Tres palabras bastaron para desatar, una vez más, un vendaval entre Elon Musk y Jeff Bezos. Algunas personas eligen un distante silencio para pelearse. Otros, como Musk, acuden a frases escuetas, pero demoledoras. Bezos, en cambio, recurre a las demandas legales. Con estas herramientas y cada uno con su estilo, los “barones de la ciencia ficción” volvieron a enfrentarse en una nueva disputa. En esta ocasión, por la exploración aeroespacial.
Como si no hubiesen pasado 20 años de aquella cena en la que la relación entre los magnates estalló en pedazos, Musk volvió a lanzar un “cohete verbal”. En 2004, la frase que escuchó Bezos de la boca del creador de Neuralink fue: “No hagas esa estupidez”. Disentían sobre cohetes reutilizables. La rivalidad crecía al ritmo de los consejos soberbios que daba Musk, según recuerda Bezos en la biografía escrita por Walter Isaacson.
Ahora, las palabras que reavivaron la polémica fueron otras. “Demanda a Origin”, escribió el creador de SpaceX en la red social X. ¿Por qué? Blue Origin, la empresa de cohetes de Bezos, presentó documentación instando a la Administración Federal de Aviación (FAA) a limitar los lanzamientos del nuevo cohete gigante Starship de la empresa de Elon desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA.
Musk no dudó en apuntar con su arma más filosa: las palabras. Detrás de ellas hay más que simples letras, demandas y posteos en redes.
La ambición por la vida interplanetaria
La rivalidad entre los magnates no es nueva. Además de sus diferencias, lo que tienen en común Blue Origin y SpaceX es que tienen instalaciones de fabricación y lanzamiento de cohetes en sitios cercanos en Florida y en otras partes de Estados Unidos, además de la intención de que los humanos conquisten el espacio exterior.
Y, aunque ambas se fundaron en tiempos similares, Blue Origin aún no lanzó un cohete de clase orbital propio, mientras que SpaceX ya hizo lo suyo para diferenciarse con el cohete Falcon 9 en 150 ocasiones durante 2023. Además, el gigantesco cohete Starship, el más grande y poderoso de la historia, completó con éxito su cuarto vuelo de prueba. Ahí está el centro de las quejas de Bezos, los motivos del lanzamiento del “cohete judicial” por parte del fundador de Amazon.
El objetivo tras todos los desarrollos es lograr conquistar la vida interplanetaria. En el contexto de esa ambición se encuentran dos de las personas más influyentes y ricas del mundo. Y es también con ese marco en que se acumulan las controversias entre Bezos y Musk.
Desde 2011, SpaceX obtuvo varios contratos de la NASA para desarrollar cohetes capaces de transportar humanos a la Estación Espacial Internacional. Musk necesitaba utilizar las instalaciones de Cabo Cañaveral, incluida la emblemática plataforma 39, la cual Bezos había soñado con desde su juventud.
En 2013, Bezos decidió disputarla tanto por motivos sentimentales como prácticos. Sin embargo, cuando la NASA otorgó la licitación a SpaceX, Bezos presentó una apelación. Esto enfureció a Musk, quien calificó de absurdo que Blue Origin cuestionara la decisión “cuando no han logrado poner en órbita ni un mondadientes” y se burló de los cohetes de su competidor.
Además, Elon tiene planes serios para colonizar Marte en las próximas décadas a través de su compañía SpaceX. En una conferencia, compartió detalles sobre su visión para establecer una ciudad autosuficiente en el planeta rojo, un proyecto que estima tomará cerca de 20 años y requerirá alrededor de 1.000 lanzamientos de su cohete Starship.
Musk explicó que para crear una colonia sostenible en Marte, es necesario transportar aproximadamente un millón de toneladas de material y recursos esenciales desde la Tierra. Cada lanzamiento de Starship llevará hasta 100 astronautas y materiales necesarios para construir la infraestructura inicial. Según el empresario, su objetivo es alcanzar una frecuencia de tres lanzamientos diarios.
