Los barbijos todavía eran parte de la escena cuando ese miércoles el Capitolio se preparó para dar la asunción de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. “Este evento memorable merece un conjunto memorable”, pensó Ella Emohoff. Tenía razón: la esposa de su padre, Kamala Harris, iba a asumir como vicepresidenta de ese país. Los ojos del mundo la mirarían.
“¿Cuántas veces te preparas para ir a una toma de posesión presidencial?”, también se preguntaba Ella, días antes, cuando diseñaba el atuendo perfecto para la ocasión. El 20 de enero de 2021, entre reconocidas figuras como Michelle Obama, Jill Biden, Hillary Clinton, Lady Gaga y Jennifer López, la que destacó fue Ella.
Así, el mundo de la moda le daba la bienvenida a la nueva it girl.
Con ojos sonrientes y una apariencia fresca, la joven artista lució un abrigo de lana de cuadros con pedrería incrustada en tonos ámbar en los hombros, cuello bebé XXL y silueta entallada de la firma Miu Miu, la hermana pequeña y juvenil de Prada. Bastó que saliera a escena para que la pieza se convirtiera en la más buscada y deseada.
Ahora, con 25 años, ya graduada en Bellas Artes por la prestigiosa academia, y con su propia empresa Soft Hands Inc, la influencia de Emhoff se expandió más allá de las pasarelas y las redes sociales e inspira a las nuevas generaciones. Lejos de estar bajo las sombras de su “Momala” Harris, la joven modelo tiene brillo propio.
Incluso, las lleva a descubrir actividades tradicionales como el tejido, actividad que ama y promueve con su club de tejido comunitario.
Pero todo empezó un día. Un día presidencial.
Cuando Ella se convirtió en la fashionista del momento
Emhoff había recurrido a los estilistas de celebridades Jill Lincoln y Jordan Johnson, que completaron el look con lentes circulares, un barbijo negro y una diadema de piel de Loeffler Randall. Mientras se televisaba, las búsquedas en Internet de la compañía italiana subieron un 455% y los diseñadores más transcendentales de Nueva York empezaban a competir por vestirla.
La artista y modelo tenía más para mostrar ese día. Emhoff sorprendió con el vestido llevaba debajo, un modelo morado de cuello cerrado, mangas abullonadas y botones en el frente, de la marca Batsheva.
El diseño se ajustaba a la perfección a lo que Ella transmite desde su infancia: una combinación de modernidad aplicada a los estilos tradicionales estadounidenses.
El interés por Emhoff aumentó cuando se supo que colaboraba activamente con los diseñadores en sus atuendos, todo ello mientras todavía era estudiante de textiles en la Parsons School of Design, donde se formaron diseñadores de prestigio como Alexander Wang o Marc Jacobs.
Tras la inauguración, fue fichada por la agencia de modelos IMG, que también representa a figuras como Gisele Bundchen y Gigi Hadid. Un mes después del famoso evento, con 22 años, fue seleccionada para desfilar en la Semana de la Moda de Nueva York para Proenza Schouler.
Con tres atuendos distintos de la colección otoño-invierno de esa marca, Emhoff sorpendió de nuevo durante el desfile. ¿Cómo? Con la decisión de no usar maquillaje.
La autenticidad que tiene Ella es el bien más preciado, mientras la industria de la moda se reinventa, basada en la multiculturalidad y la sustentabilidad.
Desde entonces, desfiló para marcas como Miu Miu y Balenciaga y se convirtió en un referente en las pasarelas, tanto por su look cotidiano y casual, como por su presencia en primera fila en shows de marcas emergentes como Collina Strada y Eckhaus Latta, y también de grandes nombres como Stella McCartney, JW Anderson, Rochas y Thom Browne.
La joven diseñadora cambió su representación a la United Talent Agency (UTA) en junio de este año, una compañía que maneja los contratos de personalidades como Kylie Minogue y Greta Gerwig, a la vez que promocionó con más ímpetu su marca de ropa de tejido de punto, Soft Hands.
Desde ese enero, en una situación que nunca imaginó, Ella Emhoff es ampliamente reconocida en la industria como un símbolo de la moda no convencional.
Y su creatividad y estilo único viene desde la cuna.
En honor al jazz
Ella Emhoff nació el 29 de mayo de 1999, en California, al calor de un hogar en el que la creatividad era moneda corriente. Sus padres, Kerstin, productora cinematográfica, ganadora de Premios Grammy y Emmy, y fundadora y CEO de la agencia creativa Pettybird; y Doug Emhoff, un abogado del mundo del espectáculo.
En los 16 años que duró el matrimonio, ambos eran una pareja con un marcado gusto por la música. En especial, el jazz.
