Tal vez porque cada día se habla más de ella, su significado se ha ido perdiendo o confundiendo. La ecología no es un adjetivo ni un modo de vida sino una ciencia que estudia las relaciones entre los diferentes seres vivos entre sí y su entorno.
Es "la biología de los ecosistemas", según la gran definición de uno de los próceres de esta ciencia, el español Ramón Margalef.
El origen del término se le atribuye al naturalista alemán Ernst Haeckel, nacido en 1834, quien decidió unir los vocablos oikos, que en griego significa casa, y logos, que quiere decir estudio, para crear una rama de la biología que mantiene intacta su vigencia. La expresión resultante fue verdaderamente brillante: "el estudio de la casa común".
La ecología es una ciencia que estudia las relaciones entre los diferentes seres vivos entre sí y su entorno.
Hoy, con 150 años de desarrollo académico y práctico en la mochila, la ecología continúa con su ardua tarea de explicar los procesos de la vida con sus interacciones y adaptaciones; los movimientos de materiales y energía a través de las comunidades vivas; la abundancia y distribución de los organismos en sus distintos ambientes y los diversos aspectos del desarrollo de los ecosistemas.
La distorsión que ha ido sufriendo el término hace necesario recordar que no debe confundirse a la ecología con el ecologismo o el ambientalismo: estas expresiones no están vinculadas a la ciencia sino a una mirada o posición ideológica o a la toma de partido por alguna organización de la sociedad.
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