¿Qué tiene que ver el FOMO (Fear of Missing Out, miedo a perderse algo) con comer sano? ¿Cuántas veces dejaste de hacer algo por miedo a arrepentirte después? Como cada lunes, nos encontramos en “No debí hacer eso”, un espacio donde abrimos la cocina de nuestras decisiones para conocer las razones detrás de cada una de ellas, aprender cuáles nos limitan y qué hacer para mejorarlas.
Todos somos víctimas del sesgo de arrepentimiento. La versión en inglés explica, de alguna manera, nuestra tendencia a evitar tomar ciertas decisiones o hacer algo por el temor a que salga mal. Básicamente, no queremos hacer algo de lo que después nos vamos a arrepentir.
Este sesgo es la combinación de distintos factores, pero particularmente de dos que ya estudiamos acá. Uno es la aversión a la pérdida y el otro es la sobrecarga de opciones. Básicamente, y en resumidas cuentas, se trata de nuestra paralización frente a la cantidad de opciones por miedo a arrepentirnos y que algo salga mal.
Es como, por ejemplo, cuando tenés que tomar una decisión sobre el lugar de vacaciones: ¿a dónde voy a ir este próximo verano? En mi caso, mi viejo, durante 15 años, fue del 16 al 31 de enero a Mar del Plata. Y cada vez que volvíamos el 1 de febrero, en el viaje de vuelta, decía: “El año que viene vamos a ir al sur. El sur es el destino y vamos a probar algo nuevo”.
A medida que iba pasando el año, empezaba a dudar: “Quizás el agua del lago es muy fría y son muchas horas de viaje. ¿Dónde nos vamos a quedar? ¿Y cómo es el viaje durante toda la noche?”. Siempre terminábamos yendo a Mar del Plata el 15 de enero.
¿Por qué nos pasa esto? Porque a nadie le gusta arrepentirse. Cometer un error es horrible, pero la sensación de cometer un error al cuadrado es el arrepentimiento, es vivir con las consecuencias de esa decisión. Eso lo sentimos para decisiones que tenemos que tomar en el presente y sufrir las consecuencias en el presente, pero también para lo que nos imaginamos que puede llegar a pasar en el futuro.
Básicamente, no queremos equivocarnos. Por eso, es muy común al momento de decidir nuestras vacaciones, pero también en muchísimas otras cosas que decidimos en el día a día. Por ejemplo, con nuestra dieta decimos: “Tengo que comer más legumbres, algo más que papa y tomate. ¿Debería incorporar algo de pescado?”. Sin embargo, cuando tengo que tomar la decisión en ese momento, termino yendo a lo seguro porque, ¿qué pasa si llego cansado y pruebo esto y no me gusta o es difícil de cocinar o me queda feo? Me voy a terminar arrepintiendo y voy a pasar un mal momento.
Así vemos cómo este sesgo nos juega en contra. Eso que nos pasa a nosotros también tiene una explicación a nivel grupal, que se conecta con la pregunta inicial de este capítulo: FOMO y cómo comer sano.
¿Qué es el FOMO? El “Fear of Missing Out”, es el miedo a perdernos algo. Terminamos yendo a lugares, escuchando canciones, conectando con algún stream, básicamente porque nuestro grupo de referencia, de pertenencia, lo hace y no queremos perdérnoslo. No queremos quedar afuera y sentir que no estamos siendo parte de algo. El miedo a arrepentirnos nos lleva, justamente, a hacer algo para no arrepentirnos después de no haberlo hecho. Ni siquiera es porque estábamos convencidos de que eso era lo que queríamos hacer.
¿Por qué es importante visibilizar este sesgo? Porque no podés vivir con miedo a arrepentirte ante cada decisión que tenés que tomar. Eso nos limita mucho las opciones en el día a día.
Para explicar esto y entender un poco cómo surge, vamos a hablar de nuestros dos socios vitalicios, Daniel Kahneman y Amos Tversky, en su famosa teoría de las perspectivas. Ellos estudiaron cómo reaccionamos frente al riesgo y la incertidumbre. Y lo que estos psicólogos israelíes comprueban es: detestamos perder mucho más, del placer que nos da ganar. Y la pérdida claramente está asociada con el arrepentimiento.
Muchas veces, evitamos tomar decisiones donde no solo vamos a perder y sufrir ese sentimiento, sino que además vamos a decir: “¿Por qué tomamos la decisión que tomamos, en el momento en que lo hicimos?”. Esto es importante porque cada vez que tomamos una decisión, lo que estamos haciendo es imaginando posibles resultados de esa decisión, de manera consciente o inconsciente.
Si compramos un talle de un jean, decimos: “¿Este será el talle que siempre me queda bien o quizás no me queda bien, me lo tengo que probar?”. Si vamos a un restaurante, pensamos lo mismo sobre la comida: “¿Nos va a gustar o no?”. Si compramos un pasaje para irnos de vacaciones a algún lugar, pensamos: “¿Será más barato en marzo que en febrero?”.
Entonces, ¿cuál es el sentido de estar todo el tiempo machacándonos con estos escenarios y tratando de procesar esta incertidumbre? No queremos equivocarnos, y arrepentirnos de la decisión que tomamos, sin importar si es grande o chica. El arrepentimiento es una emoción muy negativa, que nos hace sentir culpables de que, si hubiésemos decidido la alternativa distinta a la que elegimos, hoy nos estaríamos sintiendo mejor.
El problema es que esta emoción negativa, el arrepentimiento, influye en cómo tomamos decisiones. Por ejemplo, ¿qué sucede? Empezamos a descontar a futuro cuál sería nuestra reacción para una decisión que estamos tomando, incluso si es perfectamente racional en el presente. Y esta tendencia que nos lleva a optar siempre por las opciones más conservadoras, que no necesariamente son las que más nos convienen.
Por eso, como siempre, te dejo tres tips para luchar contra este sesgo de arrepentimiento:
- Ante cada situación, pensá cuál es el peor escenario posible que puede surgir: poné números, palabras y tratá de anticipar la incertidumbre: ¿cómo te podés llegar a sentir ante ese resultado?
- Organizate: tené claro cuáles son tus opciones, cuáles son tus prioridades y por qué vas a decidir una cosa por sobre la otra.
- No hay peor arrepentimiento que el de no haber intentado algo. Con las cosas que ya hiciste en el pasado y hoy te generan culpa. Fijate de contextualizarlas, resignificarlas y ver qué podés aprender de eso. Con respecto al futuro, es clave que sepas que cualquier decisión va a tener incertidumbre y que, si estás planificado y organizado, vas a tener muchas más chances de hacerlo mejor.
*Emmanuel Ferrario es docente universitario de economía del comportamiento, autor del libro “Coordenadas para antisistemas” y legislador de la Ciudad de Buenos Aires.