decisión de que lo que se use sea energía renovable y el petróleo y el gas sean el stock de capital que le den al país riqueza a largo plazo.
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