Durante más de un siglo, expertos en psicología y ciencias discutieron el posible impacto del lugar que se ocupa dentro de una familia en el desarrollo de la personalidad.
Si bien investigaciones anteriores ofrecieron resultados diversos, un reciente análisis basado en información de más de 700.000 individuos presentó nuevas pruebas sobre la influencia del tamaño del grupo familiar y la posición de nacimiento en los rasgos caracterológicos.
Un debate que perdura en la psicología
El interés por el impacto del orden de nacimiento en la personalidad comenzó en 1874 con las observaciones del antropólogo y psicólogo británico Francis Galton, quien sospechaba que los hijos mayores recibían mayor atención de sus padres, lo que los llevaba a desarrollar un mayor potencial intelectual.
Este erudito, el más joven de nueve hermanos, analizó las historias de un grupo de científicos ingleses y descubrió que una gran proporción de ellos eran primogénitos.
Décadas más tarde, el psicólogo austriaco Alfred Adler popularizó la idea de que los primogénitos tienden a ser más responsables y concienzudos, mientras que los hijos menores desarrollan una mayor independencia y creatividad en su esfuerzo por destacarse dentro de la familia. Adler también identificó a los hijos del medio como conciliadores naturales, aunque otros los etiquetaron como los “niños olvidados”.
Pese a estas hipótesis, investigaciones más recientes cuestionaron la validez de estas afirmaciones, y sugirieron que las diferencias observadas son mínimas y que otros factores, como el ambiente familiar o la genética, podrían tener mayor influencia.
Sin embargo, el estudio más reciente, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ofrece un nuevo enfoque sobre cómo la dinámica familiar puede afectar ciertos rasgos de personalidad.
Qué dice la nueva evidencia sobre la cooperación y dinámica familiar
El reciente estudio realizado por los psicólogos Michael Ashton y Kibeom Lee analizó los rasgos de personalidad de más de 700.000 personas angloparlantes, quienes proporcionaron datos sobre su posición en el orden de nacimiento, el tamaño de su familia y sus características personales.
Los resultados revelaron que los hijos del medio puntuaron consistentemente más alto en dos dimensiones claves relacionadas con la cooperación: honestidad-humildad y amabilidad. Estas características, según los autores, son fundamentales para mantener relaciones saludables y efectivas en un entorno social.
Además, el estudio descubrió que estas valoraciones aumentaban en familias con un mayor número de hijos. Esto sugiere que crecer en un grupo más grande podría fomentar habilidades cooperativas debido a las dinámicas de compartir recursos, negociar y resolver conflictos dentro del hogar.
“El peso de la evidencia ahora indica que los niveles de rasgos de personalidad difieren en función del orden de nacimiento y el tamaño de la hermandad”, concluyeron Ashton y Lee.
Diferencias notables pero sutiles
Aunque los efectos identificados en el estudio son relativamente pequeños, los hallazgos desafían la idea de que el orden de nacimiento no tiene un impacto significativo en la personalidad. Por ejemplo, las personas con más hermanos tienden a puntuar más alto en honestidad-humildad y amabilidad en comparación con los hijos únicos. En promedio, los hijos del medio destacaron ligeramente por encima de los primogénitos y los hermanos menores en estas dimensiones.
Los investigadores también observaron que los primogénitos mostraron una ventaja leve en rasgos relacionados con el intelecto, un hallazgo que coincide con estudios previos. Sin embargo, esta ventaja no eliminó las diferencias observadas en términos de cooperación, lo que sugiere que tanto el orden de nacimiento como el tamaño de la familia contribuyen de manera independiente al desarrollo de ciertos rasgos de personalidad.
Un dato interesante del estudio es que, si se elige al azar a un hijo único de una persona de una familia con seis miembros, existe un 60% de probabilidad de que el individuo de la familia numerosa sea más cooperativo. Aunque estas probabilidades no permiten predecir la personalidad de un individuo en particular, refuerzan la idea de que las dinámicas familiares tienen un impacto a nivel poblacional.
Cómo influye la dinámica familiar en la personalidad
Los autores del estudio especulan que ciertos aspectos de la vida en familias numerosas pueden fomentar una personalidad más cooperativa. Tener más hermanos implica compartir recursos, resolver conflictos y adaptarse a las necesidades de los demás, habilidades que son esenciales para la convivencia en un grupo grande. En el caso de los hijos del medio, su posición intermedia dentro de la familia podría requerir que desarrollen vínculos tanto con los hermanos mayores como con los menores, promoviendo así habilidades sociales más desarrolladas.
Por otro lado, los primogénitos podrían beneficiarse de la atención inicial exclusiva de sus padres, lo que podría explicar su leve ventaja en rasgos intelectuales. Sin embargo, a medida que nacen nuevos hermanos, esta atención se distribuye, y los primogénitos pueden asumir roles más responsables dentro de la familia.
Implicaciones y limitaciones del estudio
Si bien los hallazgos del estudio ofrecen una nueva perspectiva sobre el impacto del orden de nacimiento y el tamaño de la familia en la personalidad, los autores enfatizan que estas diferencias son relativamente pequeñas y no permiten predecir con precisión la personalidad de un individuo basada únicamente en su posición dentro de la familia. Además, factores como el entorno cultural, las experiencias individuales y la crianza también desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la personalidad.
Ashton y Lee destacan que, aunque el tamaño de la familia fue el factor principal que explicó las diferencias observadas, el orden de nacimiento también tuvo un efecto menor pero significativo. “Estas diferencias se explicaron en gran medida por los efectos del tamaño de la hermandad, pero no completamente, lo que indica que también hay un pequeño efecto del orden de nacimiento”, señalaron los investigadores.
Como se ve, el estudio más reciente sobre el orden de nacimiento y la personalidad reaviva un debate que persiste durante décadas en la psicología. Aunque los efectos son pequeños, los hallazgos sugieren que la posición dentro de la familia y el tamaño de esta pueden influir en la forma en que las personas desarrollan rasgos cooperativos como la honestidad-humildad y la amabilidad. En un mundo donde las relaciones interpersonales son fundamentales, comprender cómo las dinámicas familiares moldean estos aspectos puede ofrecer una nueva perspectiva sobre el desarrollo humano.
El debate, sin embargo, está lejos de resolverse. A medida que se realicen más investigaciones sobre el tema, los psicólogos continuarán explorando cómo las experiencias tempranas en el núcleo familiar contribuyen a formar quiénes somos como individuos.