Sabemos que un residuo es todo aquello que se descarta luego del consumo o de una actividad industrial o comercial. Sabemos también que no todos los residuos son iguales y que algunos son más contaminantes o tóxicos que otros, razón por la que requieren de un tratamiento particular.
Dentro de los residuos peligrosos que se generan en una ciudad se encuentran los patológicos, que son aquellos provenientes de hospitales, veterinarias, laboratorios y todo tipo de centros médicos. Son restos sólidos, líquidos o gaseosos que incluyen a los residuos biológicos contaminados, las drogas y material descartable como jeringas, sondas, algodones, gasas y todos aquellos elementos que, generalmente, se utilizan una vez y para luego ser desechados.
Todas las sociedades enfrentan hoy este problema y deben hacerlo con las máximas precauciones y controles. Desde la recolección, separación, manipulación, transporte, tratamiento y disposición final, todos estos pasos deben estar específicamente regulados por el estado y controlar su cumplimiento a fin de evitar la contaminación del suelo, el aire, el agua y las personas.
En nuestro país existe la Ley N° 24.051, que considera patológicos a todos aquellos residuos que proceden de cultivos de laboratorios, restos de sangre y de sus derivados. También los desechos orgánicos provenientes de un quirófano, así como los algodones, gasas, vendas usadas, ampollas, jeringas, materiales descartables y otros elementos que no se esterilizan.
Este tipo de residuos deben tener una disposición final adecuada ya que son peligrosos y pueden propagar enfermedades o contagiar por una manipulación incorrecta.
La misma ley, por supuesto, establece un tratamiento específico a cargo de hospitales, clínicas y centros de salud de los residuos que ellos mismos producen, de modo que la sociedad pueda curar a sus enfermos sin enfermar a otros.
Diariamente, centenares de centros asistenciales públicos y privados trasladan sus residuos para ser descontaminados en hornos o sistemas de desintegración, por presión y temperatura. Y una vez cumplida esa etapa, son enviados a los distintos rellenos sanitarios que tiene el país.
Sin embargo, en Argentina nunca nada es tan sencillo. En un país que tiene cinco mil basurales y cuya actividad comercial o profesional ilegal suele trepar a niveles muy altos, el problema de los desechos patológicos sigue siendo una gran amenaza tanto para el medio ambiente como para la salud de sus habitantes.
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