Phillippe Starck realmente caló hondo en el mundo del diseño de interiores. Y no solo por su juguera con forma de calamar, sino también porque su obra y sus conceptos lograron interesar a la gente común. Y no solamente al muchas veces palaciego mundo del diseño, la arquitectura y el arte.
Precursor del diseño emocional, con sus creaciones escultóricas logró prestar funcionalidad y expresar sentimientos humanos. Starck además trabaja en todas las ramas del diseño: realizó interiorismo en hoteles de todo el mundo e inclusive para la residencia que habitan los presidentes de Francia.
También diseñó cientos de objetos como las emblemáticas sillas de tres patas, utensilios domésticos -como el famoso exprimidor juicy salif–, un mouse para Microsoft y hasta la antorcha olímpica para los Juegos Olímpicos de Albertville 1992, oficialmente conocidos como los XVI Juegos Olímpicos de Invierno, que por supuesto se celebraron en Francia.
En algún momento Starck aseguró: “Produzco un gran proyecto cada dos días más o menos. Este ritmo me obliga a vivir como un monje”.
Aquí los mejores fragmentos de una charla a solas con la diseñadora argentina Gabi López, que ocurrió en el stand Magis, del Salone del Mobile, en Milán. Starck resumió y expresó algunas de sus ideas.
—¿Qué es el diseño para Philippe Starck?
—Para mí es sólo ayudar a tus amigos a tener una mejor vida. Lamentablemente el diseño no puede salvar vidas, no tenemos el poder de salvar vidas. Como mucho, si somos muy creativos, muy honestos, y con mucha generosidad, tal vez podemos intentar dar una mejor vida… eso es todo.
—Muchas veces dijiste tener un lado femenino muy desarrollado. ¿Cómo es eso?
—Es solo tratar de entender… Los hombres no tratan de entender. Trato de leer entre líneas, los hombres no leen entre líneas. Intento ser amable, ser bueno. Trato no de crear vida, pero sí de salvar vidas. Y definitivamente lo mejor de mí y lo mejor de mi trabajo viene de mi feminidad.
—¿Cómo se puede ser rebelde en esta disciplina?
—Cuando digo que soy un rebelde es para simplificar, no soy realmente un rebelde. En verdad no tengo un rumbo claro, no estoy dentro de esta sociedad. Para ayudar a esta sociedad, tenés que estar fuera de la sociedad. Cuando estás dentro, no ves lo que está pasando. Cuando tenés cenas con gente todas las noches, al final terminás repitiendo lo que todos dicen.
Cuando vivís solo, como yo vivo con mi esposa en una pequeña cabaña, sin electricidad, sin coche, sin agua, frente a nosotros mismos, cada día, todos los días, estás obligado a dignificarte: podés tener ideas frescas y podés tener ideas originales.
Porque todo es político, cuando comprás un (teléfono celular) iPhone es político, cuando comprás oro es político, cuando comprás una bicicleta es político. Eso significa que tenés el deber de usar tu poder, aunque sea pequeño en el ámbito del diseño, para mostrar el camino, para decir "no hagas esto", "probá esto, es mejor que lo otro".
Tenés que creer en valores, en tu visión, en tu ética; y agarrarte de eso y sólo usar el diseño como un vehículo para hablar de otra cosa. Y si realmente sos honesto, si hacés bien tu trabajo, al final va a valer la pena.
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