“Hola, señor, si fuera posible, ¿podría ayudar de alguna forma a sacar a los doce chicos de Tailandia y a su entrenador de la cueva?”, leyó Elon Musk. Se trataba de un mensaje de Twitter, proveniente de un usuario con pocos seguidores, que se dirigía directo al creador de SpaceX y tantos otros proyectos tecnológicos con un foco: mejorar la humanidad. Era una noche de fines de junio de 2018 y el magnate había comenzado a sentirse un héroe de acción.
Musk venía de atravesar una de las etapas más dramáticas con Tesla y, aunque había alcanzado el objetivo de producir cinco mil autos por día, pero la noticia era otra cuando chequeó Twitter: había niños que tenían entre 11 y 16 años, atrapados junto a su entrenador de fútbol a mil metros de profundidad, entre ríos subterráneos y estrechos pasadizos.
Estaban en Tham Luang, un sistema de cuevas de 10 km, el cuarto más grande de Tailandia.
El genio tecnológico no tardó en tuitear: “Imagino que el Gobierno tailandés lo tiene bajo control, pero estaré encantado de ayudar si hay forma de hacerlo”. Pero la cuestión no quedó ahí. Elon decidió involucrarse en el caso que mantenía en vilo al mundo.
La pesadilla había empezado la noche del 23 de junio, cuando el agua y el viento empezaron a golpear la verde montaña y los jóvenes futbolistas. Ahora, con un muro de agua que los mantenía en la oscuridad, alejados del mundo, Musk puso a trabajar a los equipos de ingenieros de The Boring Company y SpaceX.
Mientras, los padres de los niños se congregaban y lloraban en la entrada de la cueva. Los niños, dentro, eran alentados por Ekkapol Chantawong, su entrenador, que había sido por años monje budista. ¿Qué hizo? Los mantuvo tranquilos, les enseñó técnicas de meditación para controlar el miedo y el estrés de la situación.
Empezaron por una respiración profunda, sintiendo el aire entrar por la nariz, reteniéndolo por unos segundos y, luego, exhalando. Repitieron esto muchas veces a lo largo de las horas. Así dominaron el estrés y consiguieron bajar el ritmo cardíaco, la respiración y el metabolismo, al tiempo que decrecieron sus niveles de cortisol, la utilización de oxígeno dentro de la cueva y la emisión de dióxido de carbono.
A las pocas certezas que había ―personas atrapadas en una cueva y un único acceso con equipos de buceo―, Elon tenía varias ideas.
Un minisubmarino y un “castillo inflable”
“Boring Co. tiene un avanzado radar de penetración terrestre y es bastante bueno excavando hoyos. No sé si la velocidad de las bombas estará limitada por la energía eléctrica o si sus bombas son demasiado pequeñas. Si es así, podríamos enviar al lugar directamente baterías y bombas”, escribió Musk en su cuenta de Twitter el 6 de julio de 2018.
En ese entonces, la empresa del magnate tecnológico estaba trabajando en desarrollar sistemas de túneles para proyectos de transporte. Algunos vieron con malos ojos a este “héroe de acción” que quería rescatar a los niños tailandeses.
De acuerdo a la que relata el escritor Walter Isaacson en la biografía del magnate, titulada Elon Musk, el CEO de Tesla “trabajó con los ingenieros de SpaceX y The Boring Company para construir una especie de cápsula submarina que, pensaba, podría atravesar la cueva inundada y rescatar a los chicos. Pero antes, detalló otra alternativa.
“Quizá valga la pena intentarlo”, comenzaba un nuevo tuit de Musk, y siguió con una opción similar a la de un castillo inflable: “Insetar un tubo de nailon de 1 metro de diámetro (o un juego de tubos más corto para las secciones más difíciles) a través de la red de cuevas e inflarlo con aire tipo un castillo inflable”.
Su explicación continuó: “Debería crear un túnel de aire bajo el agua contra el techo de la cueva y adaptarse automáticamente a formas extrañas como el agujero de 70 centímetros”. No prosperó. Mientras, los socorristas, buzos británicos, norteamericanos y el gobierno tailandés seguían intentando, a destajo, rescatar a los jóvenes y su entrenador, que parecían engullidos por la cueva.
El empresario tecnológico siguió con la propuesta de utilizar un minisubmarino fabricado con piezas de cohetes para rescatar a los niños atrapados en la cueva de Tailandia. Elon empezó las conversaciones con uno de los jefes del equipo de rescate.
Según relata Isaacson en la biografía, el domingo 8 de julio, a primera hora de la mañana, Musk le dirigió un mail al rescatista para saber si sus esfuerzos valían la pena, si eran útiles. “Tengo a uno de los mejores equipos de ingenieros, que normalmente diseñan naves y trajes espaciales, trabajando en esto las veinticuatro horas del día. Si no hace falta o no va a ser de ayuda, estaría bien saberlo”, escribió Musk. “Merece totalmente la pena seguir con ello”, le contestó.
