En noviembre de 2020, en plena pandemia, Alexia Keglevich recibió una llamada que cambiaría su vida. Tras más de tres décadas dedicadas al mundo de la asistencia al viajero, y 17 como CEO de Assist Card, fue despedida abruptamente de la empresa fundada por su padre en 1972 y en la que ella había dejado alma y corazón.
“Me despidieron por teléfono”, recordó la mujer en una charla íntima con Infobae. Es que aquella llamada no sólo significó la pérdida de su empleo, sino también de su identidad. “Como mujer, perdí mi identidad porque yo era Alexia de Assist Card. La perdí completamente, y de golpe no sólo no era Alexia de Assist Card, sino que no tenía trabajo y además no tenía hijas, porque ya eran grandes y se habían ido de casa”.
Keglevich, quien había trabajado desde los 16 años, se encontró sola en su hogar, enfrentando una profunda crisis personal y profesional. Con sus hijas recién mudadas al exterior y sin la posibilidad de recuperar sus pertenencias personales de su oficina, entró en una fase oscura. “Recibía cartas documento todo el tiempo, cada vez que tocaban el timbre se me paralizaba el corazón”, contó sobre ese período marcado por la incertidumbre total.
Para sobrellevarlo, recurrió a todas las herramientas que tuvo a mano: hizo constelaciones familiares, cartas natales, el curso de la llama violeta, iba a cerámica. Un camino de práctica espiritual y sanación emocional. “Me agarraba de cualquier cosa, porque el dolor que sentía era enorme”, admitió. Fue un proceso de exploración personal y, sobre todo, de búsqueda de entendimiento. Pero entre la impotencia y el enojo, Keglevich también encontró la chispa para su renacimiento.
Tejer una poderosa red global
Lo que siguió fue una reinvención radical. Ante el llamado de múltiples competidores para que trabajara en sus empresas, Keglevich entendió que era una referente del sector y decidió que no volvería a ser empleada de nadie. “Después de lo que viví, nunca más”, aseguró con firmeza.
Fue entonces cuando empezó a concebir lo que hoy es Pax Assistance, una empresa diferente en el sector de asistencia al viajero. “Quería algo distinto”. Y cuando se sintió entera y en paz, pudo verlo con claridad.
Pax no sólo significa “paz”, sino también “pasajero” en la jerga de viajes, y además tiene una “x”, como su nombre. Inspirada en su necesidad de tranquilidad y en la llama violeta, eligió el nombre y los colores de la marca con un significado profundo. “Es la mezcla entre el azul y el rojo de Assist Card, pero también representa paz interior y la idea de un servicio humano”, resumió, café de por medio, en las oficinas del barrio de Saavedra.
Lo primero que hizo fue contactar a los prestadores internacionales que conocía, muchos de los cuales, confiando en ella, le ofrecieron mejores precios que a las grandes empresas del sector. Así comenzó a tejer la red global que cimentaría su nueva aventura empresarial. Sin embargo, más que las tarifas o los contactos, su visión se centraba en un aspecto clave: humanizar una industria dominada por la burocracia y la indiferencia.
“La falta de humanidad en las grandes corporaciones es tremenda”, reconoció, y apuntó al servicio mecánico y distante que ofrecen las empresas del sector. La propuesta de Pax fue diferente desde el inicio: “Queremos ser una empresa de corazón grande, sin letra chica”, un lema que resonó entre los viajeros cansados de complicaciones.
Innovación tecnológica y corazón humano
En 2022, Pax irrumpió en el mercado con una propuesta disruptiva: fue la primera empresa del sector en ofrecer asistencia a través de WhatsApp, en respuesta a la demanda de inmediatez exacerbada por la pandemia.
“Todo el mundo quiere todo de inmediato”, señaló Keglevich. En un principio, era ella misma quien respondía los mensajes de los clientes, lo que le permitió comprender las necesidades emocionales y cómo habían cambiado los viajeros tras la pandemia. “Fue la mejor capacitación de mi vida”, aseguró. “Entendí que hoy, más que mandar rápido un médico, lo importante es que el cliente se sienta cuidado y tranquilo”.
