En términos científicos la palabra “compulsión” se refiere es un impulso interno que lleva a una persona a realizar una acción urgente con la finalidad de descargar esa tensión. Toda compulsión tiene a la duda como un intento de freno “lo hago o no lo hago”, para luego terminar haciéndolo.
Es importante diferenciar que tener deseos intensos y frecuentes no es sinónimo de compulsión al sexo.
Todos solemos reconocer cuándo estamos más dispuestos a los contactos eróticos, hasta es posible determinar qué tipo de estímulos incrementan el deseo.
Es una grata sensación que nos sensibiliza, preparándonos para sentir placer. Se define la compulsión al sexo como “la presencia de impulsos, fantasías, pensamientos recurrentes de índole sexual que llevan a conductas compulsivas, ocasionando malestar subjetivo y deterioro en las distintas áreas de su vida”.
En la compulsión al sexo el deseo se mezcla con el impulso, el placer con la ansiedad, la tentación con la moral, el riesgo con la preservación de uno mismo y de los vínculos de pareja. Es un comportamiento irrefrenable, repetitivo, con culpa y sensación de vacío una vez que se ha conseguido bajar la tensión sexual.
La compulsión sexual la sufren hombres y mujeres
La compulsión al sexo es más frecuente en hombres (se incrementa por la dependencia a ver pornografía) y va aumentando en mujeres. Las edades oscilan entre los 20 a los 45 años (etapa de constantes cambios y mayor energía física y mental).
No se saben las causas que la provocan, aunque los estudios apuntan a desórdenes en los neurotransmisores (aumento de la dopamina), y fundamentalmente factores emocionales: estrés, inseguridad personal, sentimiento de inferioridad, temores de ser humillados o avergonzados por los demás.
Las personas compulsivas al sexo refieren no poder controlar el impulso que los lleva a tener sexo en forma urgente, ocasionando serias dificultados en las distintas áreas: social, familiar, laboral, económica, etc. La masturbación compulsiva, frecuentar prostíbulos, “sexo express”, la búsqueda imperiosa de material pornográfico, líneas calientes, sitios web, etc., son algunas de las conductas más frecuentes.
El conflicto entre el impulso y las reglas morales pasa a ser una preocupación que debilita la estima del sujeto provocando más culpa y frustración, realimentando el circuito de la ansiedad.
En muchos casos hay Trastornos de la Personalidad subyacentes: obsesivos, evitativos (sujetos miedosos), o depresiones encubiertas. La compulsión sexual “pura” o primaria debe diferenciarse de los estados de alta excitación sexual provocados por drogas como la cocaína (y derivados), anfetaminas u otros estimulantes, en estos casos el incremento del deseo erótico se debe a la acción de la sustancia.
Según el National Council of Sexual Addiction de EE.UU. un 40% de los pacientes pierden su pareja, un 72 % tienen ideas suicidas, un 17% ha intentado quitarse la vida, un 27 % tiene problemas laborales, un 68 % tiene probabilidades de contraer VIH, un 40 % tiene embarazos no deseados y un 36 % aborta.
Cuáles son los síntomas de compulsión al sexo
Por lo tanto el comportamiento sexual entraría en la categoría de adicción cuando:
- Impulsos o pensamientos sexuales perseverantes.
- Necesidad imperiosa e irrefrenable de algún tipo de contacto sexual: autoerótico, relaciones hétero u homosexuales, líneas hot, etc.
- Sentimientos de culpa posterior.
- Pérdida de tiempo en la realización de actos compulsivos, incapacidad para cumplir con sus actividades habituales, gastos desmedidos en pornografía, prostitución, etc.; afectación de sus relaciones amorosas y/o interpersonales.
- Sentimientos encontrados: tentación versus represión. 6) Abstinencia sexual: inquietud, insomnio, pérdida de concentración, de la atención, etc.
Toda conducta de abuso o francamente compulsiva merece ser tratada para que la persona pueda recuperar el control de sus impulsos.
Es fundamental trabajar sobre la personalidad ansiosa o temerosa de base para que el hombre adquiera más seguridad personal, maneje mejor los sentimientos de inferioridad, la tolerancia a la frustración y empiece a reconocer-y a confiar- en sus potencialidades amatorias.
No hay tratamientos específicos que “curen” la compulsión al sexo, aunque se puede controlar con terapias cognitivas, grupos de personas que sufren el mismo trastorno y fármacos que calmen los impulsos y la ansiedad.
* Walter Ghedin, (MN 74.794), es médico psiquiatra y sexólogo