La soledad tiene mala prensa en la sociedad actual. O tenía.
El orden de prioridades de quienes se identifican con la agamia suele diferir del de la mayoría, pues implica cuestionar un “sistema diseñado para formar parejas” y deconstruir el deseo de pertenecer a ese modelo. Lo cierto es que no son pocas las personas que deciden no tener una relación de pareja.
Y las cifras reflejan la tendencia. Por ejemplo, desde 2021, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España dan cuenta de un notable aumento de la soltería con respecto a los casados. El último informe indica que en España hay 14.115.300 solteros, de ellos, más de siete millones son hombres y más de seis millones de mujeres.
En cuanto a los vínculos, quienes promueven la agamia no comparten el deseo de encontrar a una o varias parejas con las que experimentar una conexión única que incluya aspectos claramente definidos, como una relación especial, compartir proyectos de vida, desarrollar una intimidad propia, un lenguaje emocional o un vínculo sexual, ya sea compartido o no.
¿Qué es la agamia?
Lejos de la monogamia, que propone vínculos estables con una persona a la vez, y también de la poligamia, que asegura que eso de la exclusividad en el amor es antinatural y sugiere que las relaciones deben ser con más de un otro a la vez.
El prefijo “a”, en el idioma castellano, indica negación o falta de aquello que expresa la palabra a la cual se une. Por lo que, delante del término proveniente del griego “gamos” (que se traduce como unión íntima o matrimonio), agamia se refiere a la falta de interés en formar un vínculo romántico o marital.
En otras palabras, quienes se identifican con la agamia no se inclinan por establecer relaciones románticas como las que comúnmente se conocen.
Se trata de una reivindicación de la vida sin pareja, aunque esta nueva perspectiva sí incluye las relaciones sexuales y los sentimientos amorosos. En realidad, esta visión pone énfasis en el autoconocimiento y la satisfacción sexual, priorizando estos aspectos sobre el compromiso emocional o vital con otra persona.
¿Por qué la agamia se opone al matrimonio?
Según la experta española en bienestar sexual Mónica Chang, “quienes practican la agamia no creen en la institución del matrimonio y tampoco en la definición general de una familia tradicional es decir, la unión de un hombre que se casa con una mujer y que tienen uno o más hijos biológicos o adoptados”.
¿El motivo? Estas personas ven al matrimonio como una limitación de la libertad individual y la falta de reconocimiento a la diversidad de las relaciones.
Sería algo así como una objeción a la visión romántica del amor, que cuestiona el enamoramiento, y sugiere que este estado emocional impide a las personas actuar con lógica y las conduce a tener expectativas poco realistas.
Para ellos, tener parejas o relaciones románticas condiciona sus vidas en otros aspectos y les impide desarrollarse plenamente.
¿Cuál es la diferencia entre la agamia y las otras formas de relacionarse?
Sin embargo, la agamia nada -o poco- tiene que ver con la soltería.
Es que, normalmente, una persona soltera busca o espera encontrar a alguien con quien iniciar una relación amorosa, y por lo tanto, ve su soltería como una etapa transitoria.
En contraste, los agámicos sostienen que tener una pareja o buscar una puede restringir la manera en que una persona se expresa y actúa en diferentes situaciones y con otras personas.
Asimismo, ser agámico tampoco es ser poliamoroso, ya que esa modalidad de relación aboga por la posibilidad de tener dos o más parejas simultáneamente, mientras que la agamia se distancia del concepto de relación y amor.
En lugar de eliminar por completo los vínculos, la agamia busca explorar diferentes formas de conexiones personales de manera libre. A diferencia del poliamor, quienes practican la agamia priorizan el desarrollo de su sexualidad individual, otorgando mayor importancia al autoconocimiento y al disfrute personal.