Cuando Ella nació, entonces, sus padres decidieron seguir con la tradición que habían comenzado cinco años antes con su primogénito, Cole Emhoff. Tan fanáticos de ese género musical eran que el nombre de Cole fue dado en homenaje al famoso saxofonista John Coltrane. Y para el de Ella, la inspiración vino de la legendaria cantante de jazz Ella Fitzgerald.
Durante su adolescencia, Ella asistió a la Wildwood School, una escuela privada en Los Ángeles conocida por tener entre sus exalumnos a hijos de grandes personalidades como la actriz Rumer Willis y la artista visual Frances Bean Cobain.
Aunque Ella y su hermano estuvieron involucrados en cuestiones políticas, los intereses de la modelo son otros.
El contacto directo con las artes le hizo desarrollar una carrera creativa que decidió centrar en la moda. ”Soy artista multidisplinaria”, se define. Pero la moda es la protagonista de su vida.
La separación de sus padres vino en 2008, una situación que Ella recuerda como amistosa. En una entrevista con The New York Times, la modelo y artista dijo: “Pensaba que nos había ido bien en comparación con mucha otra gente que había visto con padres divorciados”.
Su vida iba a cambiar unos años más tarde, en 2013. “Creo que tienen que saber que es la fiscal general de California”, les dijo Douglas a Ella y Cole antes de conocer a Kamala Harris, cuando su pareja ya era formal. ¿Dónde la conocieron? Su primer encuentro fue en un restaurante de mariscos en la autopista de la costa del pacífico de California.
Cuando Harris y Doug se casaron en 2014, todos coincidieron en que no les gustaba el título de “madrastra”, y en su lugar, adoptaron el término cariñoso “Momala”. La creatividad y la calidez de Ella siempre destacaron.
Definir a Ella Emhoff sería un error. Su herencia musical, su participación temprana en actividades políticas, su adaptación a una nueva dinámica familiar y su impulso en el ámbito de la moda la posicionan como una figura tan relevante como única.
Tan única que supo reflotar el tejido como una actividad trendy. Y el mundo la sigue.
La artista del tejido y el crochet
Mientras algunos de sus compañeros de colegio recién aprendían a atarse los cordones de los zapatos, Ella, con seis años, daba sus primeros pasos con el tejido.
Con el tiempo, lo que comenzó como una afición casual se transformó en una pasión profunda, y un poco más: durante los años de secundaria, marcados por la ansiedad, Emhoff encontró un refugio en las agujas y la lana. “Es muy catártico”, expresó Ella en la revista neoyorkina Office Magazine.
Hasta que en Parsons, en plena pandemia, le enseñaron el tejido a máquina. Punto a punto, la pasión se expandió y, según contó, hizo tantos pares de pantalones que perdió la cuenta. Lo cierto es que en esta actividad que convierte un simple hilo en patrones intrincados, Ella es una de las artistas más buscadas y una de las mayores promotoras del tejido.
¿Qué empezó a hacer?. “Tejido a mano, usando hilos de chatarra de las comisiones de mis pantalones durante el encierro. La primera de muchas piezas hechas de mis restos”, explicó.
“Me inspiran mucho las cosas. Como las chucherías. Como ir a un centro comercial de antigüedades y encontrar un montón de gatos de porcelana y una figura gigante de Mickey Mouse. Me atraen mucho la nostalgia y las cosas graciosas en general. Mi apartamento está lleno de cosas al azar”, contó.
Ella es expansiva, vibrante, y ama tejer. Y aquella actividad que estuvo históricamente relacionada con las abuelas, con la tradición, Ella lo volvió a poner en la palestra. Todo vuelve y tejer es la nueva moda.
Pero no lo quiso hacer sola y tuvo un objetivo claro: “Quiero enseñar a tejer a la mayor cantidad de personas posible”, dijo. Para eso, en 2021, fundó el Soft Hands Knit Club, un club de tejido comunitario para enseñar a tejer y utilizar la comunidad para establecer conexiones en persona.
Sus talleres y eventos atraen a una audiencia diversa, desde principiantes hasta expertos. Ella, que vende sus diseños y sus parches tejidos desde su sitio web, ve el tejido como un medio para la autoexpresión y el empoderamiento, y su entusiasmo se refleja en la creciente popularidad del club.
Ella aprovecha su título en Bellas Artes para investigar el mundo textil, dedicándose al tejido, al diseño de prendas de punto, a la creación de instalaciones para marcas y al reciclaje de materiales donados.
“Nunca me vi como alguien con estilo”, dijo, aunque el mundo de la moda no opine lo mismo.