“Es el sueño de todo corredor”, la maratón de Boston por dentro en una ciudad que respira running

El maratonista Santiago García compartió su experiencia en los 42K más codiciados por los runners del mundo. Cómo se logra la medalla de finisher que todos quieren tener

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 La exigencia y prestigio
La exigencia y prestigio de la clasificación al Maratón de Boston lo convierten en un verdadero triunfo personal (gentileza Santiago García)

Para todo corredor amante del running, clasificar y competir en el Maratón de Boston no es sólo un objetivo deportivo, es la consagración de un sueño, con sus 128 ediciones, es un evento envuelto en aura y prestigio. Santiago García es un maratonista apasionado y compartió con Infobae las sensaciones que afloran en la piel runner en cada metro de esos 42 Km.

“El maratón de Boston es el más codiciado por los maratonistas del mundo. Se le puede llamar el maratón de los maratonistas, porque no existe otra carrera en el mundo que tenga las mismas características y despierte la misma pasión”, señala García, quien completó la Six World Marathon Majors dos veces.

La carrera impone un desafío desde el momento de la clasificación. No todos los corredores logran su boleto a Boston; solo aquellos que superan ciertas marcas, ajustadas por edad y sexo, en carreras certificadas por la Asociación Mundial de Atletismo. Este filtro de excelencia añade un valor intrínseco a la participación, como bien enfatiza García: “Clasificar ya es un triunfo. Solo unos pocos invitados y los corredores que participan por una causa benéfica, van a Boston sin presentar una marca exigida”.

La ciudad de Boston se transforma con la llegada de la carrera más preciada. La conexión de la comunidad local con el maratón es única; la carrera es un acontecimiento total que involucra a residentes y visitantes por igual. Las calles se visten de azul y amarillo, los colores oficiales de la competencia.

Londres, Chicago, Nueva York y París tienen un público apasionado, “pero esto es diferente -describe García- la ciudad vive el maratón más allá del momento de la carrera. Todos se sienten parte. Es el único maratón donde se puede comprar la indumentaria oficial de la carrera fuera de la expo, la gente que no está anotada la compra para ir a alentar”, señala García, haciendo hincapié en cómo la ciudad entera se engalana y participa activamente en las festividades que rodean el evento.

El Maratón de Boston transforma
El Maratón de Boston transforma la ciudad en un epicentro de celebración, con una comunidad local que vive y respira la esencia del running (gentileza Dan Donovan / Santiago García)

“Corrí en Boston el año 2014, en el 2017 y este regreso para mí era muy emocionante. Diez años más de experiencia y carreras por todo el mundo le daban a Boston una perspectiva distinta. ¿Sería tan memorable cómo la recordaba o la mística es solo una leyenda? Basta llegar a la ciudad para saber que no hay mito alguno, la carrera es incomparable”, define.

Boston es tal vez el único maratón del mundo que se corre siempre en lunes. Puntualmente, el tercer lunes de abril, cuando en la ciudad se conmemora el Día de los Patriotas (Patriot´s Day). Que coincida la carrera con un feriado es ideal para que la ciudad y los corredores puedan tener una jornada de festejo en común.

Para los corredores experimentados, participar nuevamente en la Maratón de Boston implica una logística más familiar, desde la elección del hotel hasta conocer los mejores horarios para desplazarse. La salida, ubicada en Hopkinton, requiere que los participantes utilicen los micros escolares proporcionados por la organización desde Boston Common, un amplio parque cercano a la meta.

Al llegar, es esencial dejar en esos micros la ropa que se recuperará al final, ya que “lo que se lleva a Hopkinton o se queda en Hopkinton o se trae corriendo encima hasta el final”. Además, es importante llevar ropa de abrigo para la zona de salida: “A la largada no se puede llevar cualquier cosa -detalla García- hay otra bolsa de la organización, más pequeña y por supuesto toda la ropa de abrigo que llevamos puesta y luego debemos dejar para donar”.

1897 fue el año en
1897 fue el año en el que se realizó el primer Maratón de Boston, llamado en ese entonces Maratón Americano (gentileza Santiago García)

“Boston es pura emoción y aunque la organización es perfecta, nada puede organizar la energía que llevamos dentro en el día de la carrera. Es muy difícil, con el desnivel a favor que tiene al inicio, que la mayoría de los corredores sea prudente. La mayoría sale demasiado rápido y finalmente lo paga en la zona más dura del maratón. Pero los primeros kilómetros, además de rápidos, son de una belleza sin igual”, rememora.

Un momento destacado es el paso por el Wellesley College, conocido como el “túnel de gritos”, donde los estudiantes animan efusivamente a los corredores con pancartas y vítores “como si cada corredor fuera la persona que más admiran y quieren en el mundo”.

Este tramo, además de ser en bajada, permite a los corredores interactuar brevemente, deteniéndose para saludos o selfies, aunque se recomienda mantenerse al lado izquierdo para aquellos que prefieren no interrumpir su ritmo. Entre la multitud, se destacaba la presencia de un grupo con camisetas de la selección argentina. Este punto marca “la anteúltima gran sonrisa de la carrera”, previo a enfrentar las partes más exigentes hasta alcanzar la meta.

Para Santiago García, y muchos
Para Santiago García, y muchos otros corredores, obtener la medalla de finisher del Maratón de Boston representa un logro de perseverancia y pasión (gentileza Santiago García)

García, con la experiencia de sus participaciones anteriores, sabía que conservar energías para el tramo final era esencial, especialmente al enfrentarse al temido “Heartbreak Hill”, un segmento que pone a prueba la resistencia física y mental de los corredores. La Colina rompecorazones está en el mismísimo lugar del muro, es decir, pasando el km 30 de la carrera, en el kilómetro 32: “El aliento del público es enorme, pero el esfuerzo también lo es”.

Emocionado, el maratonista argentino recuerda los últimos metros de la competencia: “El aliento enorme de la gente se multiplica al llegar al kilómetro final y se llega al centro en un constante ruido de energía que nos invita a dar lo que nos queda. Ver la llegada, ese arco gigante es ver el sueño hecho realidad. Pasar esa meta por primera vez es inolvidable, pero vuelve a ser mágico en cada nuevo regreso. Con un agotamiento total, pasé la meta y en esos segundos abrumadores que vienen al terminar, comencé a sentir esa emoción fuerte que en Boston se multiplica”

Aunque Frank Sinatra le cantaba a Nueva York, García toma sus palabras y las adapta al maratón de Boston: “´Si puedo hacerlo allí, puedo hacerlo donde sea´. El maratón de Boston es el mejor maratón del mundo y clasificar para correrla es un honor que le deseo a todos los corredores”.

Para García, como para muchos otros, la medalla del Maratón de Boston es un tesoro, un símbolo de perseverancia, determinación y pasión por el atletismo. “Al colgarme la medalla del cuello, finalmente sentí que lo había logrado”, afirma con emoción. Porque más allá del tiempo final, lo que se lleva el corredor es la experiencia de haber sido parte de algo mítico, de haber inscrito su nombre en la historia de uno de los maratones más emblemáticos del mundo.

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