Además de este servicio ágil, Pax introdujo una innovación única a nivel mundial: Pax Cash, un sistema que permite a los viajeros recibir dinero en sus billeteras virtuales para comprar medicamentos sin necesidad de adelantar pagos ni lidiar con reembolsos. “Es increíble cómo con tan poco el cliente se siente aliviado”, reflexionó Alexia. “Resuelve el problema sin papeleos, trámites ni demoras”, sumó. Esta facilidad transformó la experiencia de los usuarios y destacó a Pax como pionera en una industria acostumbrada a la burocracia.
El Mundial de Qatar y la “varita mágica” para la expansión de Pax
En 2022, el camino de Pax se cruzó con un evento crucial: la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se acercó a la empresa en busca de sus servicios para el Mundial de Qatar.
“Fue como una varita mágica”, reconoció Keglevich, refiriéndose a la explosión mediática que significó esta contratación. Para optimizar la experiencia, Pax envió médicos argentinos para asistir a la delegación, ofreciendo un servicio cercano y en el mismo idioma. “Mandamos médicos al hotel, con medicamentos desde Argentina, porque en Doha era difícil conseguir lo necesario”, recordó.
Y fue así cómo el éxito de la asistencia en el Mundial consolidó la reputación de Pax, y el boca a boca se encargó del resto: la empresa comenzó a crecer de manera exponencial en América Latina y a operar en más de 120 países.
Uno de los hitos más significativos para Pax Assistance fue alcanzar el punto de equilibrio en su primer año de operaciones, un logro excepcional en el mundo de las startups. Keglevich señaló que, mientras la mayoría de las empresas emergentes tardan hasta cinco años en dejar de perder dinero, Pax consiguió equilibrar sus ingresos y gastos desde el primer año. “Estar en punto de equilibrio el primer año es algo que casi no existe”, subrayó con orgullo, y destacó la sólida estrategia de precios y el enfoque diferenciado de la compañía como claves para este temprano éxito financiero.
El enfoque en la salud mental, otro punto que hizo la diferencia
Una de las lecciones más importantes que Keglevich aprendió a lo largo de su vida personal y profesional es la importancia de la salud mental. Tras haber vivido en carne propia ataques de pánico durante 12 años, Keglevich decidió integrar un enfoque innovador y ofrecer en su empresa un servicio de asistencia emocional para el viajero y su familia”.
“Mucha gente joven me llamaba después de la pandemia no porque les doliera la cabeza, sino porque se sentían solos o ansiosos”, contó. Hoy, Pax ofrece herramientas de inteligencia artificial que ayudan a los viajeros a lidiar con el estrés, junto con una red de psicólogos disponibles las 24 horas.
“Me tocó una cliente que me dijo que tenía ganas de matarse. Para cualquier otra empresa eso sería un problema ajeno, pero para Pax fue una prioridad: íbamos a salvar una vida”, recordó. Y contó cómo, a través de mantener a la joven en diálogo con profesionales de la salud mental, lograron que salga de esa crisis y repatriarla a la Argentina.
Compromiso social y humanidad en las corporaciones
La misión de Keglevich no se limita al éxito empresarial. Desde el principio, Pax mantiene un fuerte compromiso con la responsabilidad social. En colaboración con UNICEF, la empresa destina fondos a causas benéficas y, como patrocinador de Boca Juniors, cede cada fin de semana entradas de cortesía para cumplir los sueños de personas que de otro modo no podrían asistir a un partido en la Bombonera
“Me parece coherente con nuestro propósito de ayudar a los viajeros y también a quienes no tienen los mismos privilegios”, señaló Alexia con orgullo, al tiempo que consideró que conocer historias y ayudar la conecta con lo realmente importante: “Volvés a eje sí o sí, y entendés cuáles son los verdaderos problemas de la vida”.
