La coctelería argentina brilla con fuerza y tiene parte de su esencia en el aporte creativo de los bartenders, quienes dan vida a recetas y técnicas que se despliegan detrás de las barras. Se trata de un arte que describe a la perfección una escena que se renueva constantemente.
De norte a sur del país, miles de mixólogos y expertos deleitan paladares mediante tragos clásicos o de autor, y está claro que definir al mejor en esta materia no es una tarea simple.
No obstante, el entrerriano Francisco Vaccalluzzo puede decir con orgullo que es el bartender del año 2024 en Argentina, ya que se consagró campeón de una emocionante competencia que atrajo a algunos de los mejores talentos del territorio.
Como si fuera poco, con su victoria, Vaccalluzzo se prepara para un nuevo desafío: representar a Argentina en una contienda global que se llevará a cabo en el mes de septiembre en Shanghái, China.
¿Cómo fue la consagración de este bartender y cuáles son sus secretos? Vaccalluzzo ganó la final nacional de la competencia World Class Argentina, un logro que marcó un hito en su carrera, ya que se convirtió en el primer bicampeón de este certamen: había alzado el trofeo en 2021.
“Hoy siento alegría y alivio. Son sensaciones relacionadas con asimilar y bajar a tierra toda la energía acumulada que junté para llegar. Este es el resultado de un trabajo que viene desde hace mucho tiempo”, le dijo el bartender a Infobae, pocas horas después del triunfo.
Y siguió: “En la competencia, buscan poner a prueba distintas facetas y no es solo una receta: presentación, técnica, velocidad, ser anfitrión. La preparación es larga y se pasa por muchas instancias, desde inscribirse, la preselección, y las distintas etapas hasta el final. Son varios meses y si uno quiere llegar al top 8, que es el último día, aunque la presentación es en poco tiempo, lleva mucho desarrollo detrás”.
El evento organizado por Diageo se llevó a cabo en Buenos Aires, más precisamente en el bar CoChinChina, y contó con un jurado compuesto por figuras destacadas del mundo de la coctelería y la gastronomía, quienes evaluaron cada detalle con ojo crítico. Entre ellos se encontraban Mona Gallosi, bartender y empresaria; Sorrel Moseley-Williams, periodista y sommelier; Magalí Caviasso y Martín Mondragón, embajadores de Diageo; Pedro Peña, chef y empresario gastronómico de Niño Gordo; y Sebastían García, bartender y director creativo de Presidente Bar;
La competencia no fue tarea fácil para los ocho finalistas. Cada uno de ellos tuvo que demostrar su habilidad en una serie de desafíos integrales que pusieron a prueba su creatividad, técnica y conocimientos. La presión era palpable mientras los bartenders elaboraban cócteles bajo la atenta mirada del jurado y de una audiencia expectante.
Tras una intensa jornada de competencia, dos nombres destacaron: Agostina Elena, de Sofá Bar, y el mencionado Vaccalluzzo. Ambos avanzaron a la ronda final, donde debieron enfrentarse al desafío más exigente de todos: la preparación de 20 cócteles clásicos en dos tandas de cinco minutos.
La tensión alcanzó su punto máximo durante este desafío final. Agostina y Francisco demostraron habilidad técnica y una notable resistencia, y capacidad para manejar el estrés. Cada cóctel preparado fue una muestra de precisión y arte.
En esa línea, Vaccalluzzo repasó su participación: “Uno de los cócteles que más sobresale en este proceso es con el que pude clasificar a la semifinal. La consigna era trabajar sobre un perfil de sabor de whisky: ahumado, amaderado, elegir un perfil de sabor y trabajar en uno de ellos con una técnica aplicada. Tiene que ver con técnicas de cocina con las que uno puede intervenir distintos insumos. Presenté un cóctel para acompañar una picada cuando uno se junta a comer, como una tablita de pan, queso y frutos secos. Todo eso está integrado en el cóctel”.
La receta, según contó el bartender, “tenía whisky, mantequilla de avellanas, vermut rosso de pan tostado y bitter rojo de queso cheddar inglés”. “Con técnicas aplicadas se puede obtener sabor de la materia prima sin nada de la parte sólida o grasosa. Es un cóctel que es como un Negroni, totalmente líquido y traslúcido, que tiene sabor y características de los insumos con los que fue intervenido. Ese fue el cóctel de la semifinal”, dijo.
Al tiempo que amplió: “En la final, las pruebas fueron distintas. Había velocidad, precisión e improvisación. Debimos hacer un cóctel con una caja misteriosa: recibís una caja con ingredientes secretos y tenés determinado tiempo para hacer un cóctel que se distinga y que sea rico y balanceado. Era interesante, había muchas cosas para hacer: jerez cream, jugo de naranja sanguínea, endulzante, quinotos de temporada, calvados (destilado de brandy de manzanas). Había que tener en cuenta que mientras más demorabas menos chances tenías de sumar puntos”.
Finalmente, fue Vaccalluzzo quien se alzó con la victoria. Así fue pensado el cóctel que lo consagró: “Es un Breakfast Martini, que tiene gin, quinotos, jugo de mango, jugo de uva ácido y whisky escocés. Hay que ir con cierta estrategia para trabajar dulzor, acidez y aroma. Lo que buscaba era eso. Si tenía algo fresco de temporada, como los quinotos, lo quería usar, para que esté vigente; después busqué algo de rico sabor, como el jugo de mango; y la base con gin, que se mezcla muy bien con una gama amplia de sabores e insumos”.
El campeón se prepara para un nuevo desafío: representar a Argentina en la final global de World Class en Shanghai. Este evento reunirá a los mejores bartenders de más de 60 países.
“Lo de Shanghái fue un incentivo para inscribirme. Va a ser bueno para aprovechar el viaje, presentarse afuera con tantos referentes de la industria, hacer relaciones y traer más atención hacia lo que pasa en Argentina con respecto a la gastronomía y la coctelería”, valoró Vaccalluzzo, quien lleva adelante los bares Green Light y Francis, en Córdoba.
Para él, “un bartender completo debe tener placer por el servicio”. “Más allá de hacer cócteles y crear recetas, nuestro campo de acción es adentro del bar y debemos brindar el mismo servicio que un camarero y que un sommelier; y atender y recibir bien a la gente. Hay que tener carisma, saber escuchar, ser un gastronómico y verlo por el lado profesional. Cuando alguien va a un bar, lo que vaya a tomar pasa a ser secundario porque busca un momento y una experiencia buena. Si podemos lograr eso, cualquier cosa es importante”, remarcó
Y cerró: “En Argentina, la coctelería viene creciendo año a año. Las propuestas gastronómicas, de vino, bares y cafés elevan mucho la vara. El nivel es alto y eso se ve en lo bien posicionados que están muchos bares del país en rankings globales. Cada vez hay más presencia. Eso te incentiva a crecer y formarte como profesional”.