Poner sobre la mesa los preceptos para el éxito de una relación de pareja es complejo, pues cada persona es un mundo y no hay una receta común para todos los casos.
Aunque no existe una relación idéntica a la otra, algo está claro: para lograr un vínculo sólido y respetuoso, es fundamental, entre otras cosas, aceptar y gestionar las diferencias -de opinión, de personalidad y hasta de posturas ante la vida-, tal como reflexionaron los expertos consultados por Infobae.
Ellos coincidieron en que las discrepancias -algo natural entre los seres humanos-, no deberían verse como obstáculos, sino como oportunidades para complementar y enriquecer la unión. Parece fácil de decir, pero en la práctica las cosas cambian. Veamos por qué y cómo.
“Las diferencias entre las personas son inevitables y, en muchos casos, le dan dinamismo y riqueza a una relación. Pero, ¿qué sucede cuando esas diferencias comienzan a generar conflictos? ¿Cómo podemos abordarlas sin que se conviertan en un obstáculo que deteriore la conexión?”, introdujo en diálogo con Infobae el psicólogo Sebastián Ibarzábal, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) y de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA).
Para Ibarzábal, “las diferencias en una relación tienen que ver con las variaciones en las personalidades: creencias, valores, actitudes o preferencias entre dos personas. Todos somos únicos y, por lo tanto, traemos a las relaciones nuestras propias perspectivas, experiencias y maneras de entender el mundo. En una pareja, por ejemplo, uno puede ser más extrovertido y sociable, mientras que el otro puede preferir la tranquilidad del hogar. O quizás uno de los dos tiene una visión más optimista de la vida, mientras que el otro tiende a ser más cauteloso y realista. Estas diferencias, aunque naturales, pueden dar lugar a tensiones si no se manejan con cuidado”.
Rosalía Álvarez, psicoanalista y excoordinadora del Departamento de Parejas y Familias de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), apuntó en conversación con Infobae: “Las diferencias entre los miembros de una relación son inevitables desde siempre, porque, evidentemente, son dos personas con historias distintas. Algunas de estas diferencias pueden ser muy marcadas, ubicadas en extremos opuestos en aspectos como la concepción de la vida, el pasado, la historia infantil, los proyectos, la ideología política o las ambiciones. Existen diferencias, pero también matices”.
“Algunas son pequeñas, mientras que otras parecen abismales e irreconciliables. Aun así, considero de manera optimista que las diferencias en una pareja pueden ser su mayor riqueza y representar su mayor punto de complementación”, soltó Álvarez.
Y añadió: “Por ejemplo, algunas parejas tienen un miembro más ambicioso y otro menos, uno con proyectos claros y otro que lucha por definir los suyos, o uno que gana dinero con facilidad mientras que el otro enfrenta más dificultades. A veces, uno es permisivo con los hijos, mientras el otro es más estricto. Estas situaciones, bien gestionadas, pueden ser complementarias y enriquecer a ambos como modelo para el otro”.
Cómo abordar las diferencias en la pareja
Otro profesional consultado por Infobae fue el psicólogo Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades en Fundación Foro. Para el experto, el primer paso para abordar las diferencias en la pareja “es aceptar que no siempre pensamos, sentimos o afrontamos la vida de la misma manera: esto nos permite desarrollar una relación más empática, basada en el respeto mutuo”.
“En lo cotidiano, muchas parejas tienen la falsa creencia de que los conflictos se van a resolver solos y que el amor que se tienen lo puede todo”, advirtió Alderete. Y dejó algunos consejos.
- Validar las emociones. “Aceptar que las emociones que va expresando mi pareja son válidas y no criticarlas para que pueda expresarlas de manera segura en el futuro. Esto crea un ambiente donde cada uno puede hablar sin miedo a ser juzgado”, dijo el psicólogo,
- Terapia de pareja. “En muchas ocasiones cuando parece que las diferencias van a terminar con la pareja, acudir a un profesional, brindará la posibilidad de adquirir nuevas herramientas de comunicarse y tener una visión externa e imparcial del conflicto”, aconsejó.
- Llevar un diario de pensamientos y emociones. Según Alderete, esto “permite visibilizar aquellas emociones, ideas, pensamientos o situaciones que van surgiendo durante el día a día o después de un conflicto. La comprensión de cómo nos sentimos nos ayuda a tomar acción de una manera más asertiva y ver los cambios que deseamos”.