Este enfoque humanitario también se refleja en su podcast, Pod Pax, donde entrevista a personas con historias inspiradoras. Entre los invitados, figuran tanto figuras públicas como héroes anónimos que trabajan en proyectos sociales. “Es parte de mi propósito: mostrar que las empresas pueden ser humanas y aún así ser rentables”, subrayó.
Desafíos como mujer en una industria dominada por hombres
A lo largo de su carrera, Keglevich enfrentó múltiples desafíos como mujer en un sector históricamente dominado por hombres. “Me tuve que masculinizar para ser aceptada en las reuniones”, confesó, y recordó los prejuicios que enfrentó en sus primeros años de trabajo.
Sin embargo, esa misma resistencia la preparó para afrontar el mayor reto de su vida: la creación de Pax tras su abrupta salida de la empresa anterior.
“La fortaleza que adquirí me permitió transformarme”, aseguró. Además, destacó cómo la pandemia hizo retroceder los avances de las mujeres en el ámbito laboral: “Volvimos para atrás”, dijo, consciente del gap -o brecha salarial- que persiste entre los sueldos y las oportunidades entre hombres y mujeres.
Una visión global y valores coherentes
En poco más de dos años, Pax demostró ser una fuerza transformadora en la industria de la asistencia al viajero. Con un enfoque claro en la coherencia de valores y la innovación tecnológica, Alexia Keglevich está convencida de que su empresa marcará un antes y un después. “Quiero ser la número uno global”, declaró sin titubeos, pero subrayó que su verdadero objetivo es mostrar que las empresas humanas y transparentes pueden ser igual de rentables, si no más, que aquellas que se centran exclusivamente en los beneficios.
Al mirar hacia atrás, Keglevich ya no siente la angustia que la paralizó en diciembre de 2020. Hoy está orgullosa de lo que construyó y de cómo transformó el dolor en propósito. “Pax nació desde el amor, no desde el rencor”, aseguró. Y su meta es clara: seguir revolucionando la industria con un enfoque más humano, más accesible y, sobre todo, más coherente con los valores que siempre defendió.
Para cerrar, Infobae quiso saber qué le diría esta mujer “reinventada” de hoy a la que hace casi cuatro años debió adentrarse en lo más profundo de su ser para salir adelante. “Si hoy Alexia pudiera hablar con la de 2020, le diría, primero, que valide su emoción”, comenzó la mujer.
“Sé que en este momento incomprensible es un golpe súper duro que te genera mucha angustia y, por supuesto, impotencia, una de las peores emociones que uno puede llegar a tener”, le diría con empatía. Pero también le recordaría la fortaleza que demostró a lo largo de su vida: “Alexia, saliste de situaciones muy duras, y eso solo te hizo más fuerte y reforzó tu resiliencia”.
También le diría que confíe que “la puerta que se cerró va a abrir muchísimas más puertas, y ninguna decisión externa podría quitarle sus experiencias, su pasión, ni todo lo que hizo en su vida, no solo en tu trabajo, sino como mamá, como hija y como persona”.
Le diría que aquello no era el final, sino el comienzo de una nueva oportunidad: “Este es el momento de crear algo que refleje fielmente tus valores”.
Aunque el camino no sería fácil, sabría que podría salir adelante más fuerte. La Alexia del presente también le recordaría que los valores no se negocian, por mucho que la tentación de ceder estuviera presente en ese momento: “Confía en que tu lucha por lo correcto tendrá frutos”. Y le recordaría la carta que escribió su padre tras el despido, donde concluía: “Mundo: prepárate porque ahora viene un Keglevich con una garra, una pasión, una fuerza y una experiencia que aún no se ha visto en una mujer empresaria”.
Lo que en su momento le pareció una ilusión imposible, hoy lo ve como una realidad que superó todas sus expectativas.