Los cohetes se transforman
El mismo día de la comunicación con uno de los jefes del operativo, Musk abordó su jet junto a siete ingenieros, el minisubmarino y más equipamiento. Arribaron al norte de Tailandia a las once y media de la noche, donde el primer ministro, con una gorra de SpaceX, los recibió y los condujo a través de la jungla hasta la cueva.
Poco después de las dos de la madrugada, Musk, sus guardaespaldas y sus ingenieros, equipados con cascos y luces frontales, se adentraron en la gruta oscura, cruzando el agua turbia que les llegaba a la cintura. Las lluvias tampoco amainaban. Ese mismo día se conoció otro dato preocupante de la misión: detectaron que los niveles de oxígeno en el aire de la cueva habían caído del 21% al 15%. Solo quedaban 6 días de oxígeno.
“Acabo de regresar de la cueva 3. El minisubmarino está listo si se necesita. Está fabricado con partes de cohetes y se llama Wild Boar (Jabalí Salvaje) en honor al equipo de fútbol [de los niños atrapados]”, contó en Twitter.
El sistema, que ya había sido probado en una piscina en Los Ángeles, California, Estados Unidos, tenía un tubo, que sería “lo suficientemente ligero como para ser transportado por dos buceadores y lo suficientemente pequeño como para pasar por pequeñas grietas”, pero a la vez “extremadamente robusto”, según explicaba Musk en la red social.
Los cilindros de metal eran, en realidad, tubos empleados en los cohetes Falcon para la transferencia de oxígeno líquido. Sus características principales son la extrema resistencia y la ligereza para que dos buceadores puedan guiarlos a lo largo del recorrido. Elon estuvo en el centro de comando de la operación, donde dejó un prototipo del minisubmarino con el que planeaba realizar el rescate.
A su vez, el aparato poseía cuatro puntos de agarre y dos conexiones a un tanque de aire en la parte delantera, además de estar diseñado para resistir impactos.
“Una vez que el minisubmarino fue enviado a la cueva, Musk cogió el avión hacia Shanghái, donde iba a firmar un acuerdo para abrir otra gigafábrica Tesla”, detalla Isaacson.
Narongsak Osotthanakorn, jefe de la misión de rescate y gobernador de la provincia de Chiang Rai, valoró la contribución de Musk y su equipo, pero consideró que el equipo no era práctico para la misión. Musk visitó personalmente el lugar, dejando un prototipo del minisubmarino en el centro de comando de la operación.
La polémica que terminó en juicio
El incidente comenzó cuando el buzo británico Vern Unsworth, quien jugó un papel crucial en el rescate de los 12 niños atrapados en la cueva, afirmó en una entrevista que el minisubmarino de Musk “no tenía absolutamente ninguna posibilidad de funcionar” en la misión de rescate.
La respuesta del CEO de Tesla publicó en Twitter un mensaje en el que calificaba a Unsworth de “pedófilo”. Redobló la apuesta y tuiteó: “Lo siento, ‘pedo guy’, tú te lo has buscado” y hasta le contestó un mensaje a un seguidor con una frase lapidaria: “Te apuesto un dólar firmado a que es verdad”.
Inmediatamente, las acciones de Tesla bajaron 3.5%. Sam Teller, uno de los hombres cercanos de Musk y parte del directorio de Tesla estaba en llamas. Lo convenció para que se retractara.
Ante la controversia, el empresario se disculpó en la red social y argumentó que actuó por enojo: “Mis palabras fueron pronunciadas desde la rabia después de que el señor Unsworth dijera varias falsedades y me sugiriera que llevara a cabo un acto sexual, con el minisubmarino que se había construido en un gesto de benevolencia, y según las indicaciones del jefe del equipo de submarinistas. De todos modos, sus acciones en mi contra no justifican mis acciones en su contra y por eso me disculpo ante el señor Unsworth”.
Los tuits ofensivos fueron borrados, pero no antes de ser vistos por miles de seguidores de Musk. Johnna Crider, una fanática de Elon le aconsejó: “Ey, Elon, no alimentes el drama, hermano, eso es lo que quieren”.
Para entonces, Unsworth había contratado al abogado Lin Wood, quien envió una nota anunciando que presentaría una demanda por difamación. En su testimonio durante el juicio, Musk argumentó que el término usado en el tuit no tenía un significado literal y que era una expresión empleada coloquialmente en Sudáfrica, donde creció. “Me disculpé y lo repito: ofrezco disculpas al señor Unsworth”, manifestó Musk al final de su declaración.
Un equipo de buzos logró la hazaña: rescatar a todos los niños en una claustrofóbica travesía de cinco horas por túneles bajo el agua.