Hace 50 años, cuando en la lógica del progreso de la época una represa hidroeléctrica era el resultado de "doblegar a la naturaleza" a nadie se le hubiera ocurrido la idea de "compensar" el daño ambiental.
La represa Yacyretá, que aumentó la oferta eléctrica de paraguayos y argentinos, tuvo obviamente su impacto en el ecosistema. Pero le tocó operar en otra época. Con una lógica diferente y más responsable respecto de la relación con la naturaleza.
La Reserva Natural Urutaú, en Misiones, se creó para tener una superficie equivalente o incluso superior a aquella que quedó inundada por la represa de Yacyretá
En esa lógica, la idea de "compensar" el pasivo ambiental empezó a calar fuertemente. ¿Y cómo compensa una represa hidroeléctrica ese impacto? Preservando ambientes idénticos o lo más parecido posible a aquellos que quedaron bajo el agua cuando se construyó el embalse.
La Reserva Natural Urutaú es una de esas tantas áreas que Yacyretá reprodujo a lo largo de su territorio para tener una superficie equivalente o incluso superior a aquella que quedó inundada.
La Reserva Urutaú tiene una superficie de 1.200 hectáreas y está conformada por pastizales, monte, selva marginal y arroyos
La Entidad Binacional firmó hace poco tiempo un convenio con la Fundación Temaikén -por su pericia en el manejo de fauna y flora- para que realicen un Plan de Gestión y Manejo en la Reserva Urutaú, que tiene una superficie de 1.200 hectáreas, conformada por pastizales, monte, selva marginal y arroyos que forman parte del sistema de áreas protegidas de la Entidad Binacional Yacyretá.
En los trabajos de relevamiento de la reserva Urutaú se han reconocido 293 especies de vertebrados, con un nuevo registro para la Argentina: el Corbatita Vientre Negro. Además se registró una población de tordo amarillo, Monumento Natural de Misiones, y en serio riesgo de extinción a nivel internacional.
En total, hasta ahora, se encontraron unas 242 especies de aves, 15 amenazadas en el país y 6 en el mundo. También unas 800 especies de la flora misionera.
La Reserva Urutaú le permitió un gran aprendizaje a Yacyretá y sobre todo una mirada a futuro para la humanidad sobre cómo tienen que manejarse estas áreas protegidas. Mauricio Perayre, miembro del Comité Ejecutivo de Yacyretá, sostiene: "Si miramos en retrospectiva sabemos que Yacyretá ganó tanto en credibilidad como en conocimiento e inserción en el mundo científico, gracias a la actual articulación con universidades y ONG. Realmente podemos decir hoy que esta política de compensación está en el más alto nivel de la agenda de Yacyretá".
Posee 242 especies de aves, 15 amenazadas en el país y 6 en el mundo. También unas 800 especies de la flora misionera
Para la bióloga María Paula Bertolini, miembro de la Fundación Temaikén, este proyecto de conservación genera grandes expectativas y oportunidades para la investigación y el ecoturismo en el sur de la provincia. "En 1270 hectáreas pudimos encontrar la misma flora, las mismas especies que en toda un área de 16 mil hectáreas en todo el norte misionero. La explicación es simple: aquí existe una inusual y enorme diversidad de ambientes: nueve ecosistemas distintos en una región muy reducida", señala la investigadora
Que nadie se llame a engaño: Yacyretá no ha dejado de ser una empresa. Solo que ha tomado el compromiso y la responsabilidad de proteger un área que cubre casi un 50% más de la superficie impactada en la construcción de la represa.
Debiéramos asegurarnos que esta experiencia sea una lección para el presente y un legado para las futuras generaciones. Que Urutaú quede. Que permanezca a perpetuidad. Que nunca nadie se atreva a pensar siquiera en pasar con una topadora para convertirla luego en un campo de soja.
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