Se sabe que la infancia de Elon Musk fue dura. También se conoce que los primeros años del célebre empresario detrás de SpaceX, Tesla, estuvieron marcados por numerosas experiencias traumáticas ―maltrato físico y psicológico por parte de su padre, Errol, y bullying en el colegio―.
Pero, a pesar de la relación tumultuosa con su padre, cuando Musk tenía diez años tomó una fatídica decisión, que lamentaría después: irse a vivir con él a las afueras de Pretoria. Luego, se sumaría su hermano, Kimbal. “Resultó ser una idea realmente mala”, dijo Elon sobre aquella decisión. Sin embargo, encontró un lazo inesperado que forjaría su caracter: sus primos.
La relación con Peter, Lyndon y Russ Rive ―los hijos varones de su tía materna, Kaye Rive― fue crucial para el magnate. ¿Por qué? Las aventuras que vivieron juntos en los años 80, ayudaron a Musk a tomar decisiones sin miedo, demostrar su competitividad y dejar de ser un niño torpe y sin amigos. Ahora, tenía una “conjura de primos”, que lo acompaña hasta hoy, en la que el riesgo es el principal combustible.
Sobre esta relación de Musk y sus primos profundiza la biografía del escritor Walter Isaacson titulada Elon Musk. El libro ofrece algunos de los detalles más íntimos y desconocidos de la vida de uno de los empresarios más visionarios de la actualidad.
Una tropa de aventureros
“¿Por qué escogió marcharse a vivir con alguien que le infligía dolor? ¿Por qué no prefirió un hogar feliz?”, se pregunta Maye Musk, la madre de Elon, cuarenta años más tarde en el libro. Pero no se quedó de brazos cruzados porque sabía cuánto dolor había soportado Elon.
Separada de Errol, decidió mudarse cerca de allí, para que la familia estuviera más próxima. ¿Qué hacía Maye? Todos los viernes pasaba a buscar a sus hijos para ir a la casa de su abuela, Winnifred Haldeman.
Con fama de indomable, cocinaba un pollo guisado que los chicos odiaban. Pero la diversión empezaba cuando Elon y Kimbal pasaban la noche en la casa anexa a la de su abuela: la de sus primos. Y una de las cómplices en las travesuras era Maye.
Según cuenta Kimbal en la biografía de su hermano, Maye convencía a su hermana de que llevaba a los chicos a la iglesia pero la realidad era otra: los dejaba hacer sus planes.
“Para él es fundamental no tomar nunca decisiones guiadas por el miedo. Eso lo tenía muy presente ya desde su niñez”, recuerda Peter Rive, primo de Musk y cofundador de SolarCity. Y cuenta una anécdota de una salida de primos. Musk había cultivado una reputación de ser el más intrépido de todos los primos.
Y Peter cuenta una intimidad: cuando salían todos al cine y los espectadores hacían ruido, Elon era el único que se animaba a pedir silencio, aunque fueran más grandes.
Elon también era el más competitivo, lo que destaba en peleas habituales. Lo ponía furioso la trampa. Por ejemplo, recuerdan la ocasión en la que hacían carreras de bicicletas entre Pretoria a Johannesburgo. Elon pedaleaba demasiado rápido y sacaba ventaja, según explican los Rive en el libro. ¿Qué hicieron ellos? Hacer el trayecto en una camioneta sin que los viera.
Aunque las peleas podían ser por cuestiones mínimas pero feroces. Tanto, que cuando Elon los vio en la meta, empezó a pegarles. Incluso con su hermano Kimbal se peleaban a puñetazos y terminaban en el piso. “La manera de ganar era ser el primero en soltar un puñetazo o en dar una patada en las pelotas al otro. Eso ponía fin a las peleas”, dice Kimbal.
Los primos también se enfretaban a situaciones peligrosas. Según relata Isaacson, asistían a conciertos en protesta por el appartheid, donde había peleas. Peter Rive recuerda cuando en una ocasión viajaban en tren y apuñalaron a un hombre en la cabeza tras una pelea. A veces, incluso había discusiones que terminaban en disparos de ametralladoras.
“No intentábamos escondernos de la violencia, nos convertimos en supervivientes. Aquello nos enseñó a no tener miedo, pero también a no hacer locuras”, dice Kimbal. Elon también es un resiliente.