Los desafíos tecnológicos, financieros y de supervivencia son enormes.
“El sistema solar puede albergar fácilmente a un billón de humanos”, dijo el fundador de Amazon a Mathias Döpfner, el director ejecutivo de Axel Springer. Era mayo de 2018, Bezos estaba en Berlín para recibir una distinción y siguió: “Y si tuviéramos un billón de humanos, tendríamos mil Einsteins y mil Mozarts y recursos ilimitados, a todos los efectos prácticos, provenientes de la energía solar”.
Se sabe que Bezos vendió mil millones de dólares al año en acciones de Amazon para financiar Blue Origin, pero no es el único en la carrera por la conquista de la vida interplanetaria y “multiespecie”.
En la cumbre DealBook de The New York Times, el anfitrión, Andrew Ross Sorkin, le preguntó a Musk qué pensaba de la competencia con Bezos y si alguna vez podrá alcanzarlo. “Espero que así sea”, respondió Musk. “De hecho, estoy de acuerdo con muchas de las motivaciones de Jeff”.
Aunque tengan numerosos puntos en común, las demandas por parte de Bezos están a la orden del día.
Viaje al centro de la guerra legal
Blue Origin centra su queja reciente en Starship. La empresa de Musk está construyendo infraestructura en su sitio de lanzamiento en Florida, alquilado a la NASA, para respaldar futuros lanzamientos múltiples de Starship al año. La novedad es que Elon quiere construir uno de esos por día para explorar más planetas y las lunas del sistema solar.
Más desarrollo, más conquista. Como parte de esta expansión, SpaceX tuvo que realizar un estudio de impacto ambiental, proceso en el que se ha involucrado Blue Origin. El documento de objeciones de la empresa de Bezos alega que Starship, con miles de toneladas de combustible a bordo, dañará el medio ambiente.
Según la empresa, el creciente avance de la empresa de Musk causará “un impacto ambiental mayor que cualquier otro sistema de lanzamiento”. Además, Blue Origin sostiene que los lanzamientos de Starship afectarán las operaciones diarias de esas estaciones.
La empresa de Bezos pide al gobierno estadounidense una cosa más: que mejore la infraestructura del sitio para minimizar el impacto en otras empresas cuando los lanzamientos de Starship provoquen cierres de ese lugar.
Y Musk no pierde oportunidad para responder. En publicaciones de X, el creador de Neuralink es categórico cuando dice que la queja de Blue Origin es “una respuesta obviamente engañosa”. ¿Qué más dice? Que “no está bien que intenten (por tercera vez) frenar el progreso de SpaceX a través de una guerra legal”.
Ahí no termina la cuestión. Musk hace referencia a demandas anteriores por parte de la empresa de Bezos, incluyendo un intento de demandar a la NASA por elegir a Starship para el prestigioso programa Artemis, destinado a volver a llevar astronautas a la luna.
Tras varias demandas, Blue Origin logró incluirse en el proyecto Artemis. ¿Cómo? Con la construcción de un módulo de aterrizaje “de respaldo” para la NASA, cuya primera opción sigue siendo SpaceX. Ni lento ni perezoso, Musk recurre ―una vez más― a la ironía.
Al magnate le llama la atención (y lo expresa públicamente) que Blue Origin construya instalaciones de fabricación y pruebas en un complejo de lanzamiento muy concurrido, donde lanzará múltiples cohetes gigantes, y luego se queje del impacto del gran cohete de una empresa rival.
La disputa tiene un trasfondo competencial evidente. Starship es un competidor directo del próximo cohete New Glenn de Blue Origin. Cuando finalmente vuele, New Glenn podrá levantar unas 45 toneladas para ponerlas en órbita, lanzándose desde el complejo de Blue Origin en la Estación Espacial de Cabo Cañaveral.
Y, quizá, habrá un nuevo capítulo de una de las rivalidades más grandes del mundo tecnológico, entre demandas legales e ironías en redes sociales.