Por su parte, Ibarzábal aportó: “Expresar los pensamientos y sentimientos de manera clara, respetuosa y sin culpar al otro es esencial. Si se evita hablar sobre las discrepancias, es probable que se agraven con el tiempo. Se trata de preguntarle a la pareja cómo se siente sobre un tema determinado y compartir la propia perspectiva. El objetivo no es convencer al otro de que cambie su forma de pensar, sino entender y respetar su punto de vista”.
“A pesar de las diferencias, es probable que haya muchas áreas en las que ambas personas coincidan. En lugar de concentrarse exclusivamente en los desacuerdos, es útil recordar lo que tienen en común. Esto puede reforzar el vínculo y reducir la percepción de las diferencias como algo negativo”, planteó el psicólogo.
En tanto, Rosalía Álvarez sumó: “Es importante permitirse lo que el otro no se permite. En casos de diferencias importantes, se requiere mucha comunicación y trabajo, porque a veces parece imposible de resolver. Y sí, hay casos difíciles. ¿Qué puedo aconsejar? Mucha comunicación y trabajo interno, aceptar que el diferente no es malo o está equivocado, sino que simplemente no es lo que a mí me gusta o no coincide con lo que soy. Esto puede hacer irreconciliable el deseo de estar con esa persona, pero también puede ser una oportunidad”.
¿Los opuestos se atraen?
En numerosas ocasiones, la frase “los opuestos se atraen” se usa para explicar cómo dos personas completamente diferentes podían formar una pareja y desarrollar una relación romántica. Sin embargo, un trabajo científico de 2023 desacreditó esta creencia al señalar que aproximadamente el 3% de las personas estudiadas tienden a relacionarse con individuos distintos.
En el estudio, publicado en la revista Nature Human Behavior, los autores divulgaron: “Si bien estudios anteriores sobre similitudes entre parejas humanas han encontrado en gran medida correlaciones positivas, hasta donde sabemos, ningún metanálisis formal había examinado estas correlaciones en múltiples categorías de rasgos”.
Según los investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder, realizaron “revisiones sistemáticas y metanálisis de efectos aleatorios de las correlaciones entre parejas humanas en 22 rasgos comúnmente estudiados por psicólogos, economistas, sociólogos, antropólogos, epidemiólogos y genetistas”. Para este análisis, se usaron estudios publicados en revistas como ScienceDirect, PubMed y Google Scholar.
Los expertos destacaron que “las actitudes políticas y religiosas, el nivel educativo y algunos rasgos relacionados con el uso de sustancias mostraron las correlaciones más altas”, mientras que las correlaciones más bajas, aunque positivas, se observaron en “rasgos psicológicos y antropométricos”.
El estudio se basó en un metaanálisis, en el cual los investigadores evaluaron más de 130 rasgos en millones de parejas a lo largo de más de un siglo. Cabe destacar que el análisis no incluyó parejas del mismo sexo.
Tanya Horwitz, primera autora del estudio, indicó: “Nuestros hallazgos demuestran que es más probable que pájaros del mismo plumaje se unan. Analizamos a parejas que conviven y son padres. Por lo tanto, este estudio se refiere a relaciones a largo plazo”.
Por su parte, Matt Keller, otro de los autores, enfatizó: “Muchos modelos en genética suponen que el apareamiento humano es aleatorio. Este estudio muestra que esta suposición probablemente sea incorrecta”.
En uno de los trabajos analizados, que abarcó información sobre 8,5 millones de personas, se observaron 22 rasgos en 199 relevamientos, el más antiguo de 1903. Este análisis incluyó a parejas en diversas situaciones, como coparentalidad, parejas comprometidas, casadas o que cohabitaban. Además, utilizaron datos del UK Biobank, donde relevaron 133 rasgos, “incluidos muchos que rara vez se estudian, en casi 80.000 parejas de sexos opuestos en el Reino Unido”, según comunicaron los autores.
Los expertos señalaron que entre el “82% y el 89% de los rasgos analizados, desde inclinaciones políticas hasta la edad de la primera relación sexual y hábitos de uso de sustancias, las parejas tenían más probabilidades de ser similares”. Solo en el 3% de los rasgos, y solo en una parte del análisis, los individuos tendían a relacionarse con personas diferentes a ellos.