SolarCity, una idea entre primos
“Quiero montar una empresa nueva”, le dijo Lyndon Rive a su primo, Elon. Se lo dijo mientras se dirigían a Burning Man, la rave anual de arte y tecnología que se celebra en el desierto de Nevada, a finales del verano de 2004. ¿En qué estaba pensando? En una empresa con foco en el bienestar de la humanidad y que aborde los cambios climáticos.
Lyndon era el más pequeño de los hermanos Rive y era especialmente tenaz, según se lee en la biografía. Incluso se había mudado a la casa de Elon en Silicon Valley y saláin a andar en monopatín juntos.
“Métete en la industria de los paneles solares”, le dijo Elon que, según recuerda Lyndon, sonó a una “orden”. Así, Musk y sus primos concibieron el plan de una empresa de energía solar que pudiera ofrecer soluciones sostenibles y accesibles.
Con Musk como principal financista ―invirtió diez millones de dólares para que empezara a andar― y presidente de la junta, SolarCity despegó en 2006. La empresa se propuso redefinir el mercado de la energía solar, facilitando la instalación de paneles solares en hogares y empresas, una propuesta novedosa para la época.
Bajo la dirección de Lyndon como CEO, SolarCity experimentó un crecimiento exponencial, convirtiéndose en el principal proveedor de sistemas solares en Estados Unidos. “Descubrimos que la experiencia del consumidor era horrible y el elevadísimo coste de entrada suponía una barrera enorme”, cuenta Peter en la biografía. En 2012, la empresa salió a la bolsa con una cotización de 580 millones de dólares.
“Nos conocemos desde que tenemos consciencia”, dijo Musk sobre su primo Lyndon, al hablar en una conferencia privada en Nueva York en 2014. Y siguió: “Es un tipo maravilloso y realmente trabajador y motivado, y puedes confiarle lo que sea”, haciendo referencia a la relación cercana que los une.
Antes de lanzar SolarCity, Rive fundó una empresa de software llamada Everdream con sus hermanos, Russ y Peter, en 1999. La vendieron a Dell ocho años después por 120 millones de dólares.
La sinergia entre Elon Musk y sus primos demostró ser un factor significativo en el éxito y la innovación que caracterizan a las empresas de Musk. Sin embargo, Musk empezó a hostigar a sus primos: “¿Sos una empresa de ventas o una empresa con un producto?”, les preguntaba una y otra vez, según se lee en el libro.
Pero el camino no estuvo exento de desafíos. La frustración de Musk llegó a tal punto que en un momento dado amenazó con dimitir como presidente. Kimbal lo convenció de no hacerlo y en 2016, Tesla Inc. adquirió SolarCity en una transacción valorada en aproximadamente 2.6 mil millones de dólares. Para ese entonces, Musk ya tenía el 20% de las acciones de la mayor empresa de paneles solares de Estados Unidos.
La adquisición encajaba con el instinto de Musk de poseer el control de principio a fin de sus proyectos. La operación generó controversia y escepticismo entre los inversores y analistas del sector, quienes cuestionaron la viabilidad y la sinergia entre ambas empresas.
Un bufete de abogados de Nueva York anunció la apertura de una investigación para determinar si el consejo de administración de Tesla había incumplido con sus obligaciones al pagar “más de lo debido por SolarCity”, que posteriormente se convirtió en una demanda contra la empresa y Musk.
En 2022, un tribunal de Delaware rechazó la demanda de varios accionistas de Tesla y aprobó la adquisición.
Las fricciones
Antes de la aprobación de la compra de SolarCity, Musk y sus primos tenían entre manos un producto que revolucionaría el mercado: tejados solares. Sin embargo, ese negocio millonario sería lo que traería las fricciones con sus primos.
En agosto de 2016, por la época en la que estaba insinuando el nuevo producto, Peter Rive invitó a Musk a inspeccionar la versión que la empresa había instalado en el tejado de un cliente. “Esto es una mierda (...) Es horrible. ¿Cómo se les ha ocurrido?”, gritó Musk, que ya había llegado tarde porque se había quedado mirando su teléfono móvil en el autor. Siguieron trabajando incansablemente.
Según cuenta el libro, en cada uno de los garages había una versión actualizada de la Powerball de Tesla junto con un coche Tesla. Las tejas solares generarían electricidad que se almacenaría en la Powerball y en la batería del coche.
Pero tuvo un costo personal: Lyndon y Peter dejaron la empresa en un año. Y la relación con Musk fue distinta.