¿Soy feliz? ¡Qué pregunta! Pero es un cuestionamiento existencial para hacerse, porque uno debe buscar siempre el bienestar.
Vamos a buscar algunas definiciones, ¿Qué no es la felicidad? No es, por ejemplo, alegría, exaltación, euforia, porque esas son condiciones transitorias.
Sé que usted va a decir que es una palabra muy abarcativa y que la felicidad es nada más que algunos buenos momentos. La felicidad existe, aunque quizás la tenemos que llamar de otro modo.
La felicidad es un estado emocional profundo y duradero, caracterizado por la estabilidad en paz, serenidad y calma. Eso es bienestar. Eso es felicidad.
Nivel de vida es una posesión de algo, pero la calidad es una diferencia entre tu expectativa sobre determinadas variables, lo que deseas de la vida y tu realidad vivencial. Si la diferencia entre tu realidad vivencial y a lo que aspiras es muy alta, esto determina esta diferencia. Calidad de vida es qué tan contento estás con tu realidad vivencial.
Es el pentagrama musical donde usted después va a insertar sus notas emocionales a lo largo del día, de los meses, de los años.
¿Por qué hacerse esta pregunta? Porque si uno se da cuenta, que en su vida no tiene paz, serenidad y calma, no la está pasando bien.
Lo perfecto es enemigo de lo bueno, pero trate de mensurar, medir, registrar emocionalmente, si convive cada día con estas tres palabras: paz, serenidad y calma. Si no es así, búsquela, porque la felicidad se puede encontrar y eso depende de uno.
La U de la felicidad
Como hemos mencionado en Infobae, la felicidad se puede estudiar a través de test psicológicos y cuestionarios, que han sido aplicados en más de 100 países para analizar sus niveles.
Según estudios, la felicidad sigue una curva en forma de U a lo largo de la vida. Las personas tienden a sentirse más felices alrededor de los 20 años, cuando tienen la vida por delante, pocos problemas y muchas expectativas. Esta sensación declina conforme las responsabilidades y dificultades aumentan al avanzar en edad, llegando a su punto más bajo entre los 30 y 40 años.
Pasados los 40 años, los niveles de felicidad comienzan a incrementarse nuevamente. A partir de los 50 y 60 años, las personas empiezan a sentir una mayor plenitud.
A los 60 ves las cosas distintas, se empieza a valorar lo que uno tiene en el tiempo presente. Empieza a aparecer la perspectiva de un fin y empieza a aparecer la perspectiva de la vivencia del momento presente. No somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan.
Este aumento en la sensación de bienestar se atribuye a un aprendizaje filosófico, donde se aprende a valorar más lo que se tiene en el presente que lo que se podría alcanzar en el futuro.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.