La relación entre los seres humanos y sus animales de compañía constituye uno de los vínculos más profundos y emocionales que se pueden establecer, reflejando una interacción rica en afectividad y compañerismo.
La definición de “mascota” de la Real Academia Española (RAE), la identifica simplemente como un animal doméstico de compañía. Una descripción que suscitó un intenso debate sobre las implicaciones de este término y la forma en que hablamos de los seres no humanos que comparten nuestro hogar.
Cómo el bienestar animal y sus derechos cobraron relevancia, y pusieron sobre el tapete una cuestión que el lenguaje invisibiliza.
¿Cuál es el origen de la palabra “mascota”?
La palabra “mascota” tiene un origen interesante que se remonta al siglo XIX. Proviene del francés “mascotte”, que significa amuleto o talismán, según relatan desde la Universidad de Málaga, España. Este término fue popularizado por la ópera La Mascotte (El amuleto), del compositor Edmond Audran, estrenada en 1880. La obra cuenta la historia de una joven campesina que trae buena suerte a quienquiera que la posea, siempre y cuando permanezca virgen.
El término “mascotte” empezó a utilizarse en el ámbito deportivo en Francia para referirse a personas, animales u objetos que traían buena suerte a un equipo. Con el tiempo, la palabra se adaptó al español como “mascota”, manteniendo ese sentido de “objeto o ser que atrae la buena fortuna”.
Recién a principios del siglo XX aparece la palabra “mascota” en España, definida en ese entonces como: “Mascota, del francés mascotte; persona o cosa que, según creencia vulgar, da la suerte a otra”.
Hoy, según la definición del diccionario de la RAE, la palabra mascota tiene tres acepciones: “Persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte; animal de compañía; y sombrero flexible”.
Según advirtió el Dr. Juan Enrique Romero en una nota en Infobae, “sin lugar a dudas nuestros animales convivientes, de afecto o compañía mutua son mucho más que un ‘objeto de suerte’; son un sujeto de derecho sintiente, sensible y sufriente, una persona no humana que comparte nuestro destino y nosotros el de él. No nos da suerte, nos brinda su vida en afecto, en compañía, en consideración y muchas vivencias que superan por cierto a la suerte en sí misma”.
A su vez, el Dr. Romero hace una aclaración importante en lo que se refiere a tomar conciencia sobre el fenómeno del “mascotismo” y los derechos de los animales: “Que quede claro que las mascotas del hombre, sus animales de compañía, deben ser el perro, el gato y eventualmente un canario o un pececito”.
¿Por qué hay sectores que rechazan el uso de la palabra “mascota”?
Existen sectores de la sociedad y grupos defensores de los derechos de los animales que rechazan el uso de la palabra “mascota” por considerar que implica una relación de propiedad del ser humano sobre el animal.
Este rechazo se basa en la creciente conciencia sobre el bienestar animal y la ética en la relación entre seres humanos y animales. Desde esta perspectiva, se busca promover un cambio en el lenguaje que refleje y fomente una relación más respetuosa y equitativa.
La organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) supo manifestar en el programa Good Morning Britain la sustitución del término “mascota” por “compañero” para referirse a los animales de compañía. La propuesta de PETA, según detalló Jennifer White, portavoz de la agrupación, busca promover una relación más igualitaria y respetuosa entre humanos y animales, enfatizando que no deben ser considerados como posesiones.
PETA propuso revisar expresiones populares en español que involucran animales, sugiriendo una posible reevaluación de dichas frases para evitar connotaciones negativas y considerarlo ofensivo. “La forma en la que nos referimos a las cosas muestra cómo pensamos sobre ellas”, declararon.
La ONG también propuso dejar de usar frases como “Matar dos pájaros de un tiro” o “Coger el toro por los cuernos” y sustituirlas por otras, como “Alimentar dos pájaros con un panecillo” o “Coger la flor por las espinas”.
Esta “deconstrucción” del término mascota va más allá. Según el Dr. Romero también implica revisar otra: la palabra dueño porque “define al poseedor de una cosa y no al tutor de un ser”.
Y agrega: “Se es ‘dueño’ de las cosas u de los objetos, no de los sujetos. Somos tutores de aquellos animales que conviven bajo nuestra responsabilidad, que se corporiza en velar por el cumplimiento de sus derechos como sujetos incapaces legales del reclamo”.
En definitiva, la organización busca fomentar un cambio en la sociedad que comience desde el lenguaje, proponiendo una evolución en la forma en que los humanos se relacionan y reflexionan sobre otros seres vivos
¿Cuál es la forma correcta de referirse a las mascotas?
El bienestar animal y el respeto por sus derechos engloban aspectos que van más allá de la mera satisfacción de las necesidades físicas básicas. Modificar el lenguaje respecto a estas consideraciones podría marcar el inicio de una nueva era hacia una comprensión integral del concepto de familia multiespecie, que en la actualidad debería ser la norma.
La forma correcta de referirse a las mascotas, según diversas organizaciones de protección animal y sectores de la sociedad que promueven el bienestar y los derechos de los animales, es mediante términos como “animales de compañía” o “compañeros no humanos”.
Estas expresiones buscan evitar connotaciones de propiedad y resaltar el vínculo afectivo y de cuidado mutuo entre humanos y animales. Este enfoque lingüístico refleja un esfuerzo por promover una relación más ética y respetuosa, aunque oficialmente instituciones como la Real Academia Española aún definen “mascota” como animal doméstico de compañía, sin especificar una alternativa preferida desde una perspectiva de derechos animales.