Los efectos del cambio climático comienzan a apreciarse en la Argentina de un modo cada vez más brusco e implacable. Solo entre tormentas, inundaciones y olas de calor ocurridas en los últimos cuatro años han perdido la vida más de 600 personas.
Sin embargo, es necesario aclarar que el grado de vulnerabilidad ante un evento climatológico no es el mismo para todas las regiones ni para todos los sectores sociales. Como en la vida misma, algunos sufren más que otros.
El calentamiento global en las regiones más postergadas desde una perspectiva socioeconómica es mucho más contundente
Un grupo de investigadores remarcó hace un tiempo que en aquellas regiones más postergadas desde una perspectiva socioeconómica el impacto del cambio climático está siendo –y será– mucho más contundente. Las malas condiciones económicas, habitacionales o sociales que padece una población la vuelven más frágil ante un eventual desastre natural.
El documento señala que en nuestro país unas 40 ciudades muy densamente pobladas se hallan absolutamente expuestas ante una catástrofe climatológica. La mayoría de éstas, se encuentra en algún punto del conurbano bonaerense. Allí las tormentas, los grandes vientos o los golpes de calor están dejando una huella más marcada.
Un documento señala que en nuestro país unas 40 ciudades muy densamente pobladas se hallan absolutamente expuestas ante una catástrofe climatológica
Poblaciones situadas en las cercanías de los ríos Reconquista, Luján o la Cuenca Matanza Riachuelo, deberán resistir, con los años, a mayores perjuicios y sufrimiento ante la aparición inminente de grandes inundaciones provocadas por la crisis climática que estamos viviendo.
Ante esta situación, el Estado tiene un gran desafío: debe desarrollar una agenda que contemple las nuevas condiciones climáticas para poder reducir la vulnerabilidad y los riesgos de su población. Porque aunque la emisión de gases de efecto invernadero termine afectando a toda la atmósfera terrestre sus efectos sobre la superficie de la tierra también abren una grieta.
Como siempre sucede, los más vulnerables correrán más riesgos. Hasta el cambio climático los ha puesto en su mira.
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