La facilidad de aprender nuevos idiomas varía significativamente dependiendo del idioma nativo del aprendiz, con el español y el inglés posicionándose como puntos de partida para el aprendizaje de otras lenguas debido a su pertenencia a diferentes familias lingüísticas.
El portal Berlitz, a través de la experta en traducción Elinor Zucchet, brinda una visión detallada sobre cómo el origen romántico del español ofrece una puerta hacia la adquisición de idiomas como el italiano, portugués, francés, y rumano; mientras que el inglés, por su parte, asienta sus raíces en la familia germánica, y facilita el aprendizaje de idiomas como el danés, neerlandés, y noruego.
El español, la segunda lengua con más hablantes nativos a nivel mundial (Además de España se habla en 20 países de América Latina), se engloba dentro de las lenguas romances, descendientes del latín vulgar. Esta conexión directa con el latín hace que idiomas como el italiano se conviertan en una opción accesible para los hispanohablantes, algo que Elinor Zucchet puntualiza resaltando la “claridad y musicalidad” del italiano que reduce las barreras de aprendizaje.
De modo similar, el portugués se presenta como una lengua inteligente, compartiendo muchas similitudes con el español que facilitan su comprensión y estudio.
A pesar de la distinta entonación, el vocabulario francés comparte tantos paralelos con el español que resulta más sencillo de aprender de lo que podría parecer inicialmente.
Aunque el rumano podría ser concebido como más distante geográfica y culturalmente, sus vínculos gramaticales con el español lo hacen notablemente accesible.
El gallego, con sus notables similitudes tanto con el portugués como con el español, es otro idioma que los hablantes de español pueden aprender con relativa facilidad debido a su compartida herencia lingüística, según detalla Zucchet.
Esta intercomunicabilidad entre idiomas muestra cómo la estructura gramatical, el vocabulario y otros aspectos lingüísticos pueden influir decisivamente en la facilidad de aprendizaje de nuevas lenguas.
Por otro lado, el inglés, con su origen en las lenguas germánicas, abre una ventana hacia el aprendizaje de idiomas del norte y oeste de Europa, “donde las conjugaciones de verbos entre fuertes y débiles resultan un rasgo lingüístico común”, según destaca el estudio del Foreign Service Institute (FSI) del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Este informe sugiere que, para un hablante nativo de inglés, adquirir un nivel básico en danés, neerlandés, o noruego podría tomar aproximadamente 24 semanas (aproximadamente 6 meses), mientras que el alemán, con una estructura más compleja, requeriría alrededor de 36 semanas.
“El español sí puede resultar de una mayor dificultad para aprender desde el inglés”, contrasta el FSI, y le asigna al aprendizaje del español una ventana de tiempo cercana a las 30 semanas.
la investigación revela las diferencias en la complejidad y cercanía lingüística entre estos idiomas con respecto al inglés, y también resalta cómo las estructuras idiomáticas influyen directamente en los periodos de aprendizaje.
La traducción y el estudio de idiomas extranjeros, como el rumano para hispanohablantes o el noruego para angloparlantes, resalta cómo la gramática, el vocabulario, y la entonación juegan roles fundamentales en facilitar o dificultar este proceso.