Tanto en los estudios previos como en los análisis del UK Biobank, los investigadores destacaron que rasgos como “las actitudes políticas y religiosas, el nivel de educación y ciertas medidas de coeficiente intelectual” presentaron “correlaciones particularmente altas”. Por ejemplo, “en una escala donde 0 significa que no hay correlación y 1 que las parejas siempre comparten el rasgo, la correlación para los valores políticos fue de 0,58″.
Además, los “rasgos relacionados con el uso de sustancias también mostraron altas correlaciones: los fumadores empedernidos, los bebedores empedernidos y los abstemios tendían fuertemente a asociarse con aquellos con hábitos similares”. En cambio, “rasgos como la altura, el peso, las condiciones médicas y los rasgos de personalidad mostraron correlaciones mucho más bajas, pero aún positivas. Por ejemplo, la correlación para el neuroticismo fue de 0,11″.
Parejas complementarias
A su turno, en diálogo con Infobae, el doctor Eduardo Drucaroff, médico psicoanalista y psiquiatra e integrante de APA, reflexionó: “Las parejas se pueden clasificar -a los fines de ser observadas- en aquellas cuya elección básica predominante se realiza por semejanza, identificación o afinidad; y aquellas otras en las cuales lo que prevalece es, precisamente, la diferencia, a las que calificamos de ‘complementarias’. En este último caso, si a uno le gusta o prefiere algunas cosas, y al otro le gustan otras distintas, puede ser muy positivo para repartirse tareas”.
“Algunas de las diferencias que notamos quienes trabajamos asiduamente con parejas en nuestra clínica cotidiana es la de las preferencias marcadas: por ejemplo, que uno se sienta más cómodo o productivo por la mañana y el otro sea de hábitos más nocturnos; o aquellos a los que les gusta salir y hacer actividades fuera de la casa y quienes prefieren la intimidad”, postuló el especialista.
“En términos generales las diferencias son enriquecedoras puesto que incorporan nuevas modalidades, nuevas ocurrencias, y nuevas posibilidades al repertorio de cada uno, pero si son muy grandes, la tarea de compaginarlas puede llevar demasiadas energías y consumir mucho trabajo psíquico. Así, queda menos resto para lo que se emprende en común”, señaló Drucaroff.
Finalmente, la psicóloga Sol Buscio (MN 71610) conversó con Infobae y analizó: “Es difícil que no existan diferencias en un vínculo tan cercano como una relación amorosa, en el que se ponen en juego a nivel personal una entrega y una vulnerabilidad. Esto implica otorgarle al otro un poder importante por el lugar que ocupa en nuestra vida. Los acuerdos y desacuerdos se manejan de manera completamente diferente a como se hace con un familiar, por ejemplo. Uno tiene que buscar hacerlo de manera más estratégica, porque esa cinta se puede cortar si no se resuelven las cosas de manera constructiva”.
“El problema no es que surjan estos desacuerdos, porque estos son oportunidades, de alguna manera, para conocer mejor a la persona que tenemos al lado. No solo para conocerla, sino para registrarla y que me importe cómo se siente, qué le pasa, qué cosas son importantes para ella, y viceversa. También tiene que ver con poner nuestros límites. Es importante que pongamos límites y que nuestra pareja nos ponga los suyos, porque eso es parte de la construcción de un vínculo sano. El problema surge cuando hay desacuerdos relacionados con la deslealtad, acuerdos no respetados o aspecto de la vida cotidiana, que cuando se convive, surgen y se ponen en juego”, indicó Buscio.
Al tiempo que cerró: “Cuando nos juntamos con otro, tenemos que saber que venimos a integrar dos mundos. En esa fusión hay cosas que no vamos a dejar a un lado, otras vamos a unificar y aquellas que vamos a incorporar. Aunque no esté de acuerdo, si mi pareja plantea algo, es por un motivo. Si lo censuro, lo limito o lo invalido, es imposible sacar algo positivo. Podemos practicar el silencio o las pausas sin generar algo negativo, dándonos tiempo para pensar si somos reactivos a los malestares del otro. Asimismo, podemos darnos tiempo de pausa, lo que implica no responder desde la emoción, sino gestionar esa emoción y darle lugar a la razón, que es lo que nos permitirá responder de manera funcional”.